Jesús Palomino, el hombre que descubrió por dónde le entra
el agua al coco, nos regala ahora su nuevo tratado sobre la famosa crisis (que
para algo habría de servir) con el que demuestra que la crisis no es más que un
estado mental. El eminente antropólogo, investigador y ensayista, que ha realizado además una encuesta (¡otra,
recórcholis!) como base a su trabajo al respecto, no se libra de la envidia
(que dice Arturo Pérez Reverte que es el deporte nacional, aunque yo diría que es el fútbol, pero si
APR lo dice...) de sus numerosos detractores, calumniadores e injuriantes -que
como suele suceder, los jueces ignoran ya que están muy ocupados en otros
menesteres más importantes como buscar la fórmula para ganar más dinero de
cualquier color- que han lanzado a la luz insidiosas críticas, incluso llegando
a pedir que don Jesús sea imputado (palabreja de moda) y juzgado por llenar de
cascaritas de chayote la mente de la tan noble e ingenua población ibérica...
etc. Pero esos comentarios no parecen afectar a nuestro ilustre patricio al
punto de intentar suicidarse ni de ir a la consulta del babalao Ñiquín
Ropavieja, de gran prestigio entre las personas más selectas del barrio de
Bella Visión, y para demostrar su teoría ha publicado el resultado de dicha
encuesta, de la que me permito mostrar 5 muestras (¡!) de entrevistados sobre
el asunto candente y contundente que tanto papel, ondas hertzianas y pantallas
chicas y medianas ha merecido desde que se descubrió tras haber sido ocultada
por los ilustres políticos que no la vieron venir ni llegar como llegó,
afectando a casi toda la población registrada en los padrones nacionales al
uso.
Estas son algunas opiniones capturadas por el libro de notas
del inagotable Palomino:
Pepe el parado:
¿Qué crisis? Oiga, si yo no trabajo y el Estado me
mantiene, y con lo que me da ya tengo para tumbarme en una hamaca y olvidarme
del cijú platanero. Si ahora estoy mejor: no tengo horario, no tengo que
levantarme al amanecer para coger 2 transportes y meterme en una oficina de
mierda a emborronar papeles y espantar las moscas, ni
soportar al imbécil de mi jefe atosigándonos para que nos
movamos, como si estar quieto fuera un delito, y nada, que... oiga, a mí la
crisis me tiene sin el más mínimo cuidado...
Juanita la sosegada:
¿Crisis? Bueno, es que yo... yo no soy desempleada,
porque para ser desempleada habría que haber sido empleada y yo nunca lo fui,
yo... yo siempre fui ama de casa, antes estudié un poco de corte y costura,
pero cuando me casé lo dejé, yo... bueno, dice Casimiro mi marido que con lo
que él gana ya tenemos para los dos, así que yo... la verdad, a mí la crisis
esa me tiene sin el más mínimo cuidado...
Don Angustio el tranquilo:
¿La crisis dice usted? Oiga, pues mire usted: yo soy un
jubilado y recibo una pensión que aunque no es muy abundante me da para vivir
con cierto decoro y procurarme las necesidades y los gustos que me puedo dar y
me doy, usted sabe, como ir al centro de mayores a echarme un cafelito y
después ponerme a jugar una partidita de dominó con los amigos, y... pues mire
usted: a mí, si le digo la verdad, a mí
la crisis me tiene sin el más mínimo cuidado...
Toñito el aspirante:
¿Crisis¿ ¿Qué es eso? La verdad es que yo ni me entero,
soy hijo de un político de la Comunidad y ya usted sabe... bueno, aquí entre
nosotros, es que en mi casa nunca se habla de crisis ni de nada de eso, a
nosotros eso no nos incumbe, dice mi padre que la crisis es una palabra que
usan los demás, ¿sabe usted? A nosotros no, a mí no, a mí, la verdad, la crisis
me tiene sin el más mínimo cuidado...
Manolo el pobre hombre:
¿De qué crisis habla usted, amigo? Si yo siempre he
vivido en crisis permanente. ¿Ve usted esas mantas y esos cartones? Pues me
protegen del frío y del calor, yo siempre aquí, en plena calle y al diablo la
crisis, ahí detrás en la cafetería me dan alguna comida y hay gente que me tira
moneditas, sí señor, y para mis necesidades los de la cafetería me dejan pasar
al baño, así que no me venga con milongas, que a mí la crisis me tiene sin el
más mínimo cuidado...
Pues eso, amigos, que si estos ejemplos no les sirven para
consolarse, al menos se enteran de que hay personas a las que la crisis no les
quita el sueño. Siga los consejos de los chinos, que son gente sabia: lo mejor
para resolver los problemas es... ¡ignorarlos! Problema que se ignora, problema
que no existe. Y si no, siempre nos queda el fútbol...
Augusto Lázaro
@augustodelatorr
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