Septiembre sigue con temperaturas que rozan y a veces pasan
los 40 grados, y lo peor es el vaticinio de que octubre será también un mes
caliente. Pero las redes sociales no darán ningún respiro para refrescarnos,
pues persisten en sus manoseadas chapuzas donde lo trivial es rey y lo
híperconocido se repite una y otra vez, sin tener en cuenta las veces que ya se
ha dicho o informado lo que hasta los bobos de nacimiento conocen. Dejé Twitter
porque se había convertido en un almacén de tonterías, insultos, palabrotas sin
sentido, y reiteraciones que no me dejaban nada positivo y me hacían perder el
tiempo. Además, en mi móvil, cuando enviaba un tweet, a veces (no siempre) me
decían que por un error no especificado no se publicaba mi tweet, pero que no
me preocupara, que lo habían guardado en borrador para publicarlo después. Y
ese después nunca llegaba. O sea, como a tantos, me tomaban por tonto, pues si
lo habían guardado en borrador, bien podían publicarlo en el momento en que yo
lo había escrito. Y por otros detallitos que no creo necesario enumerar. Por
eso dije ¡adiós, Twitter!, y hasta hoy. Con Facebook, salvando sus pequeñas
(muy pequeñas) diferencias, me está sucediendo lo mismo, o sea, que me estoy
aburriendo de lo mismo de todos los días, si acaso algo más decente que
Twitter, pero también molesto cuando hace algo que tú no quieres hacer o
viceversa. He intentado reenviar algunos comentarios y artículos aparecidos en
órganos de prensa, donde está la F permanente para invitar al lector a
publicarlo en Facebook, y Nananina la billetera. ¡Desaparecen! Y no los
encuentro por mucho tiempo y cuidado que dedique a buscarlos. Por esa razón he
minimizado mi participación en esa única red social que me queda, y que quizás
también deje pronto, pues he llegado a la misma conclusión que aquella canción
cubana de los 60 que terminaba diciendo: “viví sin conocerte... / ¡puedo vivir
sin ti!”. Creo que con un correo electrónico y 2 blogs que nadie lee ya tengo
suficiente tiempo de ocupación que tampoco me rinde ningún beneficio, y sólo lo
sigo haciendo, muy de tarde en tarde, por costumbre y para no perder la
habilidad de mis manos/dedos en seguir escribiendo sin mirar el teclado, como
desde que tenía 5 años cuando mi padre me enseñó tal destreza. A los
escasísimos amigos que me han honrado con su lectura y muy pocos con sus
opiniones y comentarios siempre les estaré agradecido como un perro (esto me
huele a título de libro cubano), y continuaré contestando siempre cuantas cosas
me hagan llegar, en caso de que deje también de usar el Facebook, a través de
mi e-mail, móvil, o cualquiera otra vía que deseen, cosa que pongo en mucha
duda, hacerlo. Hasta que me decida entonces, les deseo un fin de verano con
sólo 30 grados, para que puedan disfrutarlo al máximo. No coman demasiado, que
mi padre decía: “de poco comer a nadie vi morir, / de mucho comer, a cien mil”.
Y mi padre era medio sabio, no por ser mi padre, sino por lo viejo que se ponía
cada nuevo año. Dicen que la vejez da sabiduría. Y puede que sea verdad...
Augusto Lázaro
http://elcuiclo.blogspot.com.es
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