I
YO, desempleado, o como se dice aquí: parado. ¡Qué vacilón!
Nunca imaginé que se pudiera vivir tan bien siendo un parado. Si el gobierno me
mantiene... hombre, no voy a decir que con un sueldo astronómico, pero con lo
que me da voy tirando, y con otras chapucillas que hago por ahí no digo yo...
Pues como decía, si el Estado me mantiene (no sé si es el gobierno o el Estado,
pero me da igual), ¿para qué coño quiero trabajar? Tener un empleo con lo que eso
significa de deberes, horarios, responsabilidades, ocupación de casi todo el
tiempo, el imbécil del jefe dando órdenes y nunca conforme con lo que haga, y
sobre todo, no poder dormir la mañana, que tanto me gusta, ni echar una siesta
de una horita después del almuerzo... ¡qué va! De eso nada, monada: yo, parado,
y a mucha honra, que en definitivas en este país dentro de poco vamos a ser
mayoría absoluta, y cuidado con pasarse, que tendremos una fuerza tal que
gobierno y Estado temblarán cuando nos movilicemos y cerremos todas las
ciudades que nos dé la gana, en caso necesario... Así que adelante con el paro,
que yo ahora es que soy verdaderamente feliz...
II
TU, ratero, y con suerte, pues hay una ley que dice que
robar, mejor dicho, hurtar, menos de cierta cantidad que no recuerdo ahora, no
se considera delito: sólo falta y no tanto como para llevarte a una comisaría.
No. Si te pillan, llaman al vigilante, el vigilante te mira, te quita lo que
has hurtado, te da una palmadita en el hombro, y oiga, amigo, parece mentira, a
su edad, esto no se hace, ¿es que usted no conoce la ley?, bueno, venga,
circule, ande, y nada más. Pero eso si te pillan, que en el 90% de las veces ni
se enteran los empleados del centro comercial donde sueles operar. No problem,
como dirían los ingleses, y a viaje, a seguir en las andadas, que con tu suerte
y tu adiestramiento en el oficio, vaya si te buscas un dinerito diario que al
mes viene siendo casi como el sueldo de un funcionario de menor categoría,
hombre...
III
EL, estudiante universitario. A veces se pregunta cómo
diablos llegó a la Universidad, si tenía más suspensos que aprobados desde la
Secundaria, y aunque lo pasaban de curso, se quedaba en babia con tantas
materias tan duras que no acababa de asimilar. Y ahora en la Universidad ni se
diga. Que esto no hay quien lo entienda, vamos, se repite a diario cuando se
enfrenta a nombres, hechos, países, inventos, que nunca ha oído ni sabe quiénes
ni cómo ni dónde ni cuándo ni por qué. Nada de nada. Pero para qué
atormentarse, él sabe, él conoce, aquí aunque salga de la Universidad con o sin
título y con esa cara de burro indisimulable que se gasta, si logra un buen
enchufe con el tío Robustiano, que tiene relaciones y eso es lo que vale, su
futuro está asegurado. Si, hombre, a dejar de preocuparse con eso del Medio
Oriente (¿qué diablos será?), la Economía Sumergida (qué palabritas se buscan),
el tal Bárcenas... bueno, a ése sí lo ha oído mencionar alguna vez, pero en
fin... Nada, socio, lo tiene fácil: el tío, el enchufe, y adiós a la rompedera
de sesos, que él no nació para intelectual ni nada que se le parezca. Y además,
él sabe muy bien que esos que han estudiado tanto no tienen ni dónde caerse
muertos. Aquí, el “furbo”, la tele, el enchufe, y a vivir, que son dos días,
tío. Lo demás es una gilipollez...
Augusto Lázaro
@augustodelatorr
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