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lunes, 31 de diciembre de 2012

AÑO NUEVO CON AMOR


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Con esta entrada llego al número 200 desde que comencé a ejercer el derecho de decir lo que se me antojara sin que nada ni nadie me lo impidiera. Fue mi amigo Alex Sanamé quien me animó a penetrar este mundo tan complejo, interesante, fabuloso, de Internet. Fue una mañana, en los bajos del edificio. No recuerdo por qué surgió el tema, y como los presentes estaban en la onda y yo era el único inocente, Alex me dijo:

--No dejes que la técnica te domine, domínala tú a ella.

Y así empezó todo... Y al poco tiempo de penetrar en las maravillas y las dificultades de Internet, me decidí a crear este blog, al que hoy llego con el número 200 de sus entradas. Pero ahora me debato entre las dos preguntas sin respuesta que quizás se hagan muchos (o quizás ninguno porque a nadie preocupen): “¿hice bien en engancharme a este bicho?” y “¿era yo más o menos feliz cuando no tenía Internet?”. Confieso que no he podido encontrar respuesta a ninguna de las dos...

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En Internet descubrí dos cosas que yo desconocía al enfrentarme por primera vez con ese “monstruo”: 1) la enorme cantidad de personas que lo usan, y 2) la no menos enorme cantidad de personas que tienen un blog en todo el orbe. La primera no me afectó personalmente, pero la segunda me puso a pensar sin llegar a conclusión efectiva en cuántas personas leerían mi blog, ya que había para seleccionar, además del poquísimo tiempo de que el hombre de hoy dispone por la velocidad de la vida moderna. Porque cuando decidí tener un blog pensé, de iluso, que me leerían millones de personas en los 5 continentes, a pesar de que el mismo se escribiría en español/castellano sin ninguna traducción, lo que reducía considerablemente los posibles lectores a unos pocos, dentro de mis posibilidades de conectarme con la atención de esos pocos que descubrieran el blog accidentalmente, pues mis conocidos, contactos y amigos a los que yo podría avisar para que me leyeran, no llegaban ni siquiera a unas cuantas docenas. Esa conclusión me llevó a repensar y preguntarme: ¿vale la pena mantener el blog?

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Pero el blog es una parte de la literatura que escribo, y de la adicción a escribir no se sale fácilmente. Mi caso es simple: escribo más por costumbre que por otra cosa. Por deseo de soltar las cosas que tengo almacenadas en la cabeza, porque cuando he estado más de una semana sin escribir una cuartilla siento que algo falta dentro de mí, y es un sentido físico además de mental. Por eso escribo y por eso creo que he de mantener este blog indefinidamente. Indefinidamente no significa eternamente (ni siquiera yo soy eterno), pero por el momento no se me ocurre qué sucedería si eliminara el blog y sólo me dedicara, como antes de tenerlo, a las cosas que uso de Internet. En esa disyuntiva estoy desde hace algún tiempo y sin dar pie con bola continúo invariable, alejándome de la posibilidad del cambio que debería hacer, pues como el mismo Alex me dijo una mañana en una de nuestras conversaciones habituales, “la informática no es sólo Internet, Internet no es sólo un blog”, y así zanjó el asunto de seguir o no seguir. Y ahí quedó, hasta el momento, inconcluso, o interrumpido como una serie continuada de televisión o una novela por entregas en papel...

Augusto Lázaro


@augustodelatorr

¡FELIZ NAVIDAD! Y QUE EN EL 2013 NOS VEAMOS TODOS MAS FELICES, SIN MIEDOS Y CON MUCHA SALUD

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