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lunes, 6 de febrero de 2017

LOS OJOS QUE NO QUIEREN VER

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Otra personalidad artística que deja las redes sociales (o que nunca estuvo en ellas): Jennifer Aniston. Cada día son más las personalidades que declaran no estar conectados a ninguna red, casi todos sin explicar por qué, como Julia Roberts. Carlos Alsina dice en un artículo al respecto que en las redes sociales el 90% de sus contenidos se limita a 3 cosas: política, asuntos personales que a nadie interesan más que a sus protagonistas, y tonterías. Muchas tonterías. Revisando los contenidos de algunas redes (yo estuve en Twitter y ahora me mantengo, yo mismo no sé por qué, en Faacebook, además he visto algunas otras “por arribita”) me parece que a Alsina le faltó una de las principales aportaciones que también pueden encontrarse en las redes: los insultos, a veces sin ningún respeto a la (o las) persona insultada. Unos reciben respuestas, convirtiendo la red en que se “pelean” en verdaderas corralas que ensucian lo que podría servir para la ilustración o información de sus usuarios, otros simplemente no contestan e ignoran al (o los) insultante que se derrite en su detritus, que para mí es la mejor forma de tratar a estos especimenes que pululan en esas creaciones que no se hicieron para semejantes encontronazos inútiles y groseros. Ojalá que esto no termine “como la fiesta de El Guatao”, dicho “a lo cubano”. Porque de seguir así, mejor sería sentarse en un parque a disfrutar del paisaje urbano y social... de ser posible...

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La mal llamada justicia española tiene tela para la literatura. No voy a nombrar las veces que algún magistrado deja libre a personas que en cualquier otro país se pudrirían entre rejas hasta el día de su muerte, porque sería aburrir a quien me lea, pero basta citar un par de casos recientes (¿recientes?) para comprender de un tirón el enorme desamparo que tenemos los de a Metro ante lo que debería ser, según aquellas infelices y cínicas palabras del anterior monarca: “la ley es igual para todos” que en algunos como el Menda provocaron carcajadas primero y lágrimas después. Los dos casos son simples: ¿por qué los Pujol no están en la cárcel? ¿Estarán algún día o la Justicia está esperando que sus delitos prescriban para que salgan de rositas de maíz (palomitas), paseando sus timbales como dueños y señores de Cataluña y yo diría que de parte de España? Y el caso del famoso y lamentable accidente del Yak 42 ocurrido en 2003 donde murieron 68 españoles: se mantuvo en silencio durante ¡13 años! Y al cabo de ese tiempo sale a la luz, acusando al Partido Popular y a otros personajes de aquel momento, en nombre de las víctimas. ¿Por qué callaron durante 13 años y ahora lo sacan a la luz? Y nadie habla de eso. Como si todos se tragaran el anzuelo o picaran el misterio de esos 13 años de silencio en los cuales nadie se acordó de las víctimas ni reclamó justicia para ellas...

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El mundo revuelto y cada vez peor (perdónenme el pesimismo realista), y causa gracia ver cómo en este país se pierde el tiempo, ocupándonos de asuntos que, aunque algunos se empeñen en que van a afectarnos, no son más que pamplinas (asuntos internos y externos), como esas opiniones sobre todo lo malo que es el señor Trump, al que le achacan lo que realmente tiene de “malo” y muchas otras cosas que no tiene (¿cuántos lo han comparado con Hitler, como antes hicieron con otros presidentes de EEUU, también “htlerianos”?). Es curioso cómo cada vez que se menciona la maldad jamás se nombran los mayores genocidas de la Historia: Mao Tse-tung y Iosif Stalin, ambos por encima de Hitler en crímenes, sangre y muerte. Pero la “derecha” española, además de tonta y blandengue, carece por completo de iniciativa para hacer lo mismo que la izquierda: tomar la calle y los medios para una agit-pro que tanto necesitan, porque ya se sabe que a las masas hay que adoctrinarlas con mentiras que parezcan verdades, para que al final se lo traguen todo sin averiguar mucho lo que ven, leen y oyen. En fin, que estamos sentados en una bomba de tiempo y ojalá me equivoque, pero esto puede estallar en cualquier momento. Este mensaje de pesimismo lo que pretende es que esa situación no cristalice nunca, y el fantasma de la guerra sea apartado de una vez de nuestros diccionarios, y sobre todo, de nuestra mentalidad agresiva y violenta...

Augusto Lázaro



www.facebook.com/augusto.delatorrecasas

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