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domingo, 28 de diciembre de 2014

MEJOR 2 FAVORES

Tener que soportar a personas que me encuentro sin tener las mínimas ganas de encontrármelas, pero que es inevitable encontrármelas en el ascensor o en las escaleras o en la planta baja del edificio, a las que tengo que saludar, porque esa es la educación que recibí de mis padres y de mis maestros desde la primaria, y aunque me haya prometido a mí mismo montones de veces volverme cada día más ácido con la humanidad, no me queda más remedio que tener ese contacto con ella (con la humanidad) representada por estas personas con las que me encuentro día a día, que no sé qué pensarán de mí, quizás lo mismo que yo de ellas, que me gustaría no tener que encontrármelas en ningún lugar y así saldría a la calle con una sonrisa casi oculta tipo monalisiada y no necesitaría ejercer esa diplomacia que para mí no es más que hipocresía, de decir buenos días, señora Tales, ¿cómo sigue su marido?, y la señora Tales lo menos que tiene es ganas de decirme cómo sigue su marido que debe estar ya en la última fase de su itinerario vital, según comentarios que oigo al pasar, porque no me interesa detenerme y enterarme de lo que le sucede al marido de esa señora ni al edificio en pleno, pero tengo que oírlo de refilón después de saludar a los inquilinos que conversan en los bajos antes de salir o al llegar de la calle.
Cuando salgo, no me detengo en los bajos ni siquiera un minuto, porque no me interesa conversar con nadie sobre ningún asunto, enseguida estoy en la calle dispuesto a pasar un día más como pasé ayer el día de ayer y como pasaré mañana el día de mañana, sin apenas cruzar varias palabras con algunos vecinos o si por mala suerte me encuentro en la calle con algún conocido con el que tenga que intercambiar saludos y frases sin ton ni son ni nada, porque ningún tema me llama la atención y lo que deseo es no ver a nadie que conozca, seguir hacia la parada del autobús, recorrer mi trayecto y así matar el día, hasta que me dé por regresar y entonces ya no volveré a salir en lo que queda de jornada.
Así me siento bien, pero cuando no tengo que hablar con nadie me siento mejor. Solitario empedernido, me dijo un día la portera, que siempre está atenta a ver si descubre alguna arista que le permita zarandearme un poco, porque dice que deperdicio mi pobre existencia en el dolce far niente (se ve que no se imagina cuánto tiempo dedico a no desperdiciar mi vida, leyendo los libros de la biblioteca, entre otras tantas cosas que hago, pero no pienso informárselo, hay que tener cuidado en esto de informarle a los demás algunas aristas íntimas de la vida, pues son armas que un día pueden volverse contra quien informa por pecar de gente abierta, extrovertida, simpática, etc.), y la portera, pues bueno, parece que su marido le da más importancia al fútbol que a sus deberes como tal, o será por el desgano que da una relación matrimonial de tantos años en la que como en casi todas el amor eterno que quizás se juraron sólo duró un par y ahora lo que quisieran es largarse cada uno con su música a otra parte y adiós, pero permanecen juntos porque no se atreven a romper la relación, el uno porque en vez de esposa tiene una sirvienta que le cocina, le lava, le plancha, le limpia la casa, y la otra porque aunque ya no aguanta más hacerlo todo mientras el huevón se tira en la cama cuando no está viendo la TV o si acaso leyendo el periódico, sentado muy cómodo, y cuando quiere darse un trago le dice a ella que le traiga un buchito de cualquier brebaje y a gozar descansando o viceversa, sabe que de quedarse sola le será muy difícil a su edad y con su estampa encontrar a alguien que se haga cargo del paquete con todo lo que implica: hacerse cargo de otras cosas no muy alentadoras, como los hijos ajenos, por citar un solo complemento.
Eso es la pareja moderna cuando pasan los primeros años, edulcorados con ilusiones y mentiras, como las que nos disparan esas organizaciones para mayores que se empeñan en enseñarnos lo hermosa que es la vejez que ellos llaman la tercera edad. Vaya mierda de tercera edad... Nada, que no tengo remedio, lo acepto y lo confieso y asumo las consecuencias que vivir como vivo dicen algunos que me traerá algún día. Quién sabe. Pero qué voy a hacer, mi mamá me lo decía a cada rato: "hijo, mueres en tu ley". Palabras sabias y certeras. Por madre y por vieja.
Pues desde que leí EL EXTRANJERO me sentí al absoluto identificado con Meursault, y entonces recordé de pronto lo que mi padre me repetía para que se me quedara interpretado (esta palabrita es de mi madre) en el meollo y que yo he convertido en la raíz de mi filosofía de café con leche (la mejor filosofía porque está acompañada de esa tan rica combinación alimenticia disfrutable): "hijo, oye esto: el que me saluda me hace un favor... el que no me saluda, me hace dos" y yo me reía, siendo niño, sin darme cuenta de la real enseñanza que tenían sus palabras que ahora son mías  y aplicables diariamente, deseando que cada persona que conozco me haga dos favores, en lugar de uno...

Augusto Lázaro

@augustodelatorr

próxima entrada: otra vez Encarni, ¿hasta cuándo?

lunes, 22 de diciembre de 2014

LA HISTORIA Y LA VIDA

Me gusta la biblioteca: estar dentro y registrar los estantes llenos de libros ordenados, y pasarme horas revisándolos, escogiendo según la lista que traigo donde anoto los títulos que pienso sacar, en caso de que no se los haya llevado algún zoquete que quizás en las primeras páginas los suelte y los deje abandonados sobre alguna repisa polvorienta de su casa y entonces yo tenga que esperar que los devuelva cuando se acuerde. Siempre me detengo frente al estante de las novedades (últimamente, según me dice una de las bibliotecarias de control, con esa estupidez de los recortes por la no menos estúpida crisis, llegan muy pocos libros nuevos, y tienen que colocar algunos no tan nuevos para mantener la ilusión del estante de las novedades que no son tan nuevas como pueden creérselo los que vienen a jugar con Internet en lugar de coger un par de libros y ponerse a leer en sus casas a ver si les entra un poco de cacumen que buena falta les está haciendo) antes de ir a ver la narrativa, que es lo que más saco, y seleccionar hasta 3 que es lo que permiten en la circulante. Y en eso le doy un tiro al tiempo, que se paraliza un poco, aunque enseguida continúa su larga travesía el muy empecinado.
Me gusta la bibliotecaria más delgadita, es como un gorrioncillo que se mueve de un lado a otro, y procuro que sea ella quien me atienda siempre, aunque ahora con esa máquina que han puesto para que el usuario no tenga que pasar por el control ni hablar con ninguna bibliotecaria a no ser cuando va a devolver los libros que antes sacó, que para eso sólo tiene que decirle buenos días y a viaje, me quedo con las ganas de ver su sonrisa y oír su voz de cerca. Cualquier día voy a sacarle una foto con mi móvil sin que se dé cuenta.
En la biblioteca hay de todo, tanto de lo que sería lógico encontrarse en una biblioteca como de lo que es ilógico, además de los empleados que no distinguen entre una novela negra nórdica y un estudio sobre la diversidad del entorno paulatino en la composición de los riesgos de invertir en bolsa, lo que no me sorprende, porque yo tampoco entiendo ni un pisto de ese berenjenal impreso, así que los justifico, o mejor dicho, justifico su ignorancia, que es la misma mía, vamos. Pero es que entre los usuarios los hay de observa y mira, y algunos, creo yo, no parecen muy lectores. Unos con los ordenadores buscando quién sabe qué carajos en Internet, y otros registrando la prensa escrita, para no caer en la ignorancia total de las cosas que pasan en este planeta que no es infinito como afirman tantos. Pero hay otros que vienen por vídeos de películas, que también están en la circulante, y se los llevan para deleitarse en sus casas con las locuras de algún aventurero de cine barato o con el sex-appeal de alguna maravilla corpórea de portada de revistas para personas muy inteligentes... por ejemplo. Como dije, de todo, como en la viña del Señor (no sé a qué viña ni a qué señor se refiere esta frasecita tan repetida, otra laguna que tendré que llenar algún día, y en esto los libros al seguro me ayudan. Creo yo)...

pd: y con este post llego a la hermosa cifra de 300 entradas en La Envolvencia... a ver cuántas más puedo hacer, escapándome de La Pelona, cosa muy difícil como todo el mundo sabe...

Augusto Lázaro

@augustodelatorr

http://elcuiclo.blogspot.com.es

domingo, 14 de diciembre de 2014

HACIA EL COMIENZO DE LA NADA

La poesía sirve para muchas cosas, entre tantas, para desahogarse cuando se tiene el agua bordeando el mentón y no hay ningún socorrista que lance un salvavidas. Quisiera lanzar al espacio todo el optimismo que cabe en mis entrañas, pero la realidad del mundo que me ha tocado vivir me obliga a poner los pies sobre la tierra y plantar cara en firme a la tendencia romántica de edulcorar la realidad que nos rodea. A veces enfrentarse a la realidad es más saludable que engañarse a sí mismo e intentar, con ello, engañar a quienes conocemos.
García Lorca dejó escrito que “todas las cosas tienen su misterio... y la poesía es el misterio de todas las cosas”. Cierto: porque adentrarse en el mundo mítico de la poesía es conocer el misterio y no intentar descifrarlo, pues en la poesía y en el misterio radica el encanto de no saber, de dejar a la imaginación ese a veces “triste y dulce” encanto de los versos que nos hacen recordar, sentir, y siempre emocionar...
LA NADA ABSOLUTA
Espantado de todo me refugio en nadie.
La nada me rodea y se empeña en machacarme
perforando mi coraza de acero intangible
que no resiste el peso de lo cotidiano,
agobiante y a todas luces inobviable
a pesar de mi todavía latente deseo
de luchar contra ella, inútil lucha
perdida de antemano por la equivalencia
de su  fuerza a favor y de mi loca pretensión
de enfrentarme a lo visiblemente obvio:
he perdido, eso es todo,
así de simple y de terrible,
el haz de luz oscura anocheció mi tiempo
y yo no me di cuenta hasta hace poco
cuando ya no tenía chance
ni oportunidad de intentar un último arrebato
de evadir la derrota... y quizás después
la muerte...

Augusto Lázaro
@augustodelatorr

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domingo, 7 de diciembre de 2014

ESPAÑA EN EL CORAZON

1

España se está convirtiendo, con velocidad de crucero, en el país de la Unión Europea donde prima todo lo negativo que puede mostrar una sociedad moderna. Un ejemplo de ello es la comparación (no odiosa sino dolorosa) del número de aforados que tienen algunos países occidentales:

Reino Unido.........................0
Alemania..............................0
EEUU...................................0
Italia....................................1
Portugal...............................1
Francia..............................21 (miembros del gobierno)
España........................17,621

Esto, además de una desvergüenza tolerada por el gobierno, la oposición, los sindicatos, el Poder Judicial (dependiente), y todos los organismos e instituciones públicas, constituye un avance espeluznante de lo que nos espera en un país que es incapaz de eliminar de una vez sus gravísimos problemas y defectos y se enzarza en cuestiones baladíes que no tienen importancia y que no afectan realmente a los ciudadanos, sobre todo a los de a pie, muchos de los cuales se han acostumbrado a que lo que en cualquier otro país sería un puntual inaceptable, en el nuestro es, desde hace tiempo, lo más normal que puede esperarse de una sociedad enferma que ha perdido el norte y se dirige, al parecer, inevitablemente, al descrédito internacional que ya está apareciendo en muchos medios en todas partes del mundo.

¿Debemos aceptar esta situación? ¿Qué podemos hacer los que amamos a España para rescatarla de la mediocridad, de la incapacidad, de la condena a malvivir elevando a categoría de héroes a personas que no pasan de ser “destacados” en algunas manifestaciones menores (y a veces negativas como la “telebasura”)? Ahí les dejo la pregunta. Yo sólo tengo la preocupación y no dispongo de medios para ayudar a esta difícil empresa regeneradora.

2

Uno de los principales problemas que confronta España es la ilimitada tolerancia con la delincuencia y hasta la criminalidad más grave. Es demasiado frecuente en los medios la noticia de excarcelaciones de personajes que en otro país se pudrirían encerrados, y que en el nuestro muchos magistrados que parecen o bien amenazados o bien comprados con dinero --justificándose con su personal interpretación de las obsoletas leyes que el flamante Poder Legislativo (el Congreso de los Diputados) no puede, o más bien no quiere cambiar de una vez para acabar con tanta tolerancia que tanto irrita al pueblo-- ponen en libertad, a veces sin siquiera cargos ni fianzas. La mano suave sólo conduce al endurecimiento de las actividades criminales (la historia lo confirma): al enemigo no puede combatírsele con pétalos de rosa edulcorados con jarabes de tolerancia. A día de hoy puede notarse a dónde nos ha conducido esa lamentable equivocación: aumentan los actos delictivos y violentos, y la calle se va convirtiendo en escenario de batallas campales con vándalos, delincuentes, ultras y otras yerbas a las que la policía detiene (inútilmente) y los magistrados devuelven a las vías públicas para que continúen amedrentando y amenazando, golpeando y destruyendo, mostrando ante turistas extranjeros una visión muy desfavorable de un país que hace unas décadas no se parecía en nada a esto que hoy es cosa normal acostumbrada al ojo público.

3

Pero como contrapartida, un problema que no acaba de resolverse es la intolerancia con “el otro”, característica al parecer mayoritaria en la sociedad española actual. Es casi imposible encontrar un interlocutor que esté de acuerdo con opiniones contrarias a las suyas, lo que provoca un distanciamiento únicamente salvable cuando se acostumbra a decir SI a cualquier otra opinión o punto de vista, si no queremos entrar en discusiones inútiles que sólo nos provocarán alejamiento del “otro” que se mantiene firme en sus convicciones sin aceptar ni una sola vez que puede estar equivocado o no tener razón. Actitud que parece cosa de poca monta, pero que puede provocar una reacción unilateral en una sociedad que poco a poco se va acostumbrando a que hay cosas imposibles de contradecir, como ha ocurrido recientemente con la cacareada consulta soberanista de Cataluña, de la que ningún medio español se atrevió a manifestar en sus locutores, articulistas, tertulianos, columnistas, etc., la menor discrepancia con el pensamiento único (totalitario a lo cubano) de que LA CONSULTA (o sea, pedir al pueblo su opinión) ERA ILEGAL... Sólo en regímenes comunistas como Cuba o Corea del Norte se entiende esa actitud de que consultar la opinión de una ploblación resulte ilegal. La democracia, en España, con esta intolerancia que debería aplicarse a los infractores de la ley y no al pueblo catalán, está padeciendo de una enfermedad muy dañina que puede conducir a resultados realmente lamentables y sobre todo, ¡peligrosos!

Augusto Lázaro


@augustodelatorr


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