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jueves, 1 de diciembre de 2011

¿LOS DUEÑOS DEL FUTURO?

--Pues como lo oyes: he decidido convertirme en un corrupto.

Me sorprende una vez más mi querido amigo Juan Maguey, y lo miro moviendo la cabeza de izquierda a derecha (y viceversa).

--Vamos, Juan, que la mañana no está para chistes sin gracia.

Y como no me río y me dispongo a pedir nuestros dos consabidos cafés, Juan insiste, ahora muy serio:

--¿Así que no me crees? Claro, es normal, cuando uno dice la verdad es cuando no lo creen.

--Hombre, Juan, ¿cómo voy a creer que te vas a convertir en un corrupto, tú que eres un hombre honrado y cabal? Y en caso de que me lo creyera, ¿cómo piensas convertirte en un corrupto, si se puede saber?

--Parece que tú vives en Tahití... –y enciende su no menos consabido pitillo-. ¿No te das cuenta de que para progresar aquí en este país hay que ser un corrupto? La gente honrada cada día lo tiene más difícil.

--Explícate.

--Es muy fácil: ¿quiénes son los que viven mejor y con más lujo, con más comodidades?

--Hay mucha gente que vive con lujos y comodidades y no es gente corrupta.

--Cierto, las excepciones siempre se encuentran, pero en general, ¿has visto algún pobre que por medios honrados llegue a millonario? Y además, fíjate que últimamente ningún corrupto, sobre todo los políticos, paga sus culpas. Todos salen de rositas y no hay ley ni justicia que pueda condenarlos.

Y pienso que Juan tiene razón en esto último, porque es cierto que los políticos, por muy corrompidos que estén, siempre salen indemnes, hagan lo que hagan.

--Bueno, vamos a ver, Juan: cuéntame tus planes para hacerte rico cuando seas un corrupto, y cuéntame cómo te vas a corromper, que es lo principal.

Entonces mi buen amigo me lanza una serie de acciones que incluyen el asalto a un banco como última medida, si antes no triunfa un negocio muy oscuro en el que piensa meterse de lleno con falsificaciones documentales, proyectos que no se cumplirán, sociedades con elementos mafiosos, comerciantes dudosos e industriales fichados, y algunas etcéteras que casi no oigo por el ruido alrededor, pero que imagino claramente, porque parecen los proyectos de algún político de turno que está en vías de forrarse. Pero entonces le suelto la pregunta clave:

--¿Y... suponiendo que te cojan con las manos en la masa?

--No me cogerán, en todo caso me imputarán, palabrita que se usa mucho últimamente.

--Muy bien, pero ¿qué harás si te imputan de los delitos cometidos?

--¡Ah! –se ríe, terminando su café- eso es lo más fácil: si me veo envuelto en algún lío con la Justicia en que mi libertad peligra, me voy a Francia y...

--¿A Francia?

--Bueno, quien dice Francia dice Suiza. Me largo y allí espero, con la pasta obtenida, hasta que mi delito prescriba. ¡Ah! Prescriba. Adoro ese término que se hizo sin dudas para proteger a los que como yo dentro de poco, ya son corruptos consagrados que viven la dulce vida tras prescribir sus delitos y no poder ser juzgados por los mismos... Bendito sea quien hizo esta ley de la prescripción de los delitos. Gracias a él, o a ellos, voy a bañarme de lujo y de comodidades, y ¡que viva la pepa!

Augusto Lázaro

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