1
Me pregunto cada día al despertarme cómo es posible que haya
llegado a la edad que tengo, en un mundo en que la vida de un ser humano cada
vez vale menos y al mismo tiempo se rodea de más y nuevos peligros que lo
acechan: sobrevivir “para contarlo” ya va resultando una verdadera proeza. Por
eso me asombro cuando se publica que en el país tal hay un señor que ha
cumplido nada menos que 116 años, y lo mejor, con lucidez y sin demasiados
achaques ni enfermedades como sería lógico a esa larga edad. ¿Será que algunos
terrícolas se están volviendo inmunes a las desgracias, peligros y enfermedades
que los rodean? Porque esos longevos que salen en los medios que han rebasado
la centuria, casi siempre suelen ser de países pobres o empobrecidos que no
figuran en ninguna lista de los grandes desarrollados que celebran en Suiza sus
numerosas reuniones y ágapes fastuosos para congraciarse con ellos mismos al
haber logrado tantos y tales triunfos a pesar de la situación caótica del mundo
en general...
2
Me he preguntado y le he preguntado a personas que conozco
que rebasan los 90 si antes la gente se enfermaba tanto como ahora. Sus
respuestas son tan variadas como interesantes:
--es que antes no teníamos los medios que tenemos hoy y no
nos enterábamos...
--bueno, antes la vida era más saludable, el aire más puro,
los alimentos más naturales, no se comía tanta basura como ahora, no había
tantos vehículos enviciando el espacio urbano, fíjese que los campesinos, lejos
del mundanal, como decía ese escritor que no recuerdo su nombre, viven mucho
mejor y más saludables que nosotros los que vivimos en grandes ciudades llenas
de polvo, basuras, aire contaminado como dicen, y todo eso...
--yo creo que antes era lo mismo que ahora, siempre la gente
se ha enfermado, y antes se morían más, porque las medicinas y la ciencia no
estaban tan adelantados como ahora...
--¿no será que ahora somos muchos más y por eso cuado usted
acude a una consulta ve más gente esperando?
--y quizás también que haya menos facultativos para atender
a tantos pacientes y por eso usted ve tanta gente en las consultas esperando...
Y así más respuestas, muy amables, y con cierta filosofía
que alcanzan quienes llegan a esa edad que todavía no he llegado a descifrar si
es en verdad maravillosa, como dicen esas revistas para “la tercera edad” o si
es un infierno disimulado por las informaciones sobre las actividades que
pueden realizar las personas que ya pasan de esa edad en que se comienza a
soñar despierto y a añorar un pasado que sabemos que nunca podremos repetir...
3
No obstante, hay quien no se cansa de repetir que “la vida
es hermosa todavía”, provocando discusiones en bares y otros sitios donde la
población descansa y bebe, pero sea cierto o no que la vida es hermosa (sobre
todo para una minoría poderosa y rica), de lo que estoy convencidísimo es de
que lo único (LO UNICO) que no debemos hacer, por inútil, es lamentarnos de la
suerte que nos ha tocado a cada uno, seguir adelante con achaques y molestias,
hasta que tengamos que repetir aquellas palabras tan sabias y pintorescas que
me decía mi vecino cubano don Francisco Santa Cruz-Pacheco Riverí, cuando
regresaba a mi casa, colindante con la suya, y le preguntaba “¿y qué tal, don
Francisco?” Su respuesta era tajante: “pues aquí, mijo, esperando el carrito”...
Augusto Lázaro
www.facebook.com/augusto.delatorrecasas
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