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sábado, 18 de septiembre de 2010

WINDY NIGHTS

Todas las cosas tienen su misterio, y la poesía es el misterio de todas las cosas

García Lorca

Comencé a estudiar el idioma inglés en la primaria, con mi prima Aleida, en lo que se llamaba entonces un Centro de Inglés al que acudía todas las tardes de lunes a viernes. Mi prima, excelente profesora, nos contaba sus viajes a Estados Unidos y nos detalló, con fotos incluidas, su ascensión a la estatua de la Libertad, y nos mostró algunas en las que se veía en la misma antorcha con sus acompañantes, disfrutando de la espectacular visión de la "ciudad que nunca duerme".

Con el tiempo (que jamás se detiene) me fui interesando por algunos escritores en esa lengua, y ya en los estudios secundarios leí muchas obras que de adolescente fueron compañeras permanentes de mis horas de lectura. Así descubrí el poema Windy nights, de Robert Louis Stevenson, antes que sus novelas como La isla del tesoro, El hombre y la bestia (El doctor Jekyll y Mister Hyde, archiconocida obra llevada a la pantalla varias veces), Ladrones de cadáveres, Historias escocesas, El demonio en la botella, y otras que pasaron por mis ojos hambrientos de aventuras narradas con la eficacia del autor escocés.

Traducir la poesía es como mutarla, siempre poniéndole más de quien la traduce que del propio autor. Por eso no traduzco este bello poema que si se conoce el idioma deparará para cualquier lector con sensibilidad un rato agradable envuelto en las imágenes misteriosas y fascinantes de la narración. Y quizás se deje embrujar por el colorido musical de estos versos, y se adormezca al compás del sonido del caballo que galopa y galopa sin cesar... y sueñe...

...y sueñe como yo soñaba, de niño/adolescente, mirando por la ventana de mi cuarto hacia la oscuridad de la noche, pensando que era yo quien cabalgaba en un corcel, en la penumbra proclamada por la ausencia de la luna que junto a las estrellas se había retirado para envolver en las tinieblas a aquel jinete incansable que corría y corría, de un lugar a otro, y siempre regresaba, arropado por el viento que mecía sus cabellos a veces confundidos con las crines del caballo, toda la noche galopando en lo oscuro, en lo húmedo, una y otra vez, pasando por la imaginación del muchacho que miraba y buscaba en las sombras, y oía el galopar, y hasta veía al jinete desbordando su carrera hacia lo desconocido...

Whenever the moon and stars are set,
Whenever the wind is high,
All night long in the dark and wet,
A man goes riding by.
Late in the night when the fires are out,
Why does he gallop and gallop about?

...y de pronto estaba cabalgando en bruto fuerte y brioso, en aquel camino angosto donde la noche era azotada por el viento que batía feroz las ramas de los árboles, llorosos al paso de la fantasmagórica figura, que la magia de la noche ventosa había enlazado y fundido en una sola sombra, perdida en el vaivén que aparecía y desaparecía entre las brumas mientras a lo lejos en el mar oculto por la ausencia de la luz lunar, los barcos se negaban a secundar con sus sirenas el trepidar de los cascos secundados sólamente por el viento...

...y yo cabalgaba, corría tempestuoso con mi corcel debajo, de aquí para allá, una y otra vez, y siempre regresaba para cruzar la ventana infantil como un bólido hasta despertar del ensueño a aquel adolescente/niño admirado ante tanto esplendor convertido en remolino que lentamente fue desapareciendo mientras la realidad tornaba a hacer la fantasía de lo próximo en los ojos que ya no veían al jinete con su caballo negro como la misma noche alejándose de la imaginación como una silueta dibujada entre las sombras...

Whenever the trees are crying aloud,
And ships are tossed at sea,
By, on the highway, low and loud,
By at the gallop goes he.
By at the gallop he goes, and then
By he comes back at the gallop again.

...pero siempre yo lo hacía regresar en mis sueños, y siempre mis ojos volvían a traerlo, porque no querían que aquel espectáculo de mi fantasía infantil terminara, que la magia del poema convertido en imagen desapareciera de mi noche única venciendo al misterio de la poesía...

Augusto Lázaro

pd: he respetado la escritura original del autor, que comienza cada verso con mayúsculas

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