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viernes, 1 de julio de 2011

INSISTENCIA ES TRIUNFO

Una vecina de edad mejor no publicable me ha invitado 2 veces a asistir con ella a algún acto cultural de los muchos que se realizan en la ciudad de Madrid. La primera vez me negué porque me invitó dos horas antes de la celebración del acto, y no acostumbro a arrancar de ahora para luego, como se dice, a ningún sitio. La segunda (era un concierto musical en el Auditorio) me entusiasmó, aunque el aviso fue sólo un día antes, pero al ver el programa, se me quitó el embullo, pues no me había informado la aludida de lo que íbamos a oír y presenciar. El caso es que me quedé con cierta molestia conmigo mismo, porque la vecina, que es una mujer culta y dulce, decente y educada, no se merecía esa negativa, y nada menos que por segunda vez...

Sin embargo, cuando me llamó y me dijo que no volvería a intentarlo, me quedé pensando en que se había rendido muy pronto y que no había seguido el refrán que dice que "a la tercera va la vencida". Se lo dije, pero no me contestó nada al respecto. Enseguida recordé una película italiana de los 60 donde en uno de sus episodios se narra la muerte de un empresario famoso y por supuesto millonario, que dejó una viuda (Ursula Andress interpretaba a la "desolada") que a primera vista (y a segunda también) estaba realmente apetitosa hasta dejar la boca abierta. El caso es que un fotógrafo muy aficionado al cuerpo femenino llama a su puerta con el fin de hacerle una entrevista, pidiendo perdón de antemano por la prisa, ya que el difunto no hacía una semana que se había ido del mundo de los vivos vivientes...

Por supuesto, la viuda dice NO y le tira la puerta en las narices. El fotógrafo, no acostumbrado a rendirse a la primera, insiste: vuelve a tocar la puerta y esta vez alcanza a decirle algunas frases a la susodicha, que ella resiste, quizás para no parecer grosera, pero al final, vuelve a cerrar la puerta tras decirle que de aquello nada y demás. El fotógrafo, nada perezoso ni mucho menos corto, toca la puerta por tercera vez y trata de explicarle a la señora lo positivo que sería esa entrevista para preservar la fama de su extinto como animador del progreso empresarial de la ciudad y el buen nombre de su esposo, y lo mucho que le debe este condado, y usted misma, señora, verá que esto le va a hacer mucho bien, y etc. Esta vez, la viuda abre la puerta del todo y después de unos segundos de duda, hace pasar al fotógrafo, con la promesa de que sólo unas breves preguntas y adiós...

El caso es que el fotógrafo, al final, después de atolondrar a la viuda con palabrería que no dejaba casi respirar ni rechistar, termina, como era de esperar, en la cama con la angustiada señora que al menos durante el tiempo que duró el encuentro horizontal pudo olvidarse de la gran pena que la embargaba por la desaparición física de quien fuera durante tantos años compañero de su vida y marido ejemplar, de acuerdo con el rango social que ostentaba... Sin dudas, una buena verborrea, bien administrada y sobre todo convincente (esa de la que sólo algunos privilegiados pueden presumir) es capaz de hacer milagros. Pero eso sí, cuando va acompañada de la insistencia, de la perseverancia, del nuevo intento de quien no se rinde tras un par de negativas, dicho esto sin alusión personal a mi vecina para animarla a un tercer intento que en nuestro caso no pasaría, naturalmente, de una noche agradable sin ningún otro acontecimiento adicional...

En resumen, que como dice el refrán tan certero: "el que persevera... triunfa".

Augusto Lázaro

foto: Ursula Andress

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