Tras diez largos años de intenso
trabajo de investigación y esfuerzos casi sobrehumanos, y habiéndose dedicado
durante 25 horas diarias al empeño, el notable, destacado, ilustre sociólogo,
filólogo, periodista y algunas cosas más que no recuerdo ahora, don Macareno de
la Palma Real logró por fin concluir su trabajo y nos dio la respuesta que
tanto ansiábamos sumándola a tantos descubrimientos e inventos trascendentes y
maravillosos que nos hacen la vida mucho más llevadera a pesar de la crisis y
del nuevo billete de metro.
Decenas de los más capacitados
pensadores del orbe fueron convocados hace una década para descifrar el
intríngulis del por qué el pollo cruzó la carretera, asunto sin dudas de vital
importancia para el desarrollo de las ciencias social, filosófica y económica,
que tan desmejoradas están actualmente. Pero de aquello nada. Diez largos años
no bastaron a esas eminencias, y cuando todo parecía condenado a un fracaso
total, por la diversidad de opiniones al respecto, basadas en leyes
filosóficas, ideológicas, políticas, sociales, culturales, y hasta deportivas
(hubo una eminencia que afirmó que el
pollo había cruzado la carretera porque hacía entrenamiento para alguna
competencia entre aves de corral), cuando los ánimos estaban arrastrándose por
el sucio suelo del local que les servía de concentración rigurosa y solitaria,
apareció, como surgido de la magia, nuestro gran don Macareno, sin ningún
documento, ningún archivo, ningún sobre misterioso, ninguna micro-computadora
en sus manos, sólo con una amplia sonrisa, para declarar que él había
descifrado el enigma.
Ante tan simple y tajante
declaración, el local de la Universidad del Gato Mocho, repleto hasta el techo,
se estremeció con los aplausos de más de mil personas que habían hecho colas de
días y noches para lograr un asiento y oír la conclusión del trabajo del gran
erudito (otro título que se me había olvidado mencionar), que ocasionaron un
deterioro peligroso de la pared izquierda del salón que no resistió el enorme
clamor, aunque por suerte sin causar ninguna desgracia personal.
Don Macareno se dirigió al pedestal
que habían construido en el proscenio, y con mucha parsimonia sonrió, no se
quitó el sombrero porque nunca lo usaba, y señalando a la masa concentrada que
permanecía en un silencio estremecedor, declaró su descubrimiento:
--Señoras y señores, la solución es
muy simple: el pollo cruzó la carretera sólamente porque... porque quería pasar
al otro lado...
Los gritos de euforia de la multitud provocaron un desprendimiento
del techo del local, que cayó sobre el proscenio, aplastando desgraciadamente a
don Macareno y a otras personas que ocupaban la presidencia del acto, lo que
constituyó una tragedia de tales dimensiones que al día siguiente todos los
medios informativos resaltaron la muerte del ilustre investigador, aunque nadie
se acordó de su más importante descubrimiento, y el pobre pollo pasó sin gloria
a una sola mención sobre el día de la tragedia y nada más. Ingratitud de este
mundo, que sólo se ocupa de los seres humanos, como si los infelices animales
no contaran para nada...
Augusto Lázaro
@augustodelatorr
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