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Una trabajadora del edificio donde vivo escribió en su
cuenta de Facebook: “si alguien quiere salir de mi vida, le enseño la puerta,
lo acompaño hasta ella, la abro y le digo adiós y suerte”. Pensé en ello
durante varios días, y me di cuenta de que eso era exactamente lo que yo hacía
de vez en cuando, y me llamó la atención que quizás ella también sintiera, como
yo al hacerlo, una sensación de felicidad, tranquilidad y paz, porque nos
quitábamos de encima un peso de piedra de molino que nos tenía atormentados. Y
todo, teniendo la solución al alcance del diccionario: decir NO es tan
necesario para ser feliz como decir SI cuando la situación merece uno de esos
dos términos. Pero ¡ay!, que muchas veces por una falsa creencia en la buena
educación o en no herir al semejante, soportamos a personas que no nos dan nada
y por el contrario nos quitan esos pocos momentos de bienestar a los que todos
tenemos derecho a disfrutar. ¡Cuántas batallas le hubiéramos ganado a la
depresión, al malestar, a los problemas que nos hacen sufrir, si hubiéramos
usado un poco más esa corta palabra, tan fácil de decir: ¡NOOOOO!
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Todos hemos sufrido traiciones de personas de las que nunca
esperábamos semejantes actitudes. Por eso nos duelen tanto. Pero si repasamos
un poco nuestra propia vida, nos daremos cuenta de que la culpa de esas
traiciones son nuestras, por una razón muy simple: no supimos elegir. Y punto.
La elección de quiénes pueden realmente ser amigos y además demostrárnoslo, no
es nada fácil. Vivimos en un mundo hipócrita, donde prima la impostura, el
engaño, la habilidad de ciertas personas para hacerse querer por los demás,
fingiendo cariños y emociones que están muy lejos de sentir de verdad. ¿Cuántas
veces nos hemos equivocado pensando, al conocer a alguien que nos llama la
atención por sus “valores y méritos” (aparentes) que ese alguien es digno de
nuestra amistad y nuestro cariño a toda prueba? Muchas.Y eso nos ha sucedido
precisamente por idealizar a esas personas sin darle tiempo a conocerlas
mejor y más profundamente. Yo mismo padezco de ese mal que he pagado con
creces: he conocido a mucha gente a la que enseguida he idealizado, y el tiempo
se ha encargado de sacarme de mi error, pero siempre con un precio demasiado
alto. Por eso he decidido que mi amiga tiene toda la razón, sólo que también
hay que darle un empujoncito a veces, no a quien desee salir de nuestras vidas,
sino a algunos que no muestran deseos de hacerlo, pues lo que quieren es seguir
“jodiéndonos la vida” como bien decía mi amiga Vicky Ruiz en su cuenta de
Faceboook. A todos, hay que abrirles la puerta de salida, y en algunos casos,
empujarlos y no desearles suerte: que se las arreglen como puedan mientras
nosotros agradecemos al diccionario por su bellísima y oportuna (y salvadora)
palabra: ¡NOOOOO!
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Lo dicho: evitar males mayores pronunciando esa palabra de
tan poco uso en nuestra relación con los seres humanos con quienes por alguna
causa tenemos que relacionarnos y a veces compartir con ellos algo más que
saludos inevitables. Tenemos, si queremos de verdad quitarnos de encima a
personas de esas que sólo sirven para amargarnos la vida, que aprender a
pronunciar esa palabra que puede salvarnos en numerosas ocasiones de caer en un
estado depresivo, pesimista, triste, que incluso pudiera echar a perder nuestra
salud: Sólo hay que pronunciar una palabra: ¡NOOOOO!
Augusto Lázaro
@lazarocasas38
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