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sábado, 18 de junio de 2016

EL AÑO DE LA RESTA

La cuestión es quién va a resultar vencedor: LA ENVOLVENCIA o yo, que soy su autor. Pues eso. L A quiere seguir publicando sus entradas para que las lean los 4 gatos que pierden su tiempo porque parece que no tienen otra cosa mejor que hacer y yo
quiero darle el “teboté” definitivo y así me quito de la cabeza (que como decía mi padre, no se hizo sólo para usar sombrero), otro asunto más que me roba algo de tiempo, y que como estoy en “el año de la resta”, me ayudará a despejarme todavía más de lo que hasta ahora me he despejado, incluyendo (sobre todo lo demás) la eliminación de nombres, teléfonos, e-mails, direcciones, cumpleaños, etc., que poco a poco he ido borrando (literalmente) de todos mis registros, cada cual por su correspondiente causa...

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Luis, el director, cuando entró en mi espacio se asombró de no ver como siempre veía una foto de una de las mujeres que más he querido en los últimos años (y que ahora vive en su país natal por cosas de la vida que pasan cuando suceden y son inevitables... o quizás no, pero en fin)...

--La quité porque no me felicitó el día de mi cumpleaños, y yo, a las personas que felicito por el día de su cumpleaños, lo mínimo que les exijo es que tengan conmigo esa reciprocidad. Y como ésta no la tuvo, chirrín chirrán...

--Pero... coño, no es para tanto.

--Pues yo creo que sí lo es. Si yo te felicito siempre por tu cumpleaños y a ti se te olvida hacerlo por el mío, eso quiere decir que yo a ti te importo una mierda, porque un cariño no se olvida nunca, querido Luis...

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Otras dos de esas que yo tontamente consideraba “amigas” (sin entender por qué está algo así como “prohibido” en una democracia sostener relaciones de amistad afectivas entre dos grupos de personas que conviven pero que son distintas por el lugar que ocupan en la sociedad hipócrita en la que vivimos) tampoco parece que se acordaron de mi cumple, y de aquello nada. Una de ellas estaba de vacaciones, la otra de baja por accidente. Ambas situaciones no les impedían sentarse 15 segundos frente a sus móviles y enviarme 2 sms de felicitación. Con mucha más razón porque antes yo, además de pasarles a ambas el correspondiente sms, había colocado en las taquillas de sus respectivos trabajos 2 bellas postales (que por cierto no son nada baratas) para felicitarlas por tan señalado día.Y todo eso de corazón, de verdad, sin un ápice de ostentación ni un adarme de necesidad de “quedar bien”, pues a mí nada me obligaba a quedar bien con ninguna de las 3 susodichas (ni con otros que no menciono porque no viene al caso aumentar esta lista de personas “borradas”) ahora inexistentes en ninguno de mis registros informáticos...

Y para colmo, una de las aludidas me mostró una tarde su móvil donde dice que tenía 3 mil fotos de amistades. Le pregunté si tenía alguna mía, me dijo que no, y entonces yo le dije:

--Pues en tu vida yo soy el número 3,001... ¡Qué buen lugar ocupo, carajo!

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Y ASI SUCESIVAMENTE...

Por eso, entre las posibles “eliminaciones” estoy analizando si cae también La Envolvencia, que en definitivas no me produce otro placer que escribir las entradas, sabiendo que nadie va a leerlas...

No es que me haya vuelto misántropo ni misógino, pero de seguir por este camino empedrado que conduce ya se sabe a donde, a pesar de sus buenas intenciones, no dudo que muy pronto seré uno de ésos que pregonan su “odio” a la pobre humanidad que no tiene la culpa de que 3 ó 4 ó 12 personas mal valoradas por mí, me hayan puesto a meditar si vale la pena y si la amistad existe de verdad o no es más que otro de los muchos convencionalismos que pueblan esta sociedad tan maltratada y que vive su peor momento (políticamente) desde hace algún tiempo...

En fin, que el optimismo dicen que es bueno... quizás, cuando es otro quien lo practica con uno, pero ya lo dijo el personaje inolvidable de la obra de Voltaire: “pesimista es un optimista bien informado”. ¿Seré yo un optimista bien informado?, me pregunto...

Augusto Lázaro






(y el correo y el móvil y... demasiadas cosas, ¿verdad?)