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domingo, 4 de mayo de 2014

YO, NO CLAUDIO

Todos los días al despertarme sé lo qué voy a hacer, cuándo, dónde, cómo y por qué: sin variaciones, ni viajes, ni encuentros con ningún ser  humano que no esté en el pequeño grupo de los que inobjetablemente tengo que tratar a diario. De mis seres más queridos, aparte de mis hijos, no sé nada: unos al otro lado del Atlántico, otros desperdigados en otros continentes, con los cuales hace mucho tiempo que he perdido el contacto, y con los pocos con los que me comunico con frecuencia vía Internet sólo me relaciono por esa vía, muchos de ellos ni siquiera vistos en persona, salvo un único amigo conocido de hace casi medio siglo, con el que (con ese sí) me escribo diariamente...

Yo mismo me pregunto por qué mi vida se ha reducido a esta situación que hace apenas una década era impensable, pero no logro encontrar la respuesta convincente. Sólo considero 3 razones posibles:

1) porque así como vivo me siento muy bien y ningún cambio me interesa

2) porque estoy harto de la maledicencia, la mentira, la hipocresía y a veces la maldad que noto en muchos seres humanos a los que tengo que tratar por distintos motivos

3) porque no vale la pena a mi edad emprender nuevos derroteros ya que no tendría razón cierta ni motivación sincera y por tanto todo conduciría a un gran fracaso

El camino hacia la soledad más absoluta no se busca: a veces, como en mi caso, aparece sin llamarlo. Sobre todo cuando se tiene, también como yo, un espacio donde realizar casi todas las acciones mentales y físicas que se hacen a diario. Sobre esta situación las opiniones son tantas y tan diversas que algunas dan risa. Los hay que afirman que la soledad envejece, enferma y mata. Hasta ahora no he notado ninguno de estos 3 síntomas. También los hay que elogian al solitario hasta elevarlo a la categoría de iluminado, lo que por supuesto no creo ser ni creo que haya alguien que lo sea. Y cómo no, hay otros que ni una cosa ni la otra. Pero el caso es que cada cual habla de la feria según le haya ido en ella. A mí la soledad, hasta ahora, no me ha generado ningún problema serio. Y la ventaja es que cuando deseo compañía la busco o la tengo y allá voy, aunque no siempre, lo confieso, encuentro el tipo de compañía (femenina) que me gustaría encontrar...

Resumiendo: la soledad es como el helado de chocolate: hay quienes se engolosinan con él mientras que otros sólo de verlo sienten náuseas. Pues no hay problema: lo importante en la vida es que cada cual se sienta bien haciendo lo que hace y viviendo como vive. O como puede vivir, que no es lo mismo...

Augusto Lázaro
@augustodelatorr




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