I
Te
busco, siempre te busco, pero siempre no te encuentro, y cuando te encuentro me
parece que sigo buscándote teniéndote tan cerca que respiro tu aliento antes de
sacártelo con mi boca incansable que busca tus besos como si fueran para mí la
salvación. Y quizás lo sean, porque al besarte con los ojos cerrados siento que
estoy lejos de toda esta farsa que nos rodea, pienso que es verdad que aislarse
puede ser posible, y creo que besarte es la felicidad, si ésta existe, y que
después de besarnos hasta el delirio nos separaremos para así poder seguir
buscándote, hasta que te encuentre otra vez, me acerque a tu aliento hasta
olerlo, y comenzar a besarte, a besarnos como si fuera la primera vez que nos
besamos y que pensamos que la vida no sólo puede ser hermosa, sino que es
realmente hermosa cuando tú y yo estamos juntos besándonos y creyéndonos que no
vivimos en La Tierra, sino en una realidad virtual que nos aleja de esta farsa
que nos rodea empeñada inútilmente en impedir que sintamos un pedazo de ese
eufemismo que llaman la felicidad...
II
MARA MIA MIENTRAS VIVAS
Mara mía que estás en la tierra
sin promesas etéreas de una vida mejor
más allá de la muerte:
santificado sea tu amadísimo nombre
que pulsa las cuerdas de todas
las guitarras,
venga a mí tu reino de amor y de placer
y lléneme del néctar
que fluye de tus pechos
que amamantarían a todos los cabritos
del valle de Saba.
El pan dulce de tu lengua
-exquisita como la jalea real-
dámelo hoy, mañana y siempre,
y perdona mis apremios
como yo he perdonado tus temores
y no me dejes caer en la tentación
de serte infiel
(que sería serme infiel a mí mismo),
mas, líbrame de todo pensamiento
que me aparte de tu bienhechora presencia,
y sobre todo, amémosnos,
¡amémosnos hasta la vida eterna!
III
Pero me engaño: ya tú no estás, ya no estarás nunca para
encontrarnos y besarnos y volver a sentir que estamos en esa realidad virtual
alejados de esa farsa que nos rodea y que al fin logró separarnos, llevándote
tan lejos que ni siquiera me deja el consuelo de pensar que algún día pueda
recobrarte, porque la distancia es a veces imposible de obviar para salvar una
recuperación que podría rescatarnos y regalarnos otra vez la dicha de estar
juntos, aunque sólo estuviéramos juntos una vez más para repetir esa dicha que
encontramos sin buscarla cuando los dos nos vimos por primera vez en aquella
mañana tan poco propicia para el amor imposible que llenó nuestras vidas
durante un tiempo demasiado corto para ser mentira y demasiado largo para ser
virtual: vivimos ese tiempo, y como lo vivimos, hoy sólo podemos recordarlo y
pensar que fue verdad que los dos fuimos felices, pero que la felicidad, cuando
existe, y existe pocas veces, nunca es duradera, nunca es eterna, nunca
permanece...
Augusto
Lázaro
http://elcuiclo.blogspot.com.es
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