No sé si antes (cuando digo antes me refiero a varias decadas atrás)
habría en el mundo tanta gente con stress o depresión, sólo sé que según las
informaciones que a diario leemos, actualmente el número de personas deprimidas
es bastante alto. Precisamente ahora que la ciencia y la técnica han avanzado
tanto y existen tantos aparatos y medicamentos que se supone mermarían los
estados depresivos que mucho daño hacen. O quizás precisamente por esa abundancia
de tecnología y medicamentos es que se produce ese aumento en estas sociedades
consumistas y súper desarrolladas que disfrutamos y/o padecemos. Descifrar el
“misterio” requeriría un estudio mucho más amplio que los que se están haciendo
o ya se han hecho.
Diariamente me encuentro con hombres y mujeres cuyas caras denotan que
no se sienten del todo bien. A quienes trato, por ser amistades o personas con
las que tengo un contacto casi diario, lo mismo en persona que por vía de
Internet, les pregunto, cuando existe suficiente confianza, qué les sucede para
estar en ese estado que tanto perjudica su salud mental, y por lo tanto, las
demás actividades que debe o tiene que realizar durante cada día. La respuesta
es similar en la mayoría: “me siento deprimida”, “tengo un estrés que me tiene
medio loco”, “no me digas nada, estoy…” y así más o menos. Por supuesto que yo
no soy médico ni especialista y mucho menos ese tipo de gente que se pasa la
vida dando consejos como si fueran Sigmund Freud o como si lo supieran todo y
estuvieran en condiciones de dictaminar lo que debe hacer cada cual para
aliviar o eliminar su estado depresivo. Sólo soy un investigador de causas que
tienen que ver con la vida de las personas (y de los animales) y me gusta
saber. Eso es todo. O casi.
Hay un libro titulado TODO ESTA EN TU CABEZA de la famosa neuróloga
Susanne O’Sullivan, que a juzgar por el subtítulo (9 historias reales de
enfermedades imaginarias), ya pueden imaginarse que se trata no de uno de esos
libelos llamados de autoayuda que no ayudan a nadie, sino de un relato de la
actuación de esta doctora que leí con atención y lo consulté con mi médico de
cabecera, llegando ambos a la conclusión de que el libro puede ayudar a muchos
a comprender que la mayoría de las veces el estrés es provocado por cosas que
sólo existen en sus cerebros y por lo tanto, con un esfuerzo y sobre todo con
fe en que lo que se lee es cierto, les va a ayudar en su problema y en la mayoría
de los casos estoy seguro de que aliviarán o eliminarán su estado depresivo.
Como me sucedió a mí…
Después de todo, con probar no van a perder nada. Y pueden ganar mucho.
Y ayudar a la gente, aunque muchos no merezcan esa ayuda, produce un bienestar
que evita precisamente caer en una situación de estrés naturalmente evitable...
Augusto Lázaro
@lazarocasas38
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