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jueves, 28 de julio de 2011

AURA

Hace mucho tiempo que Carlos Fuentes debería haber obtenido el Premio Nobel de Literatura. Este gran escritor mexicano, aunque nacido en Panamá en 1928, ha producido varias obras maestras, entre las que pueden citarse LA MUERTE DE ARTEMIO CRUZ (1962), CAMBIO DE PIEL (1967), TERRA NOSTRA (1975), y una que Alejo Carpentier mencionó entre los tres mejores libros que él había leído en toda su vida: LA REGION MAS TRANSPARENTE (1958). Fuentes escribió, además de novelas, relatos, ensayos y obras de teatro, y fue galardonado con los premios "Rómulo Gallegos" y el "Cervantes" de las letras, entre otros muchos. Es una lástima, por no llamarlo estupidez, que los señores de la Academia Sueca hayan concedido su famoso galardón a muchos autores (y autoras) que están muy por debajo de este excepcional escritor al que sin embargo, no le hace ninguna falta el Nobel para pasar a la Historia como imprescindible en la literarura que realmente vale la pena consumir.

Sin embargo, de Fuentes, cuya obra narrativa he leído en su totalidad, me atrae sobremanera una noveleta (una verdadera joyita) cuyo nombre, desde el momento en que tomé el libro en mis manos, se incrustó en mi memoria para siempre: AURA. El juego con el entrelazamiento de la ilusión, la fantasía y la realidad, que hace Fuentes en esta narración, es comparable a otras fabulaciones que forman un “fuera de serie”, como PEDRO PARAMO, de Juan Rulfo, por sólo citar un ejemplo que también enaltece las letras mexicanas.

¿Qué es AURA? No encuentro respuesta a esta pregunta que tantísimas veces me he hecho. Juan Maguey, que no está muy de acuerdo con mi valoración, me dijo un día, discutiendo sobre la obra, que AURA era un toque mágico que demostraba hasta qué grado de virtuosismo y maestría puede llegar un escritor, dejando a los lectores con la boca abierta y sobre todo con una incógnita difícil de despejar: ¿cuántos personajes hay en la obra? Tomé su observación y he seguido machacando el intríngulis, aunque Juan dejó hace rato de preocuparse por “esos detalles”. Veamos:

Aparentemente, en AURA hay tres personajes:

Felipe Montero, joven maestro e historiador que busca aumentar sus ingresos.
Consuelo Llorente, anciana viuda encerrada en sí misma que pretende remover los escritos de su difunto marido, fallecido ¡60 años antes!
Aura, sobrina de Consuelo, con unos ojos verdes capaces de enloquecer al joven buscador también de nuevas emociones.
Tres personajes, nada más. Aparentemente...

Leer la novela tantas veces y disfrutarla al máximo me llevó a la semejanza con la obra literaria más famosa de las lenguas hispanas: DON QUIJOTE DE LA MANCHA, por presentarnos a una protagonista que no existe: Dulcinea. Parece que al mexicano le atraía esa idea de crear un personaje que lindara los límites de la fantasía dentro de una irrealidad que se confunde con la realidad mientras el lector va desglosando las ocurrencias con esa ninfa de ojos verdes que no se sabe de dónde sale ni a dónde entra cuando aparece o desaparece de los ojos del joven Montero. Y al final, la pregunta inobviable que le hice a mi amigo Rodolfo de la Fuente y que se niega, empecinadamente, a contestar, quizás por temor a lanzarme una respuesta errónea. Aunque quizás sea yo quien pueda lanzar a mis lectores una respuesta errónea, por lo que me atrevo a sugerirles que lean la obra (quienes no la hayan leído) y mediten en el cuestionamiento, porque para dar respuesta a esa inquietud habría siempre 3 opciones:

1) hay 3 personajes: Felipe, Consuelo, y Aura.
2) hay 2 personajes: Felipe y Consuelo.
3) hay un solo personaje: ¿Felipe? ¿Consuelo? Entonces, ¿no existe la protagonista? ¿No existe Aura, como no existió Dulcinea?

En cualquiera de las 3 opciones habría que despejar la solución a la duda: ¿cómo se desarrolla la trama si sólo existe un personaje, o si sólo existen dos, o incluso si existen los tres? Dejo la incógnita en suspenso, porque tampoco pienso dar una opinión que nunca sería totalmente certera... y creo que el mismo Carlos Fuentes, tras tantos años de haber publicado su obra (1962) podría quedarse en ascuas pensando cuántos personajes creó en realidad en su pequeña obra maestra...

Pero les prometo que en una próxima entrada daré mi opinión sobre cómo logré (o así lo creí) descifrar el “misterio” de los personajes “reales” que aparecen en la obra... literariamente.

Augusto Lázaro

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