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jueves, 23 de junio de 2011

¡OH, LA INFORMATICA!

INTERNET

Internet es como las mujeres: se le acepta o se le rechaza, pero pretender entender sus intríngulis es perder el tiempo, además de molestarse inútilmente ante una situación que no tiene solución posible. Así son ellas y así es él. Las mujeres han sido siempre, desde que el mundo como tal existe, imprescindibles. No concibo vivir sin ellas, a pesar de lo que puedan darme de negativo. Porque siempre recuerdo lo que de positivo he recibido de cada una de las que he conocido íntimamente, e incluso amistosamente. Pero hoy por hoy, con los discutibles avances de la sociedad humana, el Internet se ha convertido en algo también imprescindible, a tal punto que la mayoría de las personas que conozco que suelen conectarse con esa "maravilla", me confiesan que no conciben la vida sin Internet. Por supuesto que Internet es casi imprescindible en la vida moderna, pero pasará también, como tantas otras cosas que han llegado y se han ido, olvidadas o superadas por nuevas cosas que llegarán para llenarnos el tiempo que hoy invertimos en la informática. Lo que nunca pasará son las mujeres, porque ellas tienen la magia de convertirlo todo en eso que a veces nos cuesta trabajo reconocer: amor. Y quien lo dude o no lo crea, es que nunca ha sentido ese sentimiento que ennoblece al ser humano, especialmente cuando se siente por una mujer...

Pero volviendo a la informática: cuento no sólo con mi propia experiencia, sino con la de algunos amigos como Alex Sanamé y sobre todo, con la reacción ante cada trastada del ordenador conectado, de Juan Maguey. Confieso que envidio su talante para enfrentarse a cualquier asunto para él intrascendente, que para mí sería casi como un estado de sitio (soy una especie de obsesivo-compulsivo que no tiene remedio, según mi hija mayor). Juan se echaría a reír ante lo que acaba de sucederme:

Leo un artículo interesante sobre Jorge Luis Borges en LIBERTAD DIGITAL y quiero enviárselo a otro amigo lejano, Rodolfo de la Fuente, y lleno las pestañas habilitadas para esa tarea. Pues bien, al pinchar "enviar" me sale un letrerito (detesto estos letreritos) que dice que el correo electrónico del destinatario no es válido o algo parecido. ¡Le zumba la berenjena! Reviso lo que he escrito que me sé de memoria y veo que está OK, vuelvo a pinchar "enviar" y vuelve a salirme el letrerito. A veces a uno le sale lo que tiene de salvaje dentro y siente deseos de tomar el aparato y lanzarlo por la ventana hasta verlo caer, cuatro pisos abajo, y hacerse añicos, y entonces sonreír, saboreando la "venganza" contra el inocente ordenador (computadora) que no tiene la culpa de que Don Internet se complazca molestándonos con desatinos absurdos, ridículos, injustos, estúpidos y unas cuantas cosas más que no voy a enumerar para no aburrir a quienes me hacen el honor de leerme.

--Pero hombre -me dice Juan cuando le cuento estas cosas-, tómalo con calma, que todavía te faltan por tragar muchos sinsabores informáticos...

Y como el café nos espera en Méndez Alvaro (ahí nos encontramos), decido que lo mejor es sonreír y dedicar menos tiempo a Internet y más a vivir, que como dice el dicho, "son dos días". Y vale, Juan, pero hoy te toca a ti pagar...

Augusto Lázaro

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