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sábado, 15 de octubre de 2011

SOLO 24 HORAS

Leo en Internet que según información de fuente digna de crédito, en el mundo se publica un libro cada medio minuto. O sea, que si usted leyera un libro diario, dejaría de leer diariamente cuatro mil títulos. Hablo de las ediciones en papel. Pero en Internet pueden leerse millones de libros, textos literarios, entrevistas, blogs, entradas referentes a la literatura, opiniones, suplementos, separatas, cuadernos, revistas, etc., que dedican sus páginas web a asuntos literarios o relacionados con la literatura. De ahí a llegar a la triste conclusión de que escribir es algo así como

machacar en hierro frío, / predicar en un desierto / y echarle jeringa a un muerto... / es todo tiempo "perdío"...

¿Por qué se ha destapado en las últimas décadas, más bien en los últimos lustros, ese afán casi enfermizo por escribir y publicar literatura?, me pregunto. Y no encuentro respuesta. Hasta los presentadores televisivos suelen publicar al menos un librito al año. Y los periodistas, al finalizar la temporada, reúnen sus trabajos o artículos y los publican en forma de libro. Ya sólo falta que El Tato también nos lance al mercado de las estanterías su libro, quizás titulado, de acuerdo con el personaje, algo así como ¿Y POR QUE YO NO?

Lo que no entiendo (y confieso mi ignorancia matemática) es qué sucede con tantos libros editados y publicados por decenas de editoriales grandes, medias y pequeñas a lo largo de cada año. Porque hay realidades que nadie puede negar:

1) es imposible que todos los libros que se publican sean comprados y leídos por sus presuntos lectores

2) y si esto es así, ¿qué ganan las editoriales publicando hasta a Juanito Cuartilla que presentó su "última" novela titulada LA MUJER QUE NO GRITABA?

Quizás yo esté errado (sin hache) y todos los libros que se publican se venden y se leen, y esta sociedad (hablo lo mismo de España que del mundo entero) sea tan culta e ilustrada que dé gusto vivir en este mundo, pero cuando me pongo a escribir para mi blog o para algún otro trabajo creativo, a veces me detengo, en seco, y me cuestiono si vale la pena. Porque como ya dije en un blog anterior: ¿cuántas personas leen lo que escribo?

--¡Cuatro gatos! -me dijo Juan Maguey un día memorable, incluyéndose él como uno de los gatos ilustres que se dignan en dedicar cinco minutos a "degustar" mis "genialidades" de pacotilla.

Por eso pongo en duda esos blogs que publican que son visitados y leídos diariamente por miles y miles de seguidores. Hombre, que los casi 7 mil millones que tiene ya el mundo, junto a las 24 horas de cada día, y las conexiones a Internet, todas unidas, me parece que no alcanzarían para cubrir de verdades tantas exageraciones. Pero en fin, que las exageraciones no son otra cosa que imaginerías de escritores (díganmelo a mí) y para tratarse de los creadores de ficción, nadie puede negar que estamos ejerciendo el espíritu evocador de nuestro trabajo, que en algunos casos es nuestra razón de ser o de vivir o de seguir viviendo. Y óiganme, que eso no es poco, vamos.

Augusto Lázaro

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