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miércoles, 6 de julio de 2011

SUSPIROS DE ESPAÑA


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Me pregunto por qué tengo que soportar que un grupo de personas se haya adueñado de un espacio (de muchos espacios) de Madrid (y otros lugares de España), estableciéndose allí como si fueran dueños y señores de ese lugar, y se mantengan ante la blandenguería y la tolerancia de las autoridades que cobran por mantener un orden que no mantienen, y hayan convertido ese lugar en una especie de chabola céntrica llena de aditamentos que de agradables y bonitos no tienen nada, ante la mirada curiosa, asombrada, molesta, o quizás resignada de la población que pasa diariamente por allí, gran parte de ella sin comprender por qué y hasta cuándo van a estar afeando, ensuciando y ostentando un "aquí me pongo aquí me quedo", riéndose de quienes cumplen la orden de sólo mirarlos y si acaso reírse del panorama totalmente anormal que vigilan, no sé para qué. Que yo sepa, nuestra Constitución ampara y garantiza el derecho de los ciudadanos a manifestarse en las calles una hora, dos, diez, una mañana, pero no dice nada de que cualquiera pueda fijar su "residencia" en cualquier lugar de cualquier ciudad y quedarse ahí plantado como estaca de cerca, por sus timbales, sin que nada ni nadie lo impida. Y estos llamados indignados parece que han impuesto su "poder" ante unas autoridades que con su dejación y tolerancia pierden el poco respeto que ya les tiene la población...

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En cualquier país civilizado que se respete, la traición a la patria se juzga y se condena: en algunos incluso con la pena de muerte (donde ésta esté vigente), en otros, con cadena perpetua, y en bastantes, con penas suaves que pondrían a los traidores de patitas en la calle en muy poco tiempo, basándose en trucos, chanchullos, reglas absurdas, etc., aplicadas en España con bastante frecuencia: no hay más que ver a grandes asesinos como De Juana Chaos (25 muertes) y Troitiño (22) que están en la calle gozando de libertad y de derechos, cosa que no se ve en ningún otro país de nuestro entorno, mientras el señor Montes Neiro, sin haber cometido un solo delito de sangre, lleva cumplidos más de 35 años entre rejas... Pues bien: aquí en España los traidores (no encuentro un calificativo más suave, perdonen mi rudeza) gozan de libertad sin condición, y el caso más representativo es el de los 6 miembros "progresistas" del tristemente famoso Tribunal Constitucional (que al igual que el Senado y el Consejo de Estado debería desaparecer por innecesario e inoperante) que han colocado en las instituciones democráticas a proetarras que sólo darán caña y promoverán la independencia del llamado País Vasco, así como recibirán millones de euros y datos sobre ciudadanos españoles, muy peligrosos en sus manos en caso de que ETA decida continuar con sus atentados. Sin dudas este país necesita un gobierno de mano dura que termine de una vez con esa blandenguería cómplice con quienes pretenden destruírlo a toda costa, ante la inoperancia de quienes gobiernan y son incapaces de tomar las medidas que la situación y el pueblo burlado reclaman hasta ahora pacíficamente.

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Se supone que los trabajadores deben contribuir con una cantidad de dinero de sus sueldos a mantener a los llamados "liberados" (o sea, dirigentes que no trabajan ni estudian para ocuparse de los asuntos de esos trabajadores que deberían mantenerlos con sus sueldos) mediante los sindicatos que deben estar siempre y bajo cualquier circunstancia al servicio de los trabajadores (y de los que no trabajan porque están en el paro). Como sucede en casi todos los países llamados civilizados. Pero en España no es así: en primer lugar, hay demasiados liberados, demasiadas personas cobrando un sueldo que no hacen (casi) nada por los trabajadores, aparte de darles mítines y darle a la lengua, de aquí para allá y de allá para aquí. Y como en tantas otras instancias, donde hay diez podría haber dos. En segundo lugar, aquí a los sindicatos los mantiene el gobierno de la izquierda, otorgándoles sumas astronómicas precisamente para que esos liberados, y sobre todo los grandes dirigentes de las grandes organizaciones sindicales (UGT y CCOO) tengan un nivel de vida que en lugar de supuestos defensores de los que trabajan o están en el paro, parecen ser testaferros de los grandes burgueses dueños de grandes empresas que viven rodeados de un lujo que la mayoría de los trabajadores ni siquiera puede imaginarse que existe. Y en tercer lugar, son tan innecesarios estos sindicatos que sólo apoyan lo que de verdad resulta negativo para la sociedad, como el traslado de la edad de jubilación, de 65 años actualmente, hasta 67, con el consabido disgusto y los problemas que esta medida puede traer: ahora en este pais para cobrar una pensión completa habrá que trabajar la vida entera (38 años) cuando hasta ahora eran sólo 25. De verdad que al igual que el TC., el Senado y el Consejo de Estado, estas organizaciones de farsantes debería desaparecer... ¿O es que sirven para ALGO?

De que algo tiene que suceder no lo duda ni El Tato. De lo contrario, a España habría que cambiarle el nombre y ponerle algo así como IMPUNILANDIA, para vergüenza de quienes todavía la tienen... Y este pueblo noble, generoso, solidario, no merece soportar por más tiempo semejante situación de esa pequeña minoría que lo ensucia, lo degrada y lo desprestigia en todo el mundo...

Augusto Lázaro

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