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domingo, 31 de diciembre de 2017

TOLERANCIA, LA CLAVE


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Oí decir a alguien que una di
scusión entre dos puede evitarse si uno de los dos no la desea. Como cada día se hace más difícil encontrar una persona, sobre todo en España, que admita que está equivocada, lo mejor es evitar discusiones tontas que se van exaltando y pueden terminar con una relación amistosa de largo tiempo, especialmente si esa discusión trata de asuntos políticos, pues la política es "el arte de dividir y enemistar". Y ejemplos me sobran, porque yo incluso he perdido grandes amigos a causa de la política, sin detenerme a analizar ahora cuál de los dos discutientes tenía la razón y cuál estaba equivocado. Cuestión, que las discusiones no ayudan nada a conservar amistades y mucho menos si se discute sobre ideología o política, como es el caso...

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La clave para mantener una relación amistosa radica en la tolerancia, virtud que lamentablemente decrece por día, Y me pongo a pensar cómo es posible que dos personas, que sabemos que no pueden pensar ni actuar de igual forma, por el simple y tonto hecho de que una de los dos no piense como la otra, lleguen a enemistarse. Y algunas veces hasta eso que decimos “peleados a muerte”. ¡Qué estupidez!. No sé si antes era igual, pero sé que en las últimas décadas la enemistad se está convirtiendo en odio en muchos lugares de La Tierra, y avanza con gran velocidad, mientras los políticos, que son quienes gobiernan y tienen en sus manos las soluciones posibles (al menos de intentarlo) no hacen nada para buscar la paz y la armonía entre los seres humanos, y esta actitud pasiva y cobarde sólo podrá llevarnos a un inevitable enfrentamiento a niveles mundiales que pasará, de ser situaciones personales irrelevantes, a guerras sin tregua que pondrán a la humanidad al borde de la desaparición…

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Pero no es tan fácil poner a la humanidad al borde de la desaparición: ¡cuántas veces se ha anunciado que el mundo va a acabarse! Y en este caso sucede algo parecido: sé que por una pareja, digamos, que se disuelve, o por una amistad que se pierde tras lagos años de feliz convivencia, no va a acabarse el mundo ni nada que se le parezca. Lástima que los intolerantes que no admiten haberse equivocado, o que jamás dan la razón al “otro” no se den cuenta de cuán mínima es su importancia en este pobre planeta tan maltratado donde deberíamos convivir para ser felices y ayudar y no para buscar “broncas” por el “terrible crimen” de no pensar igual. Es tan absurda la posición del “infalible”, tan ególatra, tan megalomaníaca, que si no fuera por su densidad circunstancial, nos echaríamos a reír como tontos, cuando escuchamos a esos sabios de pacotilla, que son los verdaderos tontos, echar pestes de todo aquel que piensa con su cabeza y no con la de ellos… en cualquier asunto o tema, por minúsculo y baladí que sea…

Augusto Lázaro

@lazarocasas38

lunes, 25 de diciembre de 2017

LOS ARBOLES, NUESTROS PULMONES


Han ejecutado un arboricidio en el patio de la Basílica de San Francisco, lo primero que veo cuando me levanto y me asomo a la ventana. Pienso en los gorriones (no veo a las palomas ni a las urracas por ninguna parte) que no tienen dónde cobijarse, y menos mal para ellos (porque para nosotros es más mal) que hace tiempo no cae una gota en Madrid, al menos en esta zona del Centro, donde vivo, y donde hasta hace poco podía verse ese patio tan poblado en primavera y en todo el verano, pintando de verde el entorno, que ahora parece agonizante porque no hay ni una sola hoja en ningún árbol, y sin árboles a la vista los amaneceres no son ya apacibles (parodiando el título de aquella novela de las tantas que nos impusieron en la Cuba de entonces donde sólo se podía leer lo que el gobierno autorizaba). Pero eso no viene al caso. Y creo que ya no viene a ningún caso…

El caso es que me gustan los árboles, y como hay mucha gente a la que parece no gustarles, unas veces los talan buscando material para fabricar papel y otras, las peores, los destruyen mediante incendios provocados que es un panorama ya acostumbrado en cada nuevo año, por la desidia y la tolerancia del poder que no es capaz de evitar que esos maleantes sigan quemando bosques y amenazando a la atmósfera saludable de un país que sin árboles está condenado a morir sin remedio…

José Martí amaba los árboles, al punto de que escribió: “sembrar un árbol, tener un hijo y escribir un libro…” que eran para el Apóstol las 3 cosas fundamentales para que un ser humano pudiera llamarse con ese calificativo. Yo he sembrado cientos de árboles, he tenido 3 hijos, y he escrito algunos libros, de los que han visto la luz sólo unos pocos, porque un día me levanté mareado de tanta literatura y me dije que si no podía escribir una obra como La Montaña Mágica, no merecía la pena continuar “emborronando” cuartillas (ahora electrónicas) para que mis obras se publicaran y a los 3 meses nadie se acordara de ellas. Mejor sembrar (y cuidar) árboles, que con toda seguridad hacen más bien a la humanidad que cualquier libro de esos millones que a diario se publican y que corren esa suerte de la intrascendencia y el olvido…

Y así vivo mis últimos años, añorando el verde, color que por cierto no me gusta nada en el vestuario ni en otras manifestaciones, pero sí en el que nos regalan esas áreas verdes que tanto bien nos hacen y que estamos perdiendo lentamente, porque a algunos cerebros estrechos que controlan y gobiernan el panorama no acaba de entrarles en sus meollos (si es que los tienen) que la Naturaleza existe para beneficiar al hombre y por lo tanto hay que cuidarla, no destruirla…

Augusto Lázaro

@lazarocasas38

pd: hoy precisamente cayó agua en Madrid, aunque no demasiado, pero al fin cayó…

lunes, 18 de diciembre de 2017

¿AMIGOS? SOLO UNOS POCOS


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Defender una buena causa es loable. Y tener amigos (¿) que te secunden es estupendo. Pero ¡cuidado! Los falsos amigos, que abundan más que los verdaderos, pueden dejarte solo en el momento en que su presencia te haga más falta. Ser pesimista tiene su encanto: nadie puede traicionarte, porque a nadie le das esa confianza que tan segura te parece en algunos, hasta que el desengaño te convence de que cometiste el error de confiar demasiado en quienes no debiste confiar. Pero lo peor es que cuando llegue ese momento, será ya demasiado tarde. Entonces comprenderás al fin (si todavía no lo has hecho) que estás solo, y solo tendrás que resolver tus problemas y los problemas de los demás que desees resolver…

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Desconfía de las personas que presumen de tener cientos de amigos: nadie tiene cientos de amigos: los verdaderos amigos (que se prueban en momentos difíciles) no pasan de 4 ó 5. Los demás son conocidos o compañeros de estudio o de trabajo y nada más. Por eso hay refranes que señalan que uno debe cuidarse de los llamados amigos, pues los enemigos ya se conocen y por muchos intentos que hagan por no parecerlo, siempre serán enemigos. Las grandes traiciones sólo pueden llegarte de las personas que tratas, a veces como amigos, ningún enemigo puede traicionarte, pues como enemigo al fin tú lo conoces bien y no puede hacerte ninguna trastada. Pero ojo con los amigos, que no todos son verdaderos. No reconocer este aserto ha costado más de una traición, incluso más de una vida, porque confiar es bueno, pero tiene sus límites, y cuando esos límites se pasan y se toleran, aparece lo que después nos miramos al espejo y nos decimos “¡qué tonto he sido!”, “¿cómo pude confiar hasta ese límite?” Pero ya es demasiado tarde: el puñal trapero ha penetrado en tu carne (simbólicamente) y saldrá de ella ensangrentado, dejándote roturas irreparables…

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Tengo la suerte de no necesitar de nadie (casi) nunca. Pero las veces que he necesitado de alguien, quien me ha brindado su ayuda es… (oigan este soneto de autor ignorado):

Escucha, Fabio, tu mejor amigo / es aquel a quien nunca protegiste. / Si a un amigo favores mil hiciste / y uno dejas de hacerle, es tu enemigo. / Brinda al extraño protección y abrigo / y no te pese, que si bueno fuiste / quién sabe si otro pobre a quien no diste / su pan alguna vez parta contigo. / El extraño te pide, y agradece / lo que tu mano en su dolor le ofrece / porque nada con ello le has pagado. / En cambio, del amigo que más quieras / tonto serás si gratitud esperas. / ¿Le hiciste un bien? ¡Estabas obligado!...

Augusto Lázaro

@lazarocasas38


lunes, 11 de diciembre de 2017

A DORMIR, QUE SON DOS DIAS

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Misántropo no es quien odia a la humanidad (especialmente al sexo masculino) sino quien detesta contactar con personas insípidas que nada bueno pueden proporcionarle. Soy uno de ellos y puedo confesarles que me siento feliz de poder aprovechar todo mi tiempo sin perderlo en conversaciones idiotas con personas que parece que de tanto hablar han perdido la perspectiva de aquel refrán que dice: "quien mucho habla, mucho yerra" No y no. Hay que aprender no sólo a decirlo, sino a usarlo (el NO, por supuesto): eso traerá mucho bienestar, mucha paz y sobre todo, sentirse bien consigo mismo...

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Hay muchas maneras de perder el tiempo: durmiendo. Conozco a más de uno que duermen -increíblemente- 16 horas diarias, casi como un koala, con varias siestas. Así como se lee: varias. Pero la razón no es la edad (mis casos citados todos pasan de los 65 años, lo que parecería una contradicción, pues desde pequeño siempre oí y leí que a mayor edad menos necesidad de sueño, pero en fin), sino yo pienso que es porque simplemente esos casos no tienen nada que hacer despiertos y sus organismos se han acostumbrado a “matar el día” durmiendo, pues si se mantienen despiertos y no tienen nada que hacer (o ellos así lo piensan), se aburrirían espantosamente. Y no hay nada peor que pasar las horas aburridos sin hacer nada, que en esos casos el reloj casi no camina y el tiempo demora mucho más y por tanto, el aburrimiento y la pesadez aturdirían mucho más a los durmientes “sin oficio ni beneficio” en las veladas obligatorias. Son los casos que lo mismo se duermen viendo la televisión que esperando en la cola del autobús, o ya en él, durante la travesía que tengan que hacer. ¿Quién entiende a la ciencia que tantas pifias comete?

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Si usted es observador y cerca de su casa hay un bar frente al que usted debe pasar cada día, habrá notado que casi todos los clientes son siempre los mismos, la mayoría personas de avanzada edad o que no tienen trabajo, que se pasan los días en ese lugar tan pintoresco, tomando el mismo vino o la misma caña, y discutiendo de fútbol, de política, o de asuntos personales propios de la vida que según ellos les ha tocado vivir en sus años de ocio, qué remedio. Me pregunto si ese es el destino que nos tocará, obviando la infinidad de actividades y lugares existentes en ciudades como Madrid, para “matar” el tiempo en bares de donde tras pasar unas horas y llegar a su casa nadie se pregunta: ¿he aprendido algo?, ¿me ha servido para mejorar mi vida esa estancia? Seguro que no. Y si se lo preguntan, pensarán que esa es su vida y ese es el lugar donde deben y quieren terminarla… y los más jóvenes, simplemente habrán aceptado la idea de que les resulta imposible encontrar un trabajo digno u otra forma de pasar cada día de sus jóvenes vidas…

Augusto Lázaro

@lazarocasas38

lunes, 4 de diciembre de 2017

PODEROSO CABALLERO


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El dinero se ha convertido en la fuerza que mueve el mundo, aunque hay millones que aseguran que siempre lo fue. Quizás tienen razón. Sólo que hoy esa fuerza lo domina todo, incluyendo la voluntad de los seres humanos. O sea, que todo (o casi) se hace por dinero o con esperanza de conseguirlo. Desde el nivel de contenido de los litros de leche o demás envases de productos lácteos (que ha bajado algunos milímetros o más) hasta los ordenadores (computadoras) que ahora vienen totalmente sellados: tanto han usado la imaginación, que es prácticamente imposible abrir uno de esos equipos en casa, solo, sin otra ayuda que su necesidad (o deseo, costumbre, etc.) de sacarle la batería, porque a ud le gusta usar el equipo siempre conectado a la red eléctrica. Pues no: el dinero manda. Si es su caso, olvídese: no podrá abrirlo, haga lo que haga: tendrá que llevarlo a donde lo compró, para que un señor, en un cuarto oscuro, sin que ud lo vea, le haga "el favor" de sacarle la batería, claro que obrándole cierta cantidad por ese "enorme" trabajo, destinado únicamente al vendedor que sumará muchos euros a la empresa que le paga por hacer algo que si ud estuviera en ese cuarto oscuro aprendería a hacer fácilmente en su casa… Y así en todo… Cuestión, que "poderoso caballero..." etc. Lo tomas o lo dejas...

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No hay una sola acción del ser humano que no esté determinada, directa o indirectamente, por el dinero. Cualquier aspiración que se tenga en la vida tiene como fondo obtener esa preciosa varita mágica que abre todas las puertas y ofrece todas las posibilidades. Un hombre sale a la calle sin dinero y no puede hacer nada que no sea caminar y mirar la gente y el paisaje a su alrededor. Y si esa situación es permanente, su oficio será mendigar para sobrevivir y nada más. Por eso todo aquel que estudia, se supera, aprende algo, sigue cursos, etc., tiene un solo fin: ganar dinero, pues aunque existan (todavía) en nuestro mundo unas pocas madres Teresa, tendrán que acudir irremisiblemente al dinero que reciban o en su lugar a las dádivas alimenticias obtenidas por dinero de otras personas, pues gratis no hay nada, aunque algunas cosas (como la enseñanza) lo parezcan: detrás de cada gratuidad se esconde lo que alguien ha de pagar por ella, generalmente toda la población por vía de impuestos, donaciones u otras acciones llamadas altruistas, por darle un nombre honroso y a la vez escaso…

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Sí, es una pena que sea así, pero aquel amor que movía (dicen algunos) el mundo antaño, digamos en el siglo de oro, ya hace rato que pasó a la historia: ahora ninguna mujer de alta sociedad se casa con un pobretón, aunque éste sea todo un erudito y persona decente, honrada y sincera. Este es el mundo que nos toca y contra eso luchar es cosa de ingenuos románticos. Al menos no conozco a nadie que esté dispuesto a dar su vida por ideales que defiende, siempre que detrás de esa defensa tenga un soporte, además de intelectual, monetario, pues hasta hacer una pancarta protestando por algo cuesta dinero. No hay vuelta que darle: el poderoso caballero controla nuestras vidas y convierte nuestras luchas y nuestros esfuerzos en alcanzar ese solo objetivo. Al final, todo el fin termina en lo que se va a obtener monetariamente. Sin eso, nadie haría nada y la gente se sentaría en un parque a hablar de fútbol… o peor, de política…

Augusto Lázaro

@lazarocasas38