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lunes, 16 de octubre de 2017

LA GENERACION (IN)MOVIL

No soy de los que piensan que "todo tiempo pasado fue mejor". Pero estoy convencido de que con tanto adelanto en la técnica y la electrónica, sobre todo en la informática, la gente ha perdido en gran parte su disposición de comunicarse personalmente con sus semejantes, prefiriendo la soledad ante un aparato que en menos de un minuto logra poner en contacto a personas que pueden estar distantes miles de kilómetros. La pregunta de si eso es bueno, si ha hecho más beneficios que perjuicios a la humanidad, no estoy en capacidad de contestarla, y me veo obligado a dejársela a quienes investigan la sociología del momento, controlada casi totalmente por aparatos y máquinas que se desentienden de los seres humanos "en persona y frente a frente". Lo que sí sé es que estamos creando una generación de tontos cuyo único sentido en sus vidas parece ser el móvil (celular), sin el que prefieren no seguir viviendo, aunque esta afirmación parezca exagerada. He hablado con decenas de jóvenes (y algunos no tanto) que me han confesado que prefieren perder cualquier cosa (algunos han llegado a afirmar que hasta la salud) antes que renunciar a su adorado aparatico que llevan incluso cuando van a hacer sus deposiciones en el cuarto de baño. ¿No lo creen? Yo tampoco lo creía. Pero tuve que convencerme de que lamentablemente esa es la realidad…
Alguien la llamó “la generación del móvil” y no le faltaba razón, porque actualmente es casi imposible ver a un joven sin ese adminículo que absorbe gran parte de su vida. Una mañana, al subir al autobús de costumbre, en el que había alrededor de 14 personas, conté con la vista y noté que de esos 14, incluyendo a personas de todas las edades, había 9 con un móvil en las manos, totalmente abstraídos, como si lo que tuvieran ante su vista fuera el elíxir de la juventud eterna. Otra anécdota conocida (o no) es la de 4 chicas que se citaron en un bar para pasar un buen rato juntas, pues hacía tiempo que no se veían. Estuvieron allí alrededor de 3 horas, en las cuales las 4 apenas se dirigieron la palabra, pues cada una de ellas se entretuvo en mirar y manipular su móvil. Y al despedirse (lo mejor), una de ellas dijo “¡qué bien la hemos pasado! ¿Cuándo nos vemos otra vez?”. Sí, de esta generación depende el futuro. Menos mal que ya pronto viviremos en Marte… según dicen algunos científicos, claro…
Pero la vida no se reduce sólo al uso del móvil. La juventud ha perdido el deseo de realizar actividades físicas o no, que lo mantengan en contacto con sus semejantes: prefieren llegar a sus casas y enseguida conectarse al ordenador o al móvil que ya llevan conectado, y ponerse en contacto con amigos a distancia a los que a veces ven en las pantallas, gracias a las videollamadas, lo que les resulta mucho más interesante y además les permite estar en la comodidad del hogar sin soportar el gentío bullanguero que molesta o las incomodidades del transporte, junto a otras cosas no muy agradables que se encuentran en las calles. Así han llevado sus vidas a casi una sola acción que puede darles momentos agradables, pero al mismo tiempo los aleja cada vez más de la comunicación natural entre las personas, que con el tiempo, como se ve en la novela EL SOL DESNUDO, de Isaac Asimov, se convertirá en el único modo de encontrarse con seres queridos, amistades o personas que por alguna razón o motivo tengan que ver y tratar. Quizás ese tipo de vida sea mejor, no lo sé, pero sé que a todo se acostumbra el ser humano y a esta nueva forma de existencia tendremos que irnos acostumbrando, pues ya forma parte del sentido de nuestra vida mientras estemos en este planeta, porque quién sabe si en otro la situación que encontremos no nos permita dedicar tanto tiempo a tantas nimiedades…
Augusto Lázaro

@lazarocasas38

2 comentarios:

Ricardo Grimes dijo...

Doy testimonio de que la vida continua en la ausencia de electricidad e informática. Gracias a doña a María, prescindí de internet por veinte días. No voy a predicar que las cosas son mejor sin ella. Tampoco puedo negar el placer insólito de manosear las páginas de un diccionario viejo, jugar parchís en pareja y el olor a papel viejo de un libro que lleva demasiado tiempo sobre la mesa de noche.

Augusto Lázaro dijo...

Señor Grimes: muchas grcias por su comentario. Un saludo de
Augusto Lázaro