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lunes, 27 de noviembre de 2017

¿ARREGLAR EL MUNDO?


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Una mañana se me acerca una señora residente en mi edificio, para quejarse de la situación, de cómo estamos, de lo que viene, etc., y preguntarme si no vamos a hacer nada, si nos vamos a quedar con las manos sobre las rodillas, esperando... Yo la escucho sin interrumpirla, como es mi costumbre, y después le digo: mi querida señora, no cuente conmigo para quejas, escritos, protestas, manifestaciones, etc. Nada de eso sirve, nada de eso da ningún resultado. Fíjese en las querellas que a diario se ponen: ¿cuántas conoce usted que hayan dado resultado? Es más, ¿cuántas querellas conoce usted que hayan sido siquiera tramitadas, aunque después pasen días, semanas, meses y hasta años y jamás se vuelvan a mencionar? Y la señora se queda muda, quizás comprendiendo que es inútil intentar cambiar lo que no va a cambiar con esos métodos... Y con "otros"... pues no veo que se pueda en las actuales condiciones... El escepticismo no es fortuito: se adquiere con la fuerza de la realidad imperante. Y una vez adquirido, es casi imposible de derrotar...

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El optimismo y el pesimismo son como el amor y el odio: recuerdo una canción cubana que cantaba Barbarito Diez que decía que “el odio es cariño, / no me cabe duda, / porque te odio y te quiero a la vez / y no vivo sin ti”… y eso mismo sucede con estas dos llamémosle actitudes ante la vida (aunque esto suene al agit-pro de los “progres”), lo mismo que la felicidad, que ya sabemos que no existe, sino que lo que existe es momentos felices o días felices, pero una felicidad constante y permanente, ñiringa de pato, amigos, eso no se da. La actitud pesimista forma parte de la misma vida: unas veces se es o se está pesimista por muy diversos motivos o razones, pero algunas veces, en ocasiones contadas, el pesimista se siente optimista. Y así pasa la vida de cualquier ser humano. No puedo autocatalogarme como pesimista permanente, ni tampoco como lo contrario, pero en general, soy escéptico ante el mundo en que me ha tocado vivir, y me inclino a pensar que mi “pesimismo” es más ben una actitud realista: no me engaño, sé que esto es una mierda, pero eso no quiere decir que todo sea una mierda ni que yo desee colgarme del baño de mi casa y gritar ese lugar común de narrativa barata: “adiós, mundo cruel”. Porque el mundo es como es, ni cruel ni bondadoso. A cada cual le toca un décimo como en la lotería, y en ese décimo está todo lo que puede pensar, sentir, ser, y etc. No hay más…

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Cuestión, que es mejor pensar que el mundo siempre ha sido así, y que si ahora nos parece horrible, es porque ahora tenemos un contacto directo con lo que sucede en cualquier parte (prensa, radio, televisión, internet, aviones, etc.) y al minuto, un hecho ocurrido en Vladivostok se conoce en las Islas Caimán, mientras que hace sólo apenas un siglo (que es poco tiempo para lo que ha vivido este planeta) no nos enterábamos de nada, ni siquiera viviendo en la misma región donde ocurrían cosas parecidas a las que hoy ocurren en cualquier lugar. O sea, que no hay que lamentarse tanto por cómo está el mundo, mejor leer La Iliada o En busca del tiempo perdido, y veremos lo poco que ha cambiado el ser humano en sus ideas, pensamientos y acciones. Pues eso… lo demás son impresiones del momento por desconocer que la historia de esta bola casi redonda que da tantas vueltas sin que lo notemos, es muy similar a todo lo que está ocurriendo en esta actualidad tan absurda y compleja…

Augusto Lázaro

@lazarocasas38

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