“Donde el dolor desgarre, / donde la miseria oprima, /
donde el peligro amenace, / donde la maldad impere... / allí estará Tamakún: /
el vengador errante...”
Así comenzaba diariamente el capítulo de una serie que
radiaban en la década del 50, y que yo oía en el pequeño radio de mi casa de
niño, que era el único equipo eléctrico que había en aquel entonces, y que mi
padre, haciendo sacrificios, había comprado para oír “la pelota” (el béisbol),
programas de música, y novelas que oía mi madre, y de vez en cuando nos
arrastraba a esas tramas que siempre se interrumpían en el momento culminante
para continuarlas al día siguiente. La serie a que me refiero en el comienzo
era la de Tamakún, episodios más bien de aventuras, con todas las
atracciones que para niños y adultos resultaban de interés e incluso
apasionantes. Claro que siempre triunfaba el bien sobre el mal. Tamakún luchaba
contra los malos y siempre los vencía con su valor, astucia y heroísmo...
En estos tiempos donde el dolor desgarra, el peligro amenaza
y la maldad impera (no hablo de la miseria, aunque puede que también tenga que
dedicarle una entrada si seguimos como vamos) necesitamos a algún héroe de la
categoría de Tamakún, a ver si puede desenredar la pita de este entuerto, que
parece que no nos lleva a ninguna parte, a no ser al precipicio en que podemos
caer en picado, por el egoísmo, la soberbia, y el enorme desamor que sienten
quienes son dueños y señores de nuestras vidas, que jamás se acuerdan de que
están donde están porque los hemos puesto ahí para que nos recuerden, cosa que
parece imposible para personas que no conocen la vergüenza, la dignidad, la
honradez, y que viven eternamente con la única misión de colocarse en un poder
que les dará la gloria y el dinero (sobre todo este último) que los
diferenciará cada día más del resto de sus contemporáneos que no tienen la
suerte, o más bien, el descaro y la habilidad de quienes prometen y prometen lo
que no van a cumplir, no porque no puedan sino porque no les interesa...
Alguien ducho en cuestiones de índole sospechosa dijo una
vez que a Europa (la vieja, emputecida y estancada Europa) le hacía falta un
Winston Churchill, entre otros grandes próceres que pensaran en los europeos y
no en ellos mismos, y que pudieran sacar adelante este continente del
desmembramiento y la ruina que parece amenazarlo desde hace algunos años. El
continente que debiera avergonzarse de haber provocado dos guerras mundiales
con más de 50 millones de muertos, sin contar el sufrimiento, el dolor, el
luto, la destrucción, y los problemas mentales y físicos que crean las malditas
guerras, cuyas estelas repercuten y permanecen per seculam seculorum sin
que ni siquiera el tiempo, que todo lo cura según los optimistas a ultranza,
pueda sacárnoslos de nuestros recuerdos que nos siguen martillando mucho tiempo
después de izar las banderas blancas de la aparente paz...
Y aunque parezca exageración mía, la paz en Europa está
nuevamente amenazada, y aunque parezca exageración mía (y ojalá lo sea), tal
como van las cosas, con el auge de movimientos populistas y de extrema
izquierda y derecha que ganan adeptos increíblemente en muchos de los países
miembros, no darle importancia a ese “detalle” puede llevarnos a una gran
confrontación que cada día, sobre todo en España, me parece más inevitable. Se
ha exagerado la tolerancia y se ha malinterpretado el concepto de la
democracia, y llegamos al punto en que cualquier cosa está aceptada como
“normal”, y la cantidad de maleantes y delincuentes que gozan de impunidad es
tal que de verdad que mete miedo pensar que los malos nos están ganando la
batalla, con el apoyo cada vez mayor de una gran parte de la población que al
parecer simpatiza con esa gentuza...
Augusto Lázaro
www.facebook.com/augusto.delatorrecasas
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