I
Tengo la mala
costumbre de bañarme y afeitarme diariamente, de tener siempre los zapatos
limpios, de ponerme pantalones que no están rasgados, de usar ropa limpia
adecuada a mi idiosincrasia, y de portarme lo que se dice correctamente en
sociedad, o sea: no tirar basura a la calle, no molestar a nadie, no
interrumpir conversaciones ajenas, y... asómbrense: ceder mi asiento en un
transporte público a una persona muy mayor o que esté invalidada por algún
motivo. No me estoy haciendo propaganda, no señor, no voy a contar los
innumerables defectos que tengo en mi haber, eso no viene al caso, sólo estoy
justificándome como hombre de esos que los jóvenes llaman antiguo o anticuado,
que parece lo mismo pero no lo es. Porque actualmente lo que parece que es la
moda es salir a la calle con olor a no haberse duchado, barba de 3 días,
zapatos llenos de polvo y sucios, pantalones ripiados, en los jóvenes, y en
fin, con un comportamiento que deja muchos deseos de que ojalá esas personas
que salen en las revistas de moda y de famosos se dieran cuenta del daño que
hacen en los jóvenes (y en los no tanto) con su influencia perniciosa...
II
Aparte del modelo
a imitar sobre todo en los jóvenes, cada día se ven más (jóvenes y no tanto)
con un móvil en las manos (teléfono celular) con el que nunca conversan con
nadie, uso para el que se supone fue fabricado semejante aparatico. En los
autobuses, en los trenes, en las paradas, en los parques y plazas, en las
cafeterías, se reúnen (¿se reúnen?) varios jóvenes y en realidad lo que hacen
es utilizar el aparatico, pero no para llamar ni para recibir llamadas, no
señor: se reúnen para... ¡conectarse a Internet en sus móviles! Y es ya casi
una costumbre ver como normal un grupo de esos jóvenes en cualquier lugar cada
uno con su aparatico en las manos, con la vista clavada en su pequeña pantalla
y con sus dedos dando tecla sin parar, o moviendo la pantalla táctil una y otra
vez, véase para qué o quién sabe qué cosas, qué información, qué paisajes,
fotos, vídeos están mirando con una atención que parece de pruebas finales en
la Universidad. Una joven llegó a confesarme en la estación de Chamartín que
“no, yo sin el móvil ni siquiera se me ocurriría la idea de salir a la calle,
me sentiría como si estuviera sin ropa”...
III
Y así pasan las
glorias de una juventud que (y esto es lo triste y lamentable) vive activamente
para la técnica y la computación, pero permanece a la cola de la Unión Europea
en los niveles educacionales, tanto en materias de estudio como en
comportamiento social, según encuestas que aunque no sean 100% creíbles se
acercan bastante a una realidad que de no ser atajada a tiempo (y todavía lo
estamos) nos dejará una sociedad de personas con una educación por el suelo que
no serán modelos a seguir por sus hijos y nietos, que ojalá nazcan y vivan con
otro concepto del disfrute de la técnica y del desarrollo informático, que de
ningún modo es incompatible con el estudio, la superación, y sobre todo, la
dedicación de parte del tiempo vital no sólo al móvil y a Internet, sino a la
superación personal y a la elevación del nivel cultural que tanta falta se nota
que nos está haciendo. Dijo José Martí que “un pueblo culto es un pueblo
libre”. Deberíamos meditar en esas sabias palabras...
Augusto Lázaro
@augustodelatorr
http://elcuiclo.blogspot.com.es
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