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domingo, 27 de febrero de 2011

DEL NUEVO MUNDO

Anoche vi y oí en un vídeo en Internet la Sinfonía del Nuevo Mundo, de Antonín Voräck, y me he transportado con ella al "descubrimiento" (que muchos llaman encuentro entre dos mundos, término que me parece más correcto), pues esa música trasmite el sentimiento -y la sonoridad- de los aborígenes de la América del Norte, con su apacible nostalgia y sus himnos a la tranquilidad que fue -en algunos casos brutalmente- turbada por los nuevos amos que implantaron sus costumbres, su cultura, su religión, creyéndose seres superiores que poseían la facultad y el deber de llevar
la civilización a nuestras tierras americanas... pero quiero hablar de música, no de la colonización con sus "daños colaterales"...

Antonin Voräck nació en Nelahozeves, en la Bohemia checoslovaca, en 1841, y murió en Praga, en 1904. Sus obras tienen la característica de lo autóctono de su país incrustado en la música pos-romántica occidental,
y son reflejo fiel de la esencia de su tierra, pero su pieza más conocida es esta sinfonía, compuesta en 1893, una verdadera obra maestra que destila melodía en el tono apacible de aquellos indios que parecen resurgir entre las notas, perfectamente sincronizadas con las notas refulgentes que hacen a quienes la escuchan, aunque no estén acostumbrados a ese tipo de música, disfrutar de una sensación de bienestar y añoranza, como si estuvieran viviendo otra vez aquel tiempo que dejó su huella de romance, de tristeza, de amor...

Esta interpretación estaba conducida por un director que no conozco, y me puse a pensar, mientras la escuchaba y veía a los músicos y a los movimientos de quien los dirigía, en aquella grabación que oí (esa vez sólo oí) por una de las mejores orquestas sinfónicas del mundo, la de Philadelphia (en el estado de Pennsylvania, en USA), dirigida por Eugene Ormandi, superior por cierto a ésta de anoche, que no por eso pierde en calidad su representación...

Macarena y yo nos perdíamos en lo intrincado de la tienda ALCAMPO a oír nuestra música, pues a ella le gustaban estas piezas, y siempre me preguntaba, incrédula, cómo era posible que yo hubiera oído más de 500 veces los Cuadros en una exposición (con la imprescindible orquestación de Ravel), La gran pascua rusa, o el Concierto para violín y orquesta de Tchaikovski... la pobrecilla ignoraba entonces el enorme placer que se puede sentir al escuchar esas obras de arte, como dice uno de mis vecinos que también se deleita cada mañana con las grabaciones que oye en Radio Clásica. Avelino -así se llama- me lo dijo un día:

--Es que esa música lo hace a uno mejor persona.

Así de simple, como es el vecino. Pero Macarena no se conformaba con mis explicaciones y, curiosa como era, siempre me pedía más:

--Pues por mucho que a mí me guste una canción, o una de esas piezas que tú oyes diariamente, no creo que resistiría oírla más de diez veces... ¿no me estarás tomando el pelo?

Y así se nos iban las horas, a veces en su casa de Moratalaz, otras en la tienda, y otras en la FNAC, donde nos encontrábamos sin previa cita (o con el acuerdo telefónico para no fallar en el encuentro), y donde yo le enseñaba a distinguir entre lo bueno y lo especial, según mi punto de vista. A ella le gustaba mucho el Bolero, y a pesar de su constante reiteración de acordes y sonidos, lo saboreaba siempre. ¿Qué diría si le hubiera confesado que esa pieza de Ravel yo la había oído todavía mucho más de las 500 veces?

--Yo creo que la calidad de una orquesta aumenta o disminuye dependiendo de su director -le dije una tarde totalmente musical en la que hablamos sobre la composición de una orquesta sinfónica, que ella nunca había presenciado en actuación directa.

--¿Te refieres a esas orquestas sinfónicas?

--Sí, a ésas. Mira: esa sinfonía Del nuevo mundo que ya hemos oído varias veces, no se oye igual con cualquier director que con ese que yo pondría en el tercer lugar... Eugene Ormandi... lo que dirigen sus manos se convierte en arte mayor.

Y entonces le di mi opinión, que por supuesto, puede estar equivocada, sobre los directores de orquesta que ocupan los primeros lugares en toda la historia musical: sobre el primero creo que hay consenso, casi unanimidad: el mejor director de orquestas sinfónicas ha sido Arturo Toscanini. A partir del segundo puesto ya varían opiniones: yo colocaría a Leopoldo Stokowsky, que a pesar de su apellido no era ruso ni polaco, y en tercer lugar a Ormandi, por ejemplo... A veces pensaba que la aburría con mis meditaciones en voz alta, pero Macarena sabía escucharme y después darme su opinión, aunque no compartía mi dedicación tan extensa a esa música.

--A ningún tipo de música -me decía, sabiendo lo que yo le contestaría.

Y así recorríamos las ofertas que solían aparecer en la tienda, donde siempre comprábamos algo, porque a ambos la música nos era imprescindible. Un día me sorprendió oyendo con deleitación Still loving you, una balada de los Scorpions. Cuando terminó, me dijo:

--¿Y cómo es posible que te guste ese grupo que lo que hace es ruido, en lugar de música?

Tenía razón, pero los Scorpions grabaron 5 golden ballads que nada tenían que ver con sus demás interpretaciones efectivamente ruidosas.

--Pues mira, es que la primera vez que oí esa pieza yo estaba pasando un buen rato, con una compañía muy agradable, y eso tiene la música, que siempre nos hace recordar algo bueno que hayamos vivido, o alguien que hayamos querido... por eso me gusta esa balada.

Y es curioso cómo con la música, al igual que con un ser querido o con alguien que nos resulte muy agradable, el tiempo no corre, y cuando nos da por mirar el reloj nos damos cuenta de que lo que nos pareció apenas minutos resultó muchas horas... por eso el poder de la música, como el poder del amor, es inconmensurable, y a ambos poderes quizás debamos agradecer lo mejor de nuestras vidas, lo mejor de todo el tiempo que hemos vivido sobre la superficie de este planeta, bello y maltratado por sus propios hijos, en el cual estamos obligados a permanecer, al menos disfrutando de esos pequeños (o grandes) placeres, entre los que siempre quedará como uno de los principales la música...

Augusto Lázaro

PD: a mis lectores les recomiendo que no dejen de ver la película CISNE NEGRO (Black Swan), que a pesar de sus pequeños fallos es un bello espectáculo, y donde su protagonista, Natalie Portman, da una magistral lección de arte dramático, en una actuación sin precendentes, sin dudas merecedora del OSCAR que se concederá esta noche... al menos yo, ya se lo he concedido... y de ella hablaré en una próxima entrada.

martes, 22 de febrero de 2011

EL PODER DE LA POESIA

Pues eso, que cuando mi amiga MAR leyó "su" entrada, me llamó enseguida, como acostumbraba (y uso el pasado porque últimamente, quizás por ahorrar, ya no me llama tan seguido como cuando nos conocimos) para preguntarme -no sé por qué ni qué tendrá que ver su pregunta con esa entrada- por qué no publicada poemas, porque a ella, tan romántica la picarilla, le encanta sumirse en ese éxtasis que según me dijo le provocan los versos y las estrofas... aunque, aquí entre nosotros, yo creo que MAR me está tomando las pelusas, porque una vez me confesó que ella jamás lee poesía. Parece que ya no se acuerda de habérmelo dicho.

Pues bien, ahí te va un poema como hecho especialmente para ti, querida MAR, y confío en que éste sí lo vas a disfrutar, porque se te parece mucho más que la entrada anterior que al leerla me dijiste (o me preguntaste) si aquello era una declaración de amor. Y yo te dije:

--Bueno, MAR, sí, es posible, pero... bueno, ya eso no se usa, en todo caso eso sería una declaración de amor virtual, que está más a la moda...

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ESPACIO ROTO EN EL RECUERDO

al menos, MAR, esto es todo tuyo

Anda, llega hasta mi espacio y endúlzalo,
llénalo del perfume que emanas altanera,
desata mis ansias encendidas con tus ojos
cuando se me clavan como dardos
y despiertan esta sed de colmarte de besos,
de mordiscos apurados, de lamidos dispersos
por todos los poros de tu piel...
Vamos, quémame con ese sol que arde
en tus labios añorados como fuente
de una eterna sensación de placer,
arráncame los hálitos de la pasión más burda,
conviérteme en algo vulgar, hazme gritar
y lanzar al espacio palabrotas muy fuertes,
gritando tú conmigo mientras nuestros cuerpos
no se cansen de moverse bruscamente,
haz que vibren mis entrañas, aráñame,
muérdeme con bríos, rompe mi rutina de
pasividad intrascendente,
dame todo tu amor, y regálame
esa tan codiciada y grata dicha
del fuego abrasador que encenderá
mis deseos -dormidos hasta que apareciste
como un último reto-
para agotarme en tu furor de mujer
que rendirá mi fuerza a tus pasiones
hasta que ya no pueda más
y desfallezca entre tus brazos...

Augusto Lázaro,

si sobrevivo...

jueves, 17 de febrero de 2011

ESPEJOS

Dice Clint Eastwood que todas las mañanas cuando se despierta se mira en el
espejo y... ¡le gusta lo que ve! Me gusta Eastwood, no por lo buen actor y mejor director que es, que también, sino porque es un tipo simpático, un personaje en el llamado séptimo arte, alguien que, al menos yo, cuando lo miro, siento una alegría difícil de explicar. O sea, que el tipo es agradable, vamos. Pero yo todas las mañanas cuando me despierto y me miro al espejo... lo siento, no puedo decir lo mismo, porque ¡no me gusta lo que veo! Y esto de mirarse al espejo es un tema cuya tela no hay tijera que pueda cortar.

Me pregunto quién habrá inventado los espejos. Y mi respuesta siempre es la misma: tiene que haber sido Narciso. El muy prendado de su propia belleza, cuando se miró en el río y se vio tan buen mozo, se preguntó cómo podría deleitarse con su cara constantemente, sin necesidad de acudir a esa corriente de "agua dulce", que por otra parte no reflejaba con mucha nitidez su apolíneo talante. Pues eso, que sin llegar a exclamar ¡Eureka! como el bueno de Arquímedes, el Narciso dedicó sus horas de no contemplación al objeto que revolucionaría el ego de la humanidad con el andar del tiempo indetenible: inventó el espejo. Maldita persistencia que miren lo que ha traído a tantos como este servidor que, contrario a Clint Eastwood, cuando se mira en el cristal de azogue... ¡no le gusta lo que ve!

He pensado muchas veces cómo podría eludir esa imagen de revés reflejada, para no tener que "soportarme" a mí mismo (aunque hay algunas -en serio- que hasta se atreven a decirme -¡qué generosas!- que estoy hecho un toro: ¿será por el amor que le profeso a esos animales torturados y masacrados en las plazas de la salvajada nacional llamada fiesta en el país?) y he valorado algunas posibles soluciones:

1) no mirarme, la más fácil, y ya está, que me miren los demás, con eso basta, y afeitarme "al tiento", como lo hago con una maquinita eléctrica, pues eso.
2) dejarme barba y bigote (la más difícil, porque no me concibo con un espagueti colgando de los pelos de la barba, de verdad que no), y así ni siquiera tendría que afeitarme "al tiento".
3) resignarme a contemplar mi cara, como cualquier mortal lo hace diariamente sin complicar tanto la realidad vital como yo suelo hacer.

Pero el espejo no sólo es un revelador de realidades físicas: también descubre cosas que a veces pasan días, semanas y meses y no las vemos en nuestra propia piel, y si se trata de esas jovencitas (y algunos jovencitos) que se miran y se ven como la cenicienta convertida en princesa por encanto y encantamiento (que parece lo mismo pero no lo es) de la medianoche, entonces el espejo se convierte en objeto de adoración y privilegio, uno de los más usados de cuantos rodean la existencia de esas bellezas que compiten por ganar el concurso imaginado de "miss loquesea", con lo que ello traería de fama y fortuna.

Incluso hay quienes han escrito canciones sobre el dichoso artículo, algunas realmente algo groseras, como aquella de "con el cristal / hacemos muchas cosas", que terminaba planteando que si se pudieran poner espejos en lugar de mosaicos en los suelos... ya se imaginan ustedes hasta dónde llega la imaginación. Pero además, hay millones de palabras dedicadas a la magia encantadora de los espejos, palabrita utilizada hasta para titular poemas, cuentos, novelas, películas, etc., y siempre otorgándole una especie de misterio, de embrujo, de conjuro, como para que los posibles consumidores de la creación acudan interesados al máximo por ver qué podía mostrarles el autor o los autores de la susodicha obra ¿de arte?

En fin, que seguiré mirándome, qué remedio, y leeré más detenidamente esa entrevista de Clint Eastwood a ver cómo ha logrado él encontrar en sus múltiples arrugas algo digno de hacerle sentir rebosante de felicidad al contemplarse cada mañana cuando se despierta y se mira en el azogado e imprescindible cristal que no falta en ninguna vivienda del planeta. Después de todo, cada cual tiene el rostro que merece, y tampoco me imagino con un mundo donde todos fueran apolos del Belvedere o ninfas rubendarianas saliendo en paños casi nulos de algún río revuelto por los cantos del bardo enamorado, como tampoco, ¡Dios nos libre! un mundo donde todos tuvieran la cara de Avellana, el aparcador del aeropuerto, del que dicen los nocturnos que si lo ven en plena andanza cuando la luna es nueva, la carrera sería obligatoria y maratónica... Nada, que a mirarnos en el espejo del baño,
que algo nos costó para ejercer esa función de decirnos la verdad, porque eso tiene el dichoso cristal: es lo único que jamás nos engaña.

Augusto Lázaro

sábado, 12 de febrero de 2011

CAFE Y DOMINO

Mis vecinos son como todos los vecinos y hacen lo mismo que hacen todos los que pueden considerarse como vecinos, aunque no sean mis vecinos: duermen, comen, se mueven, salen a la calle a ver cómo está la cosa, que no está como para tirar cohetes ni voladores celebrando cualquier cosa, y valga la redundancia de palabra (me refiero a la "cosa"), pero que no por eso uno tiene que encuevarse y pelearse con la humanidad ni con el esplendor de una ciudad del llamado Primer Mundo que resplandece ante la mirada curiosa de foráneos o turistas y acostumbrada de nativos y residentes que cuando salen ven lo mismo que ven todos los días que salen sin ningún cambio que amerite la salida que de todos modos y maneras hay que hacer al menos para estirar las piernas, porque si no se entumecen y puede que les causen molestias bastante molestas y valga otra vez la... ¡qué parrafada, hombre!

En fin. Pero los hay que no parecen adaptarse a la realidad inevitable. Por eso protestan, se quejan, alzan la voz, escriben cartas, llaman por teléfono, y esperan esas reuniones de vecinos para resolver sus problemas o darle curso a sus inquietudes, aunque saben que en esas reuniones no se va a resolver ningún problema ni se va a dar curso a ninguna inquietud. Pero menos mal que nos queda la esperanza. Porque la fe y la caridad ya pertenecen al pasado reciente. Nada, la crisis, que domina el panorama.

Pues sucede que en el edificio donde vivo las asistentes se encargan de colocar, en los bajos, en varias bandejas de metal ligero, periódicos, revistas, suplementos, etc., para que los que deseen los retiren y se los lleven a sus viviendas para leerlos y después si lo desean, volver a colocarlos en las bandejas o llevarlos a reciclar en los contenedores que se encuentran junto a la parada del autobús 148. Pero ¡ay!, ese afán de leer y saber, de instruirse, de perder el tiempo según la mayoría deslizando la vista sobre el negro sobre el blanco (y a veces en colores), se está perdiendo, lo que me beneficia, porque yo, cada mañana, al bajar, recojo los periódicos y las revistas y los suplementos que me interesan y me los llevo para leerlos después, al regreso, aunque siempre cargo con alguno, sobre todo si es de la fecha, porque me gusta estar al día (y quizás a la noche, por si acaso se adelanta el fin del mundo anunciado por los sabios del mentalismo y la adivinación para el próximo 2012).

De los residentes en el edificio, el grupo de los que todavía continúan trabajando se va a cumplir con su sagrado deber, pero los que no, porque han quedado en el terrible desempleo, o porque ya arribaron a la hermosa edad de la jubilación, ¿qué hacen si no se llevan ningún diario, ninguna revista, ningún suplemento? (algunas damas se llevan las revistas de los famosos, de ésas casi nunca quedan en las bandejas -de salida-). Eso: veamos en qué se entretienen esos inquilinos del segundo grupo, o sea: desempleados y jubilados:

--levantarse tarde
--dormir la siesta (un invento español)
--hacer las compras en el mercadito más próximo
--preparar sus comidas
--tomarse un café en el bar de la esquina
--echar varias partidas de dominó en el Centro de Mayores
--comentar lo jodida que está la situación con todas sus variantes (paro, pensiones, economía, políticos sinvergüenzas, asuntos internacionales, cómo va España, qué frío está haciendo, parece que va a llover, en el TDT se han cargado la mitad de los canales), y si el clima lo permite ir a sentarse en un banco a contarse los problemas personales y por supuesto volver a comentar la situación del país, que eso nunca está de más, y -faltaría más- hablar de fútbol.
--aprovechar (los fumadores) para calarse un pito en el espacio exterior, ya que ni en su propia casa van a poder echar humo dentro de poco tiempo, por eso me decía Don Matías hace unos días que "si la cosa sigue como va, dentro de poco nos van a decir cuándo podemos echar un polvo con la parienta... hay que joderse".

Un personaje este Matías. Pero qué claro está.

Augusto Lázaro

augustorre1938@yahoo.com

lunes, 7 de febrero de 2011

LA QUE ESTA POR CAER

Nochebuena, Navidad, Nochevieja, Año Nuevo, Día de Reyes... Días de encuentros con los seres queridos, de regalos, de fotos, de vídeos, de viajes cortos o largos, de sentir, a pesar de la crisis, esa dulce sensación de que estamos vivos, que ya es bastante, y de que el 2011 no será tan fiero como lo pintan los pesimistas, esos personajes que nunca faltan para echarnos a perder cualquier momento de alegría. Pero eso sí, el determinante en todos estos días es el determinante que el ser humano ha convertido en su razón de vivir: el vil metal. Porque en estos días todo el mundo pensante no piensa más que en qué le va a regalar a su pareja (o a su madre, hermano, sobrina, etc.) o en qué se va a regalar a sí mismo, que eso es muy edificante y alentador. Yo mismo me he regalado, ya que no tengo quien pueda regalármela, una camarita fotográfica con vídeo, para almacenar las fotos en mi galería informática y enviárselas a algunas personas que todavía se ocupan de mí de vez en cuando, "para que no te sientas tan solo", como me dice mi amiga Leila, a la que siempre -junto a su familia- le concedo el "honor" (siempre dudoso) de pasarme el día 25 de diciembre, cada año, en su casa, arroz con frijoles mediante, y regresar a mi espacio pensando que todavía existen en el mundo personas buenas, agradables y sanas...

Y es cierto: todavía existen en el mundo personas buenas, agradables y sanas, sólo que las personas que no son buenas ni agradables ni sanas están alcanzando la mayoría absoluta y muy pronto primarán sobre las que todavía lo son, para desgracia de la minoría que quedará como un recuerdo de lo que fue y no es. No, yo no soy pesimista, qué voy a ser. Si conocieran a mi amigo Marcelo, se quedarían de un palmo, porque ése sí que se las trae. Oigan el vaticinio para el 2011, sintetizado, por supuesto, porque con la que está cayendo no hay tiempo para adentrarnos en lecturas largas y profundas. No, amigos, ya eso pertenece a los museos de los tiempos felices... que no volverán, a no ser que se tenga una cuenta corriente en un banco importante como el BBVA, con cifras de más de 6 dígitos. Entonces sí la vida será hermosa para sus titulares, que es como se denominan los dueños de esas cuentas que erizan los pelos. O sea, de 12'000,000.00€, por ejemplo.

Dice Marcelo que en 2011:

todo será igual o peor, las pensiones bajarán porque los precios subirán, todo será más caro, el terrorismo no se acabará, más bien lo contrario, dentro y fuera de España, las guerras seguirán provocando muertes y más muertes y por el puro gusto de guerrear de algunos dueños del planeta, porque ninguna de las actuales guerras cambiará la faz de ninguno de los lugares donde se ejecutan, el agua escaseará mucho más, el calor aumentará, los ánimos se caldearán progresivamente, la población mundial aumentará a pesar de las guerras y las muertes por otras causas más bien naturales, los políticos serán cada vez más descarados e hijos de la gran, los pueblos seguirán dejándose embutir por ellos, las dictaduras de izquierda (que no son dictaduras para la izquierda) y las de derecha, aumentarán en número y en impostura, habrá más familias al borde del hambre, esto será una especie de desbarajuste, de hecatombe, de desparpajo, de la peste el último, de sálvese quien pueda, de la ley del más fuerte, del acabóse, de apaga y vámonos, de corre que ahí viene el Ministro, de deja la tele que no hay nada que sirva, de acuéstate a dormir, que es lo mejor que haces, de confórmate con un café con leche, de no vayas a la manifestación, que no va a servirte para nada, de muera el poder, de Internet para todos para que todos se enteren de que esto es una mierda, etc. ¿Pesimista yo? Lo que hay que oír...

¡Ah, sí! Todo esto antes señalado que parece un panorama apocaliptico, pudiera cambiarse, mejorarse, evitarse... pero ¿quién le pone el cascabel al gato? Al menos aquí los ratones no están por la labor. ¿Dónde entonces? ¡Ah! Buena pregunta.

Augusto Lázaro

augustorre1938@yahoo.com

martes, 1 de febrero de 2011

POLITICOS NEFASTOS

Cuando el presidente del gobierno español deje de serlo (las razones no importan) su nivel de vida no podrá compararse con un obrero de la construcción ni con uno de esos pobres de solemnidad que duermen bajo temperaturas negativas en las calles, envueltos en papeles, cartones, telas y mugre, quizás pensando que la vida los ha tratado mal. Y es verdad que la vida (o el destino o la casualidad o quizás Dios) los ha tratado mal, a veces sin que ellos mismos se pregunten por qué la vida ha sido cruel, injusta, implacable, si ellos no le han hecho mal a nadie. Pero la
vida es así, y los caminos del Señor (o del Destino o de la Casualidad) son, como se dice en los templos: inescrutables.

Pero volviendo al asunto: nuestro presidente, cuando deje de serlo, recibirá tres estímulos económicos tan envidiables que hasta yo me erizo imaginándome con semejantes entradas (sobre todo lo que podría hacer con semejantes entradas):
1) €70,000.00 como miembro del Consejo de Estado.
2) €62,458.00 como ex-presidente.
3) €90,000.00 para (oigan esto) sus gastos.
Por supuesto, los anteriores presidentes al convertirse en ex-presidentes (no se tiene en cuenta, desde luego, el partido al que pertenecieron o todavía pertenecen), han recibido y reciben (y recibirán mientras las leyes inmorales que imperan en este país no cambien) cantidades similares, pues no es este privilegio privativo de este presidente en turno.

Pero en general, los políticos no son más que unos privilegiados que reciben mucho más de lo que necesitan para vivir con un nivel muy alto, que parece no ser suficientemente alto para ellos, y por eso se empeñan en autoadjudicarse sueldos astronómicos y otros muchos privilegios que el resto de la población, exceptuando a futbolistas y grandes empresarios, no disfruta. Porque nadie que no sea un tonto se va a creer que es verdad que un político (puede que haya excepciones, como en todas las reglas) ansía de todo corazón "sacrificarse" por el pueblo, renunciando a su vida personal en aras de dedicar todo su tiempo, todo su esfuerzo, todo su talento (si lo tiene) a servir a ese pueblo que inocentemente fue a las urnas a darle su voto.

La principal tarea de un político es engañar a sus posibles o reales electores y al resto del pueblo, prometiéndoles cosas que no va a cumplir, y dedicándose, cuando llegue al poder, a vivir la dulce vida, haciendo algunas cosas para justificar su alto standing, desde luego, pero en general disfrutando del cargo que ocupe, al que por cierto no dedica tanto tiempo como se aparenta. Y sobre todo, al paripé, que es como un leit motiv que destaca en su actuación en los aparentes enfrentamientos tanto en el congreso como en el inútil y obsoleto senado, este último rémora absurda del estado que ni pinta ni canta, pues todo lo decide la cámara llamada baja, cuyo presidente es el tercer mandamás del país, y por algo será, porque el presidente del senado es un cero a la izquierda, y nunca mejor dicho. Pero sobre todo, la tarea del político es tomarle el pelo al pueblo, de muchas maneras. Sólo hay que comprobar unos pocos ejemplos para darse cuenta:

--presentar querellas que jamás se ejecutan
--pedir dimisiones que nunca se realizan
--crear ministerios, comisiones, organismos inútiles que no resuelven nada, para después eliminarlos y aquí no ha pasado nada, volviendo a crear similares al poco tiempo
--proponer, realizar y sancionar leyes tan inverosímiles como las órdenes de alejamiento a los victimarios de las víctimas, como si se pudiera medir esos 500 metros en cada paso que da el uno lejos de la otra, si se cumple, porque no hay uno o dos policías midiendo la distancia entre ambos ciudadanos constantemente
--prohibiciones a granel que la mayoría de la gente se pasa por el arco de trunfo
--sacar a la luz en los medios denuncias y acusaciones, incluso con pruebas, que ningún juzgado o juez se toma en serio, continuando los acusados o denunciados riéndose a carcajadas del trabajo que se toman los medios al hacer uso de la llamada libertad de expresión
--comparecer ante los medios con caras de angelitos benefactores para jactarse de que quien comparece es el perfecto, que nunca comete errores ni pifias ni mete la pata, y siempre es el otro el que miente, el que no sirve, el que calumnia, etc., porque a los políticos comparecientes jamás se les oye una sola autocrítica ni un solo reconocimiento de que hayan hecho algo mal hecho
--proclamar medidas y leyes que el pueblo ni se entera, porque son aprobadas por cuatro personas que ni se acuerdan del dichoso pueblo cuando discuten, defendiendo siempre sus intereses particulares, y nunca los intereses de la población en general que es la que sufre las consecuencias de semejantes medidas y horripilantes leyes que más bien protegen a los delincuentes que a las personas decentes, honradas y honestas
--y para colmo de la tomadura de pelo, esas detenciones que diariamente salen en periódicos, emisoras de radio y canales de televisión, decenas, centenares de personas detenidas que después nadie sabe qué destino tuvieron, porque en realidad el destino que tuvieron fue la calle...

Y así sucesivamente, podría enumerar decenas de ejemplos si no fuera porque voy a cansar a mis lectores de tanta sinvergüencería que ya ellos deben conocer y de las que deben estar hartos. Y este comentario es una excepción, porque hace tiempo mandé al cuerno la política, pero de vez en cuando es positivo refrescar la memoria y mantenerse alertas para no dejarse embaucar por esas personas que se han convertido en uno de los tres principales problemas del país, o sea: la mal llamada clase política... ¡Ah!, ¡qué felices fuéramos sin ella!

Augusto Lázaro

ATENCION al señor Pablo Felipe Pérez Goyry, que por favor, me envíe su e-mail para hacerle llegar los vídeos que reciben otros seguidores. Muchas gracias.