Escribir: se ha
definido tanto esta palabra que ya no se sabe qué es en realidad escribir. Han
dicho, entre infinidad de otras cosas, que escribir es:
--oficio de
solitarios
--arte de las
palabras
--expresión
escrita
--pérdida de
tiempo
--trabajo inútil
--renuncia a todo
lo demás
--esfuerzo tonto
--dedicación
absoluta
--hobby de vagos
--cosa de
maricones
y etc. Como soy
escritor (o creo serlo, porque a veces lo dudo), aunque no dedico mucho tiempo
a ejercer ese oficio, intento identificarme con alguno de los 10 anteriores
calificativos, o con otros que no aparecen porque sería una lista demasiado
larga, y porque habrá muchísimas más definiciones que desconozco, y confieso
que no me siento afín a ninguna de ésas, y además confieso que tampoco he
descubierto cómo podría llamarse a esta profesión, trabajo, oficio,
entretenimiento, dedicación, etc., a la que algún tiempo cada día me dedico, y
no todos los días, porque en eso no soy muy adicto a sentarme frente a la
pantalla en blanco y permanecer dando tecla durante 2 o 4 horitas, que empleo
en otras cosas que considero tan o más importantes que soltar lo que tengo
dentro para que sólo me lean 4 gatos...
¿Que por qué sigo
escribiendo si pienso lo que acabo de decir? ¡Ah! Pues la respuesta tiene dos
caminos: 1) yo mismo no lo sé, 2) por costumbre y nada más, porque hace mucho
rato que dejé de aspirar al Premio Nobel (ni siquiera al de la Comunidad de
Navarra que paga unos... no sé cuántos euros en su certamen anual)... Pues eso,
que la costumbre, al igual que los vicios, es muy difícil de superar. Además,
dando tecla cada día "mato" esos ratos en que te sientas y te pones a
pensar ¿qué me falta hoy por hacer?, y entonces te acuerdas y ¡bingo!, ya:
ponerme a escribir tonterías para los cuatro gatos que me son tan fieles que
cuando leen algo mío se creen que están leyendo a Thomas Mann, los pobrecillos.
¡Cómo los quiero! Y así sucesivamente, creo que escribir es para mí como el
chocolate, que cuando no lo consumo me parece que la vida se me escapa en la
respiración anhelante del disfrute. O sea, queridos lectores, que hay cosas en
la vida (y quizás en la muerte) que, como el ole, no tienen explicación. Por
mucho que uno mismo se rompa el coco intentando descifrar el intríngulis...
Cómo me gusta esa palabrita...
Augusto Lázaro
@augustodelatorr
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