Se atribuyen a Napoleón estas desafortunadas
e irrespetuosas palabras: "¡no despertéis al monstruo amarillo!",
refiriéndose a China, país de cultura milenaria que a pesar de su gran tragedia
(el sistema político que aún hoy pervive, condenado a morir como han muerto
todos los sistemas totalitarios por distintas vías) se ha convertido en la
segunda potencia económica del mundo en este comenzado siglo XXI, dejando atrás
a Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Canadá e Italia, miembros ilustres del
llamado G-7 que Estados Unidos ha encabezado siempre, siendo el único país que
actualmente está por encima del gigante asiático, de cuya "fábrica"
no puede prescindir la humanidad hoy por hoy.
China (sus dirigentes de las últimas décadas)
comprendió que por la fuerza (por las armas) no resolvería nada (también lo
comprendieron Japón y Alemania), y se dedicó a la economía, donde tan bien le
ha ido, y con la cual ha colocado a ese país como el número 2, con tanta fuerza
que ya nadie duda de que sin China el mundo no podría, o al menos le sería
sumamente difícil, sobrevivir. El mundo está inundado de productos, artículos y
equipos “made in China”, y actualmente no puede decirse que no tengan una alta
calidad, como se ve en todos los centros comerciales donde sus productos
invitan a la compra, aparte de que casi no hay dónde escoger, pues los demás
países (casi nada, unos 200), muy poco tienen que ofrecer al consumidor.
Pero este ejemplo no ha sido seguido por
otras grandes potencias, como Estados Unidos y Rusia, que persisten en su
empeño de lograr con las armas lo que parece que temen no lograr con otros
medios, sobre todo con la Economía. ¿Cómo estaría hoy Estados Unidos si no
mantuviera esa enorme cantidad de tropas, cuyo gasto es inconmensurable, en
distintos países que en definitivas no le van a reportar otra cosa que
disgustos, sufrimientos, destrucción, y la muerte de sus mejores hijos?, con
especial contingencia en dos lugares convertidos en fábricas de cadáveres,
donde cada día se producen atentados y se derrama sangre, de militares y de
población civil. Y lo peor: sus dirigentes (los de Estados Unidos) parece que
no se han dado cuenta de que esas guerras (no son otra cosa) en Iraq y en Afganistán,
no van a ganarlas. Obama, que tenía en sus manos acabar con ese desparpajo de
creerse que en verdad son “el destino manifiesto” para arreglar el mundo, ha
desaprovechado esta oportunidad y con la gloria (que según Martí cabe en un
grano de maíz) del flamante y ridículo Premio Nobel de la Paz, arremete, contra
la voluntad de la mayoría del pueblo norteamericano, en su pasión por la
estúpida aventura militar.
Rusia es otro lamentable ejemplo de
perseverancia en el militarismo y el poder de las armas como potencia mundial,
que tampoco le dan ningún dividendo y sólo logra con eso continuar alejada de
los cimeros lugares en la tabla universal de primeros países, mucho más ahora
con esa idea estrafalaria de establecer bases militares en nuevas zonas para seguir
gastando el dinero de su pueblo que piensa muy distinto a sus gobernantes
embobados con el ideal sacrosanto de la poderosa Unión Soviética, que en paz
descanse.
De persistir en esas ideas ingenuas que
algunos trasnochados intentan justificar con frases como "no podemos salir
de Afganistán", Estados Unidos perderá muy pronto su "hegemonía"
de primera potencia mundial económica y después quizás hasta en lo demás, y
seguirá envuelto en una gran crisis cuyo desenlace no soy capaz de imaginar. La
humanidad no necesita guerras (la actual crisis lo demuestra) sino que todos
los gobiernos, principalmente los de las potencias económicas y militares,
dediquen sus esfuerzos y sus pensamientos a sus pueblos y que todo lo que hagan
sea para mejorar la vida de los ciudadanos que los votaron de los que en
realidad sólo parecen acordarse en épocas electorales.
Augusto Lázaro
para ver EL CUICLO pinche http://elcuiclo.blogspot.com.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario