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domingo, 25 de abril de 2010

DOMINGOS... ¿SIN NOSTALGIA?

Una amiga que no desea que publique su nombre me preguntó:
--¿Tú te sientes nostálgico sólo los domingos?
Y me puse a pensar. Pues no, sentirse nostálgico es un estado de ánimo que no está sujeto a ningún calendario ni a un determinado horario. Se lo dije. Y volvió a preguntarme:
--¿Y por qué escribes entonces tus nostalgias los domingos?
Y me puse a pensar otra vez. Me di cuenta de que yo escribía esos textos digamos que nostálgicos ese día de la semana, acompañados siempre de un poema igualmente nostálgico porque me era más cómodo y porque los domingos me quedo en casa todo el día y me da por pensar, por recordar, y como dice mi amiga, por ponerme "nostálgico".
--Pero a partir de ahora -le dije- voy a escribir cualquier día, cuando lo desee, sobre eso que dijo o escribió Cortázar: "todo lo que se escribe hoy y que vale la pena leer está orientado hacia la nostalgia", lo que yo no creo, porque 1) Cortázar lo escribió hace casi medio siglo, y 2) yo leo diariamente cosas que vale la pena leer que no tienen que ver con ese estado de ánimo.
--¿Eso quiere decir -y siguió preguntando mi amiga- que podré leer tus nostalgias cualquier día de la semana?
Me sonreí y la dejé en suspenso, porque ahora yo mismo no sé cuándo voy a escribir esos textos que me hacen volar la imaginación y remontarme al recuerdo de un pasado que no volveré a vivir. Y que quizás por eso me guste recordarlo tanto, añorando lo que de bueno fue, y porque soy de los pocos que confiesan que si pudiera vivir otra vez, todo lo haría distinto.

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Y hablando del tiempo, el cubano Pedro López Cerviño escribió un micropoema que define sintéticamente la importancia del reloj, ese aparatico que jamás detiene sus incontenibles agujas:

MEDIANOCHE

Hace un minuto era
demasiado tarde.
Dentro de un minuto será
demasiado temprano.

Y esto me hace acordarme de otro poema que leí de niño que describe la impoortancia del tiempo, en este caso en función del amor, o viceversa, que también magistralmente nos trasmite cómo ese sentimiento es capaz de un viraje total como respuesta a algo que sucede en un espacio de tiempo corto o largo:

LOS DOS MIEDOS

Al comenzar la noche de aquel día,
ella, lejos de mí,
¿por qué te acercas tanto?, me decía,
¡tengo miedo de ti!

Y después que la noche hubo pasado,
dijo, cerca de mí:
¿por qué te alejas tanto de mi lado?
¡Tengo miedo sin ti!

Siempre la poesía ha sido buena compañera de viaje del amor. Y estas dos muestras son un claro ejemplo, aunque la primera no especifique directamente su relación entre ambos. En cualquier caso, amor y poesía cazan tan bien como mujer y mar, por citar un ejemplo digamos literario que enaltece la importancia que para nuestra vida tienen esos tres elementos: mujer, amor y tiempo. Dejemos al mar para otros empeños también literarios que compensarán su ausencia en un día como hoy, que es un domingo, y que aparentemente carece de nostalgia.

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Pero la nostalgia se empeña en recordarnos que no podemos renunciar a ella, porque sería como renunciar a lo mejor de nuestros sentimientos, y como dijo una palmera (de Palma Soriano, en Cuba) que solía extasiarse en su casa donde la soledad a veces hasta podía oírse,

"es tan dulce la melancolía que da gusto sentirla".

--Oye, Tere -le dije con un guiño cómplice-, tampoco así, que no hay que exagerar.
Pero Tere, a quien sólo le gustaba que la llamaran Teresita, se empeñó en su tosudez y continuó disfrutando de su melancolía, que no era dominical sino diaria, y como dice el refrán que "cada loco con su tema", me fui de su casa convencido de que lo que importa es que una persona se sienta feliz, lo mismo contemplando peces de colores que asistiendo a un partido de béisbol. Y antes de marcharme se lo dije:
--Está bien, si te sientes feliz con tu melancolía, disfrútala, niña, que la vida es corta y el sufrimiento puede ser muy laaargo...

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Y para no desentonar del todo, otro poema, que sin la poesía (como sin las mujeres, como dijo el gran escritor norteamericano Arthur Miller cuando le censuraron que se encontrara "chocho" con una adolescente que se había enamorado de él, teniendo el dramaturgo nada menos que... ¡89 añitos! y a punto de decirnos adiós para siempre) la vida sería insoportable. Y además, la poesía se encapricha en demostrarnos que la nostalgia nunca dejará de acompañarnos en nuestro arduo camino hacia el final seguro del que nadie puede huir. Gracias a esa compañera de viaje, por eso, y por todo lo demás que nos da. Que es bastante...

Y SIN EMBARGO LLUEVE

Llueve.
La lluvia abraza el polvo a su vez abrazado
a la ciudad
como una madre limpia y protectora
y lo suprime
para beneplácito de los últimos románticos
y de los alérgicos
y de los pájaros que con ojos de asombro
después de tanto y tanta ausencia
se arropan en el verde de los árboles.
Y llueve.
Las nubes preñadas dejan caer su llanto
sobre el pavimento
que despierta recuerdos y nostalgias
en el atardecer
cuando la bruma nos acaricia el rostro
como una mano suave, delicada, tierna,
de la mujer amada que no está.
Y sin embargo llueve.
Llueve en silencio para que la nostalgia
nos envuelva como manta de invierno
y nos obligue al ritual acostumbrado
de buscar las persianas para ver
en la yerba mojada aquel rostro
perdido,
tan perdido como cualquier tesoro de piratas
que en su leyenda infantil ríen,
ríen del llanto que está a punto de salir
de unos ojos cansados de mirar
por las persianas y no ver
más que yerbas empapadas sin ningún rostro de
ninguna amada.
Y sin embargo llueve.
La lluvia continúa cayendo sobre la ciudad
cristalizando la nostalgia.
Augusto Lázaro

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