Si te digo que debes cuidar tu prestigio y por lo tanto no
te conviene tener una relación de mucha
intimidad con Fulano, por esto y por lo otro, con esa acción te estoy
demostrando que:
--me considero capacitado para decirte lo que debes hacer, o
sea, me considero más capacitado que tú, pues creo que no eres capaz por ti
misma de analizar lo que debes o no hacer
--te estoy faltando al respeto al considerarte una persona
que no tiene suficiente capacidad para analizar y razonar y necesita de alguien
que le indique que lo que está haciendo está mal y debe rectificar radicalmente
su actitud
--soy un entrometido y un metomentodo al inmiscuirme en
asuntos que no son de mi incumbencia, ya que tú eres mayorcita y si no te das
cuenta de lo que haces que yo creo que está mal debes salir de ese embrollo por
ti misma
Esta situación no es excepcional: sucede a diario entre
amigas (o amigos) cuando una de ellas observa a la otra que está haciendo algo
que según la primera, desde su punto de vista y su visión de la vida y del
mundo, no es correcto, porque puede traerle consecuencias negativas. Y esto
triunfa cuando la segunda no tiene una mente firme y suficiente para responder
que ella se basta para saber lo que le conviene o no, en este caso una relación
con un amigo que a la primera al parecer le cae mal por alguna razón.
Nos asombraríamos si conociéramos el número de personas que
gustan de andar por ahí dando consejos y opiniones amparadas solamente en su
afán de meterse en lo que no les importa, con tal de sobresalir ante los demás
y aparecer como gran consejer@ a quien deberían ir a consultar sus problemas
todos los vecinos o conocidos. Conozco a una (en este caso es una mujer) que es
especialista en abordar a cualquiera, pero sobre todo a aquellas personas de
mente frágil que se dejan engatusar con los "sanos" consejos de quien
pretende ser su amiga y lo que hace lo hace porque la persona aconsejada “le
importa”. El caso me ha tocado de cerca, por eso hablo con conocimiento de
causa... y de efecto.
Claro que todo el mundo es libre de hacer lo que le plazca o
de guiarse por consejos, sugerencias, opiniones, etc., de otras personas cuando
las consideran por encima de sus posibilidades de razonamiento o de actuación,
aunque en el fondo detrás de estas actitudes lo que se esconde es un gran
prejuicio ante la sociedad en que se vive, que en una gran proporción se
dedica, en lugar de atender a sus propios asuntos, a estar pendiente de los
asuntos de los demás. Vamos, que no es nada nuevo: existe desde los tiempos de
Ñañá Seré...
Augusto Lázaro
@augustodelatorr
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