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jueves, 24 de junio de 2010

CUIDADO CON MIRARLO ATRAVESADO

¿Usted es profesor? Ah, no, si lo es de la Universidad no tiene mayores consecuencias. Tiene, eso sí, problemas de menor cuantía, pero no creo que ningún estudiante universitario le vaya a poner un ojo como el de Popeye. Es que los estudiantes universitarios ya tienen pelos hasta en el cóccix y están en otrta cosa (aunque últimamente tampoco puede estarse muy seguro de que con ellos no le va a ocurrir ningún "accidente", como están las cosas en tan altos centros docentes). En fin, ¿de qué nivel de enseñanza es usted profesor? ¿De Secundaria? ¡Pobre hombre! Pues mire, y perdone, pero usted tiene una de las ocupaciones más peligrosas que existen actualmente, ya equiparada con la del limpiador de ventanas en edificios de más de 20 plantas. Ah, ¿que no es para tanto? Pues oiga esto:si usted se enfrenta a algún alumno por cualquier eventualidad, de las muchas que se presentan a diario, usted tiene las de perder: si lo suspende, el muchachón le va con el cuento a papá, ay, papi, es que ese tío la tiene tomada conmigo, y papá se aparece en el plantel y lo menos que le dispara es una amenaza, sin ningún disimulo. O sea, profe, a aprobar al nene, si no, ya usted sabe lo que le espera con el padre de la criatura. Si lo regaña o le llama la atención delante de sus compañeros de aula, entérese: la misma ruta, a papá con el cuento y a sus cúmbilas con sus planes de fastidiarlo mucho mientras intenta impartir sus clases, que no las podrá impartir en lo adelante en paz. Si se le ocurre expulsarlo de la clase, ¡ay, mamacita! Entonces es posible que ya ni papá se entere, y que el malandrín se active con su banda y no dude de que le hagan todo tipo de maldades, como embarrarle de mierda el buró con su portafolios incluido en el festín escatológico, tirarle bolitas de chicle masticado cuando se vire de espaldas para escribir en el pizarrón, encerrarlo en el aula, atrancando la puerta desde fuera, pincharle una goma de su coche, y algunas más nada edificantes, por supuesto, impunes. Ah, pero si usted es de los recalcitrantes de esos que no se dejan amedrentar y presenta una nota de expulsión del cole al tal alumno (o a tales si es el caso), prepárese para lo peor: no sólo le harán la vida imposible, sino que no se salva de una buena tunda ni encendiéndole una vela a Santa Filomena la milagrosa. Un ojo amoratado, el esternón desviado, una costilla rota, un brazo en cabestrillo, el pie hinchado con peligro de gota, las gafas en el suelo a pedacitos, el buró al revés, sus papeles ardiendo en una esquina, y... ¿para qué seguir? Pues eso, profe, que usted está totalmente indefenso ante un alumnado que cada día atiende menos a la clase y le importa un carajo estudiar y superarse, porque a fin de cuentas ve en la tele que los idiotas y los malandrines son quienes triunfan y se forran malhablando sandeces, y que aquí el saber vale menos que un cruasán en un contenedor (imagínese: Magdalena Alvarez, ¿se acuerda de ella?, va a ganar 20 mil euros al mes no sé dónde). Pero ahí no acaba la tragedia, no: cuidado con una bronca con cualquier alumno, porque aunque usted tenga toda la razón, reconocida por empleados, profesorado, director, y hasta por algunos alumnos, de eso nada, monada, la ley (la sacrosantra ley) absolverá al alumno que le rompió las ventanas de su casa y le propinó una paliza de anjá con observación en el hospital más cercano de urgencias, y si es menor el susodicho educando, ¡se complicó el asunto!, porque hombre, ¿cómo se atreve usted a maltratar a un inocente chavalito que no entiende su agresión (la suya, profe, que no ha existido, no la del chavalito que sí) y sus abusos en las clases? Y al final, usted es el culpable. Y claro que lo es, señor mío: ¿quién lo manda a ejercer de profesor de Secundaria? ¿Por qué no se busca un empleo de guardagujas en la RENFE? Seguro que allí estará mucho más ídem. Anímese, rellene el formulario y espere, y díagle adiós a su querido cole, donde tan agradables momentos ha pasado en compañía de esos entusiastas estudiantes que tanto lo quieren que gustosos darían hasta sus vidas por usted, en caso de que usted se encontrara en una situación de límite... como esa de comparecer a un juicio acusado de maltratar y vejar a uno de sus encantadores alumnos. Pues eso.


AUGUSTO LAZARO

augustorre1938@yahoo.com

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