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¿Felices fiestas? Me dice un amigo que se trata de una
expresión muy usada, según él no por ignorancia (ya que no hay fiestas que no
sean felices), pero creo que, al igual que otros llamémosles disparates (para
no ofender) la expresión está mal usada, quizás porque quienes la usan no son
creyentes y pretenden con eso eliminar la palabra Navidad, que es la que yo uso
al felicitar en ese y en otros días anteriores y posteriores a la fecha (¡Feliz
Navidad!) y todo el que me conoce sabe que yo no creo ni en el que asó la
manteca, pero la Navidad, desde que nací en este mundo tan “perfecto”, fue la
palabra que usaron mis padres, mis maestros, mis familiares, mis amigos, mis
conocidos, mis compañeros primero de estudios y después de trabajo, y estoy
seguro de que algunos de ellos no creían ni en el potaje de frijoles negros, y
siempre se usó esa expresión para desear lo mejor en estos días antes tan
hermosos (la inocencia infantil siempre es hermosa) y ahora tan inciertos, pero
por eso mismo hay que darle un toque de “optimismo” y pensar que tal vez el
2016 no sea tan nefasto (universalmente) como lo fue este que acabamos de
pasar...
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No es la única expresión que se usa mal: si fuera a citar
todas no cabrían en una entrada como
ésta, que para las pocas, -por no decir ninguna persona- que me leen,
debe ser lo más breve y concreta que yo pueda escribirla. Una de las que más me
molesta, porque la veo en portadas de diarios que presumen de serios, es
aquella que repite sin cansarse: “a por ellos”... usando 2 preposiciones que
con sólo una de ellas bastaría para expresar lo que se quiere. Pero en fin, que
los malos hábitos son como los vicios. Un amigo cubano, profesor universitario
él, del que no tengo noticias desde hace medio siglo ni sé si estará en Cuba
todavía vivo o enterrado, me dijo una vez que era muy fácil renunciar a una
virtud, pero que era casi imposible renunciar a un vicio, y tenía razón. Y esa
costumbre de hablar mal y escribir peor es un vicio del que ni siquiera esos
diarios “serios” han podido librarse. Como aquella otra de “ese arma”, “este
área”, por ejemplo. Vicios del lenguaje o desconocimiento del mismo,
trasmitidos de generación en generación, y después nos quejamos de lo mal que
está el nivel de nuestros estudiantes superiores que casi ni entienden los
textos que leen. Con esos truenos yo tampoco los entendería...
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En fin, que he sugerido a una asistente del edificio que
nunca lee porque no tiene ese hábito ni le gusta un poquitín “perder el tiempo”
con un libro en las manos (ni siquiera para ver la solapa y saber de qué va)
que busque cualquier libro del asunto que ella pueda asimilar o degustar, y se
ponga UN DIA a leer, para que compruebe por sí misma que con un libro nunca se
pierde el tiempo, porque siempre deja algo, y a veces mucho. Por lo menos ayuda
a mejorar la ortografía, que está tan
mal en personas que ya han vivido varias décadas y se supone que no debían
escribir tan mal como lo hacen. Eso se ve en Facebook, más de lo que debería verse.
Y no debemos olvidar que además de los buenos deseos que esas personas publican
(y que se agradece) haría falta que también los escribieran correctamente. Pero
me temo que muy poca gente va a hacerme ningún caso, pues en definitivas se
preguntarían: “¿y a quién demonios importa mi ortografía?”. Y pensándolo
objetivamente, quizás tengan razón...
Augusto Lázaro
www.facebook.com/augusto.delatorrecasas
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