Todos los días
al despertarme sé lo qué voy a hacer, cuándo, dónde, cómo y por qué: sin
variaciones, ni viajes, ni encuentros con ningún ser humano que no esté en el pequeño grupo de los que
inobjetablemente tengo que tratar a diario. De mis seres más queridos, aparte
de mis hijos, no sé nada: unos al otro lado del Atlántico, otros desperdigados
en otros continentes, con los cuales hace mucho tiempo que he perdido el contacto,
y con los pocos con los que me comunico con frecuencia vía Internet sólo me
relaciono por esa vía, muchos de ellos ni siquiera vistos en persona, salvo un
único amigo conocido de hace casi medio siglo, con el que (con ese sí) me
escribo diariamente...
Yo mismo me
pregunto por qué mi vida se ha reducido a esta situación que hace apenas una
década era impensable, pero no logro encontrar la respuesta convincente. Sólo
considero 3 razones posibles:
1) porque así
como vivo me siento muy bien y ningún cambio me interesa
2) porque estoy
harto de la maledicencia, la mentira, la hipocresía y a veces la maldad que
noto en muchos seres humanos a los que tengo que tratar por distintos motivos
3) porque no
vale la pena a mi edad emprender nuevos derroteros ya que no tendría razón
cierta ni motivación sincera y por tanto todo conduciría a un gran fracaso
El camino hacia
la soledad más absoluta no se busca: a veces, como en mi caso, aparece sin
llamarlo. Sobre todo cuando se tiene, también como yo, un espacio donde
realizar casi todas las acciones mentales y físicas que se hacen a diario.
Sobre esta situación las opiniones son tantas y tan diversas que algunas dan
risa. Los hay que afirman que la soledad envejece, enferma y mata. Hasta ahora
no he notado ninguno de estos 3 síntomas. También los hay que elogian al
solitario hasta elevarlo a la categoría de iluminado, lo que por
supuesto no creo ser ni creo que haya alguien que lo sea. Y cómo no, hay otros
que ni una cosa ni la otra. Pero el caso es que cada cual habla de la feria
según le haya ido en ella. A mí la soledad, hasta ahora, no me ha generado
ningún problema serio. Y la ventaja es que cuando deseo compañía la busco o la
tengo y allá voy, aunque no siempre, lo confieso, encuentro el tipo de compañía
(femenina) que me gustaría encontrar...
Resumiendo: la
soledad es como el helado de chocolate: hay quienes se engolosinan con él
mientras que otros sólo de verlo sienten náuseas. Pues no hay problema: lo
importante en la vida es que cada cual se sienta bien haciendo lo que hace y
viviendo como vive. O como puede vivir, que no es lo mismo...
Augusto Lázaro
@augustodelatorr
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