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miércoles, 21 de septiembre de 2011

EL CANDIDATO

Como cualquier persona normal, tengo una cuenta de ahorros en un banco español, y algún dinerito en casa, porsia. Aunque alguna autoridad pudiera acceder a mi cuenta de ahorros, ¿podrían saber qué cantidad guardo en algún lugar donde vivo, o quizás en mi bolsillo o en mi portafolios de forma permanente? Claro que no. Entonces, es una tontería eso de que los señores diputados "declaren" su patrimonio en efectivo, o sea, en dinero, por la misma razón de que nadie podrá saber cuánto dinero guardan en sus residencias. Por tanto, no voy a referirme al dinero que tiene o que puede tener EL CANDIDATO, pues creo que, aparte del mismo, no lo sabe ni Dios.

EL CANDIDATO ha declarado, como los demás, su patrimonio, y el pueblo que ha visto esa declaración en la prensa tiene, ¡qué remedio!, que creerse (una vez más) lo que dicen los políticos, aunque la mayoría sabe que los políticos nunca dicen la verdad. No son tan tontos. Pues analizando las escasísimas posibilidades que tiene EL CANDIDATO para ganar las elecciones y tomar el poder, me he puesto a pensar que esa creencia que tienen los del Partido Popular de que ya tienen el triunfo asegurado corre el riesgo de enfrentarse a una sorpresa, porque EL CANDIDATO ya ha dado muestras de lo que sabe y es capaz de hacer: no hay más que recordar, entre otras cosas, su actuación en marzo de 2004, en que gracias a su inteligencia sobrenatural llevó al poder al que será recordado como el mal mayor en la presidencia del gobierno de España, o sea: José Luis Rodríguez Zapatero. Si a alguien tiene Rodríguez que agradecerle el haber permanecido casi ocho años maltratando a este país, es al CANDIDATO, que ahora, sin estar en el gobierno, es quien gobierna en realidad.

Me gustaría pensar que EL CANDIDATO es un demócrata respetuoso de las leyes de la democracia, pero su actuación en marzo de 2004 dice lo contrario, su actuación durante el gobierno de los GAL dice lo contrario, su actuación en el caso FAISAN dice lo contrario, y así sucesivamente, este hombre de apellido Pérez ha demostrado su poco respeto por la democracia. De ahí que cabe esperar que, sabiendo que no va a ganar las elecciones democráticamente, esté planeando (o pueda planear) alguna fórmula mágica para lograr que el voto hacia el Partido Popular se vuelva en contra, como sucedió en marzo de 2004. Son suposiciones, pero de una persona de esa característica puede esperarse cualquier cosa.

Y cuando digo cualquier cosa quiero decir cualquier cosa, desde preparar alguna acción que cambie la asistencia (o la votación) a las urnas el día de las elecciones, hasta utilizar a “sus muchachos” del 15-M (los llamados indignados) para intentar lograr una especie de “pucherazo” como se conoce este tipo de acciones en la América Latina, tan acostumbrada a ellas. Miren su última gracia: instando al gobierno de Cataluña a que “se cague” (y perdonen la grosería) en la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la enseñanza también en Castellano en las escuelas. O sea, que no respeta ni a la democracia ni a las leyes, sobre todo cuando no le conviene respetarlas. Y me pregunto: España está mal, pero ¿cómo estaría con semejante personaje como Presidente del Gobierno? A ver quién me responde.

Pero en fin, que si esto sucediera, ¿qué haría la falsa oposición? ¿Qué harían los periodistas españoles, los medios de información, los sindicatos, las “clases vivas”, las instituciones aparentemente democráticas, etc.? Pues nada. Lo mismo que hicieron en marzo de 2004: ¡nada! Y mientras, el supuestlo seguro vencedor de los comicios, el Partido Popular (que tampoco es la novena maravilla del mundo ni mucho menos), se solaza, echado en la tumbona de la espera, convencido, tontamente, de que EL CANDIDATO es un adversario demócrata, digno de perder las elecciones, incluso con la consabida, deseada y soñada mayoría absoluta.

Ojalá me equivoque, pero las próximas elecciones sin dudas que se desarrollarán en un ambiente calientico. A pesar de que se celebrarán ya avanzado el otoño. Y en caso de que el Partido Popular las ganara, no quiero ni pensar a qué tendría que enfrentarse tan pronto se hiciera cargo del poder...

Augusto Lázaro

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