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domingo, 24 de octubre de 2010

SIEMPRE LA AUSENCIA


Ironías de la vida, o de lo que llaman quienes creen todavía, del "destino": hace muchos años escribí un poema por una ausencia que padecería desde mi país: se marchaba una muchacha a la que había amado intensamente, después de una larga relación sentimental que parecía encaminarse hacia la eternidad, a pesar de que yo estaba conciente de que la "eternidad" no existe, y menos en el amor, que es tan voluble a veces que cuando se cree que se está comenzando de pronto se termina. Y esa muchacha venía hacia aquí, a este país que muchos años después me acogió como a uno más, donde por supuesto, no la encontré, porque tampoco la busqué: ya en ambos sentimientos había otras pasiones que nos alejaban sin ninguna posibilidad de reencuentro. Y qué casualidad: ahora yo soy quien ve marcharse hacia su país natal, al otro lado del Atlántico, a otra mujer que aunque no llegó a ocupar totalmente mi sitio de sentir amor por los demás, sí llegó a convertirse en algo que estuvo a punto de constituirse en imprescindible, cometiendo otra vez un error injustificable (a mis años) al pretender que había algo, alguien, de verdad imprescindible, cuando por experiencia propia y hasta ajena sé también que al igual que la eternidad, nada imprescindible existe.

Reproduzco aquel primer poema, con la promesa de reproducir el segundo una vez que la destinataria haya partido, para no entristecerla más de lo que -creo- ya estará pensando en su próximo viaje... esta vez, también, sin retorno posible.

PERO ES QUE TU TE VAS

Tal vez te extrañe mi silencio,
este silencio que me muerdo todas las mañanas
cuando son terribles los deseos de marcar tu número
y escuchar tu voz como una queja de guitarra
y decirte todo lo que se me ocurra,
invitarte a almorzar a cualquier sitio,
etcétera.

Pero es que tú te vas,
irremediablemente tú te vas y yo no tengo
ni valor ni derecho
para decirte: quédate en mi isla,
en esta isla que tiene tanto que decir a todo el mundo,
y vamos, juntos, en medio de las sombras y el horror,
a inventar una nueva ternura,
porque en tus ojos cabe toda la ternura de la Tierra...

Te vas y yo me quedo en estas calles rotas
distrayendo la nostalgia
en algún parque solitario y propicio
con alguna muchacha de diez y ocho o veinte años.
Quizás pienses en mí
mientras caminas por los adoquines húmedos
y respiras el olor helado de las flores
y ves los techos de pizarra parecidos
a los techos de Santiago
(porque Santiago puede recordarse
en todos los pedazos de la vieja España).

Envíame unos libros
-esos libros tan bellos que se imprimen allá-
y unas cuchillas de afeitar
y por supuesto una foto en colores:
seguramente lucirás espléndida
con tu pelo ya bastante largo y con tus dientes
tan blancos y parejos que parecen de losa.
Y escríbeme
y háblame de la nieve
y dime cómo se refleja el sol en el Mediterráneo.
Me sentaré a leer tus cartas
en todos los lugares que conocimos juntos
hasta que encuentre otra ternura en otros ojos
que nunca hayan visto cómo cae la nieve
y nos quedemos buscando el amor
que tú nunca encontraste:
el amor que yo eocontré en tus ojos
cuando comenzaron a llorar aquella noche
que me lo confesaste...

Augusto Lázaro

martes, 19 de octubre de 2010

MEDIOS MANIPULADOS

Es curioso cómo los llamados medios de información masiva manipulan sus noticias según los intereses de quienes pagan a quienes escriben y se encargan de llevar a millones de lectores, de oyentes y de televidentes, las informaciones sobre cada suceso o cada aspecto que puede interesar a esta sociedad, aunque cada vez más estas cosas interesan a menos gente, quizás por esa manipulación que los ciudadanos --que no son tan tontos como creen quienes dirigen esos medios y ordenan a sus comunicantes lo que tienen que publicar-- comprenden y valoran.

Dos casos recientes están a la vuelta de la esquina: unos medios que, en un buen porcentaje se afanaban en negar la existencia de Dios y en arremeter contra la iglesia (cuya historia, por cierto, no es como para enorgullecerse), ahora, tras las declaraciones del científico Stephen Hawking, se afianzan en una defensa a ultranza de esa existencia hasta llegar en uno de ellos a leerse que "¡el que no existe es Hawking!". Realmente ridículo. ¿Qué respeto pueden inspirar quienes ni siquiera son capaces de ser consecuentes -siempre- con sus postulados, sean de la idea que sean?

El otro caso es el de las corridas de toros. Si algún extranjero visita España y lee sus periódicos, oye sus emisoras, ve su televisión, pensará que aquí en este país ABSOLUTAMENTE TODO EL MUNDO está a favor de ese espectáculo deprimente, lamentable y salvaje. No aparece en ninguna página ni se oye en ninguna emisora a nadie que se manifieste en contra de esas corridas, de ese montante que han tenido la infeliz ocurrencia de llamarlo la "fiesta nacional" (yo tenía entendido que la fiesta nacional era el 12 de octubre, qué equivocado estaba... ¿o es que hay dos fiestas nacionales?). Luego hay que soportar que proclamen abiertamente que en España cualquiera puede opinar libremente sobre cualquier asunto. Pues trate usted de dar una opinión contraria a las corridas a ver dónde puede publicarla. Y después cuéntame.

Con la situación general del país sucede algo parecido. Y el lector de periódicos generalmente se "suscribe" a un diario, que lee cada día, dejándose influenciar por su inclinación ideológica, y terminando, con tanto golpe de martillo a su ingenuidad, por creer que "la verdad" que proclama ese diario que lee es "la única verdad", o como dicen algunos, "la verdadera verdad", sin detenerse a pensar que no existe una verdad total y absoluta, por mucho que algunas corrientes filosóficas intenten demostrarlo (sucede igual con las emisoras de radio y los canales de televisión). Otros intentan demostrar lo contrario. Pero en todos los casos seguimos dejándonos manipular por una corriente de opinión que puede estar errada o distar mucho de acercarse a lo que más se aproxima a "la verdad".

Porque sucede con los seres humanos lo que con las firmas comerciales: el cuento (no sé si real o de ficción) del "guajiro" que fue a comprar un radio receptor a una tienda y conminó al vendedor a que le vendiera "el mejor radio que tenga, la mejor marca". El vendedor, desde luego, bien orientado por su patrón, le entregó el radio más caro, que tenía un diseño realmente agradable. Supongamos que ese radio era de la marca Motorola. Cuando el guajiro llegó a su casa y encendió el aparato, lo primero que oyó fue un anuncio (faltaría más) que decía: "compre un Selena, el radio receptor más calificado, más seguro y más garantizado del mundo". Imagínense el "cabreo" del pobre hombre que lanzó su equipo contra la pared, pero después lo pensó más y con él destrozado se acercó a la tienda y...

Pues eso pasa con los medios, que cada cual proclama lo que conviene al interés de sus dueños, y si usted lee la información sobre un suceso de importancia, social, cultural, político, verá que cada diario le dará una versión distinta a los demás. Una vecina me dijo una vez que ella sólo leía los horóscopos de cierto periódico, "porque esos son los verdaderos". Para reírse. O para llorar, pensando que la ingenuidad, por no llamarlo de una forma ofensiva, tiene límites inescrutables. Le dije: mira, compra 10 revistas y 10 periódicos, y lee los horóscopos de todas y de todos. Si encuentras 2 que digan lo mismo, te invito a una cena en el Ritz... Ya pueden imaginarse lo que hubiera sucedido si la buena vecina me hubiera hecho caso... Sería bueno que quienes creen en esas predicciones "mágicas" hicieran esta prueba.

Y así se comprueba que es muy cierto lo que proclamó no sé quién sobre las únicas cosas que en el mundo son ciertas: "la muerte... y la estupidez". Lo demás, queridos amigos, es cuestión del cristal... Si no, hagan la prueba de la vecina con cualquier asunto, no sólo con los horóscopos. Y ya me dirán.

Augusto Lázaro

viernes, 15 de octubre de 2010

¿VIDA NUEVA?


¡Año nuevo, vida nueva! Cuántas veces usted mismo se ha repetido esas palabras. Y después de tragarse la última uva, ¿ha comenzado realmente una vida nueva para usted? Posiblemente no. Porque el ser humano se pasa toda su vida prometiéndose cosas que (sabe que) no va a cumplir. Es natural. A veces las promesas nos hacen soportar los avatares de la vida, aunque jamás las cumplamos. Porque como dice Cervantes en su obra mayor: "la felicidad no está en la venta, sino en el camino". O sea, que para "el caballero de la triste figura", la felicidad consistía en la búsqueda, no en el encuentro. Y quizás tenía razón el Quijote: ¿cómo pudiéramos soportar los avatares de la vida sin soñar, sin buscar lo que deseamos encontrar, aun sabiendo que no vamos a encontrarlo? Como me dijo un amigo cubano/español en estos días: "Compadezco a un hombre (a una mujer) que no sueñe... despierto. Porque soñar despierto es mucho más bonito que soñar dormido"...

Los sueños nos alientan a seguir viviendo. Y a seguir soñando. Porque un sueño es como una esperanza de que nuestra vida cambie algo, lo mismo en el aspecto material que en nuestro mundo interno. Este año compraremos aquella batería de cocina que tanto nos gustó cuando la vimos, o ahora con el año nuevo podré al fin plantearle a Rosi que podremos casarnos y formar una familia. Pero todos los sueños dependen casi siempre de un cambio en nuestra situación económica. Porque ¿de qué vale un sueño, incluso realizable, si con él no contamos también con que para realizarlo tendremos que mejorar nuestra situación económica? Me dirán que no, que a veces el dinero no es fundamental. Y tienen razón: no lo es, pero podría repetirles una cuarteta que mi padre me decía cuando yo pensaba que por ser yo y por ser un niño, un muchacho, un estudiante sin entradas, tenía derecho a todo lo que se me ocurriera desear o pedir:

El dinero es un rey loco,
esa es la pura verdad.
No da la felicidad
pero le falta muy poco.

Siemnpre ha habido controversias sobre lo que plantea esta cuarteta, y hay muchos que sostienen ideas atrevidas, quizás realistas, como que la gente pobre es más feliz que la rica, porque el dinero trae preocupaciones, problemas, situaciones en verdad riesgosas y hasta peligrosas en muchas ocasiones. Pero otro refrán se encarga de poner en duda cualquier afirmación hacia un bando o hacia el otro: "la felicidad, en casa del pobre, dura poco". Volvemos entonces a la situación de los sueños: el hombre siempre desea lo que no tiene, y cuando lo alcanza, enseguida comienza a desear otra cosa. Y el hombre, todos los hombres de la Tierra, no despreciarían nunca una buena suma de dinero, porque saben que con él, no tendrán la total felicidad (que por otra parte, no existe), pero les faltará muy poco para sentir eso que tanto se le parece cuando se está en posesión de los medios que pueden hacernos la vida mucho más agradable.

Pero es de lamentar que en nuestra sociedad el dinero (la posición económica de un ser humano) sea determinante para que se abran las puertas en todas las instancias. Y a esta situación económica reconocida públicamente, se une ahora, desde hace algún tiempo, la limitante de la belleza física: si no eres bonita o apuesto, despídete, tendrás pocas oportunidades de triunfo, y si además no tienes una cuenta bancaria responsable, ni lo sueñes, aunque sea dormido. Porque entonces sólo podrás continuar aspirando sólo a eso, a soñar, sobre todo despierto, para mantenerte con vida y con deseos de seguir soñando, quizás esperando encontratte la venta al final del camino, acordándote del Quijote, y esperanzado en el lugar común tan manido de tan repetido y en estos momentos tan lejano de nuestro horizonte geográfico: "ya vendrán tiempos mejores"...

Pero ¡cuidado! Porque esos tiempos puede que lleguen para muchos... post mortem.

Augusto Lázaro

domingo, 10 de octubre de 2010

LA ESTRELLA DE BELEN

Todos los paises tienen sus figuras más representativas que generalmente se toman como símbolos de sus sociedades, sus pueblos y su historia: Cuba a José Martí, Argentina a San Martín, México a Benito Juárez, Venezuela a Bolívar, Estados Unidos a Washington, Francia a Napoleón, Italia a Garibaldi, Rusia a Pedro el Grande, Nepal a Buda, Tibet al Dalai Lama, India a Gandhi, Suráfrica a Mandela... y etc. España tiene a Belén Esteban, heroína nacional elevada a esta categoría por consenso de los medios de información masiva (prensa, radio, televisión, que cada día dejan la seriedad a los científicos y se toman la información a relajo) y que ha llegado a constituir un llamado "fenómeno mediático" estudiado incluso en algunas universidades.

BELEN ESTEBAN, sí señor. Si usted sale a la calle y pregunta, no habrá un solo español que no la conozca. Sin embargo, habrá millones que no conozcan a Agustina de Aragón, ni a Mariana Pineda, ni a José Ortega y Gasset, ni a Dámaso Alonso, ni a Miguel Hernández, ni a Pedro Duque, ni a Tamara Rojo, ni a Calatrava, Ramón y Cajal, Albéniz, y así sucesivamente usted se encontrará que estos nombres no le dicen nada a una gran parte de nuestra población, y a la vez hallará muchos, muchísimos, que no sólo conocen, sino que casi adoran a la Esteban, a quien siguen diariamente en sus múltiples comparecencias televisivas donde hace gala de sus infinitos méritos que la han colocado en tan alto sitial, con ese título que ya muchos le otorgan: heroína nacional, y hasta he oído (y leído) en algunos -por favor, que hablo en serio, no se rían- llamarla "la princesa del pueblo". Hombre, cosas peores se han oído, vamos.

El principal mérito de Belén Esteban (el que la ha llevado al más alto sitial de la teleaudiencia y de las informaciones del famoseo), es la lengua. Sí, señoras y señores: la lengua, la sin hueso, la suelta, esa que tanto poder tiene que incluso ha provocado guerras y enfrentamientos entre países, culturas y religiones. Hay que reconocerlo: Belén Esteban es una verdadera especialista en ejercitar ese ógano, especialmente delante de cámaras y micrófonos, haciendo gala de un talento rayano en la genialidad para usarlo y obtener, con su servicio, múltiples beneficios y su imparable ascensión hacia la fama (que ya traspasa los límites geográficos) y la fortuna. Sobre todo la fortuna. Porque entre las aspiraciones de Doña Belén Esteban (hay que darle el trato que merece su tan alta categoría) está la de llegar a ser la mujer más rica y (quizás dentro de poco) la más poderosa de España. Así como suena. Hombre, si ya casi lo es.

Noche por noche hay 5 millones de españoles que se acomodan en sus butacas preferidas para deleitarse viendo y oyendo a la Esteban despotricar de cuanta persona conocida en el cultísimo mundo del famoseo existe, sacarle los trapos sucios al más pinto de la paloma, lanzar al espacio los secretos más íntimos de señoras muy decentes, de caballeros muy honestos, de jóvenes muy correctos, y de todo aquel que pueda interesar a esa masa televisiva que experimenta sus orgasmos mentales ante tanta erudición chismográfica soltada al aire sin el más mínimo recato. Ya sale Belén... gran expectación... ¿qué traerá hoy? ¡Silencio!

--Que está hablando Belén, Raquelita, cállate, que no dejas oír.

Pues en las pantallas de millones de televisores aparecen, en sucesión cinematográfica, cuernos pegados, citas descubiertas, estafas cometidas, banquetes descompuestos, bragas encontradas en habitaciones de hoteles de lujo, de modelos mantenidas por grandes empresarios, tríos consentidos, detalles fraudulentos de operaciones económicas de personalidades del mundo del corazón, celos, insultos, desatinos, secretos revelados, apaños clandestinos, broncas públicas no divulgadas, vídeos tomados a los infragantis, conversaciones grabadas sin permiso, malas intenciones, palabrotas, gritos, pataletas, ripostas, desmentidos, acusaciones, juicios, denuncias, amenazas, ofensas, quejas, protestas, y un sinfín de palabras, gestos, actitudes, movimientos, siempre cruzando las piernas y mostrando parte de sus "encantos" que esta súper ninfa sabe hacer tan diestramente que no existe ninguna otra capaz de destronarla del lugar cimero que ocupa actualmente en este fabuloso mundo de la programación televisiva tan artística, cultural y educativa.

Sólo falta que Belén de el paso que sus fans le sugieren que dé: que se meta en política. ¡Ah, Catana! Entonces... ya no habrá gobierno ni oposición que se le enfrente: con toda seguridad Belén Esteban obtendría la mayoría absoluta en la primera vuelta, para dirigir los destinos de España, tan necesitada como está de alguien que tenga lo que a Belén le sobra para salir del peligroso camino hacia el abismo por el que transcurre lenta pero firmemente.

Augusto Lázaro

lunes, 4 de octubre de 2010

LAS HOJAS VERDES

Estamos en Otoño, pero los árboles del patio de la basílica de San Francisco el Grande continúan preñados de hojas verdes, muy verdes. Y las urracas y los gorriones revolotean a su alrededor, aunque cada día se ven menos, porque ya comienzan a emigrar hacia climas más cálidos. O eso creo. Dentro de menos tiempo del que pueda imaginarme llegará otra vez la Navidad. Y enseguida el año nuevo. Porque el tiempo, no sé si será una sensación muy personal, corre veloz, cada día más veloz, acercándome a situaciones, lugares y fechas que me parece que apenas ayer repetí una vez más, sin nada nuevo que agregar a mis años de visita en este mundo que me ha tocado, digamos que por suerte, para no parecer demasiado perismista.

Nunca me he detenido más de dos minutos a pensar si otro mundo (en el pasado o quizás en el futuro) sería -para mí- mejor que éste. No. Esas elucubraciones las dejo para mentes tan desarrolladas como la del científico Hawking, que ya está hablando de un posible (y yo creo que seguro) encuentro con extraterrestres, aunque no sé por qué se empeña en que todos los que vengan tienen que ser hostiles y no como planteó el director de Encuentros en la tercera fase, que ojalá fuera el derrotero no para extraterrestres sino para nosotros mismos, aquí en nuestra casa, llamada planeta Tierra.

Entonces me asomo a la ventana de mi habitación y observo los gorriones y las urracas que revolotean entre las hojas todavía verdes, y se me hace muy difícil aceptar que todo este esplendor de la Naturaleza en conjunción con la vida animal (y más allá de la vegetación, la humana) pueda desaparecer de la faz del planeta por culpa no de los extraterrestres sino de los seres humanos que pueblan esta esfera casi redonda donde tantos problemas inútiles se empeñan en hacer infelices a sus pobladores. Porque si lo analizamos, en el 90% de los casos, los problemas que acucian a los seres humanos son inútiles: no deberían haberse generado nunca. Sin embargo, no sólo se generaron, sino que aplastaron a quienes los padecieron durante demasiado tiempo, inevitablemente.

Y entre ellos sobresalen por encima de todos los demás, las guerras. Odiosas, absurdas, nefastas, capaces de producir daños tan irreversibles que millones de seres humanos no se sobreponen y padecen el resto de sus vidas las secuelas que ha dejado ese horror inventado por el hombre, al que yo, personalmente, no le veo absolutamente nada de positivo. Porque nada en esta vida ha producido y produce tanto dolor, tanto sufrimiento, tanta desgracia, tanta miseria, como las guerras. Y a pesar de todo, quienes las generan, las inician o las continúan, a veces son incrustados en la historia como grandes héroes a quienes los pueblos deben adorar y a quienes se rinden los más grandes honores, militares y civiles.

Pero vuelvo a mirar las hojas verdes y en mi recuerdo suenan los agradables y melancólicos sonidos de esa composición que Williams regaló al archivo del arte musical para deleite de quienes apreciamos la música como algo sin lo que no pudiéramos vivir. Las hojas verdes suena en mi memoria, y en mis ojos se graban las que pueblan esos árboles que yo sigo contemplando, deseando en mi interior, porque en este momento no tengo con quien compartir mis ideas, que, aunque en el otoño caigan todas y dejen las ramas totalmente desnudas, regresen otra vez en primavera, confirmándonos que todavía este planeta no ha sido destruido por la falta de amor y patriotismo universal de sus moradores...

Augusto Lázaro