I
el gran
descubrimiento
Dos viajeros en un
autobús urbano:
--Pues como te
digo, estoy contentísimo de haberlo descubierto.
--¿Y cómo lo
descubriste?
--Bueno, en
realidad fue Carola la que me hizo descubrirlo.
--Cuéntame.
--Pues mira:
cuando la conocí en casa de Roberto, que estábamos allí todos viendo un
partido, ella me preguntó al final si me apetecía irnos a un concierto de rock
en la plazoleta, cerca de allí... y claro, como me gustaba la tía, pues
fuimos... y fue allí, en el concierto, que me di cuenta, gracias al entusiasmo
de Carola, de que la vida tenía otras cosas además del fútbol.
--Vaya sorpresa,
caramba.
--Pues sí señor. Y
a partir de esa noche, con Carola o solo, voy descubriendo las cosas que me había
perdido hasta ahora...
II
la cama, ¿remedio
de todos los males?
No recuerdo la
primera vez que oí esa frase (quizás la leí) y me gustó tanto que nunca la he
olvidado. Pero el tiempo se encargó de que profundizara más en ella y
descubriera que la cama no es sólo un remedio, sino que también puede resultar
un problema en algunas circunstancias si no se encuentra en ella el objetivo
que se espera alcanzar. Por ejemplo: una relación insatisfactoria con la
pareja: cuando sale mal, la cama se convierte en un infierno al que se maldice
y se recuerda con odio. Y fui descubriendo con la edad que la cama tiene tantas
posibilidades, positivas y negativas, que llega el momento en que la chola
comienza a calentarse y entonces no queda más remedio que (SI) tirarse en la
cama y así encontrar en ella el ídem para ese mal a veces incurable que es
romperse el coco intentando descubrir por dónde le entra el agua...
III
en el bar,
ahogando las penas
Pero lo que no
saben o no han descubierto todavía aquellos que primero olvidan la dirección de
donde viven que la del bar de sus consuelos etílicos (donde además beben
algunos para alegrarse, otros para ver el fútbol, y los más para gustar de una
caña bien fría o de alguna copita de su vino preferido)... es que las penas, las
muy putas,
han aprendido a
nadar... y aquellos tiempos en que se bebía para olvidar han pasado a ser sólo
recuerdos olvidados otrora en los tragos que ahora lo que logran es hacer
recordar con más brío y quizás comprender los errores cometidos dentro o fuera
de ese recinto casi elevado a la categoría de iglesia, pagoda, mezquita, o sede
de cualquier otra religión habida y en vísperas de ser creada (como los nuevos
partidos políticos)...
Augusto Lázaro
@augustodelatorr
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