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La pantalla en blanco (hasta hace poco la hoja en
blanco, aunque hay muchos que todavía siguen escribiendo en papel y hasta a
mano) es un reto para todo el que pretenda en estos tiempos escribir o llegar a
ser considerado escritor. ¿Considerado por quién o por quiénes? Ahí es donde
radica la cuestión. Porque usted puede creerse que es un escritor (y hasta
puede que lo sea) pero si nadie lo reconoce como tal, olvídese del intento y
dedíquese a otra cosa, porque si persiste en su romántico empeño sólo
conseguirá dos cosas: 1) perder el tiempo, el valioso tiempo que tantos
desperdician en cosas aun menos trascendentes que llenar una pantalla de
tonterías que quizás dentro de una década a usted mismo le parezcan tales, y 2)
autogenerarse un estado deprimente que echará a perder su salud, y eso no es
nada recomendable, vamos.
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Pues como decía, dedicarse a la literatura es punto
menos que una tontería, si no se es un nuevo Galdós o un renovado Hemingway, y
ríndase a la evidencia: los Galdós y los Hemingway no abundan como las bolsas
de basura dejadas a la intemperie por ciudadanos que no han superado todavía su
etapa de incivilizados. Creo que fue el mismo Hemingway quien dijo algo así
como que si vas a escribir un libro debes tocar un asunto que nadie haya tocado
o si lo tocas, hacerlo mejor que los que ya lo han tratado. Y eso es más
difícil que ver en Madrid un chino pidiendo limosnas.
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Lo he pensado muchas veces pero no me decido:
¿seguir escribiendo? ¿Dejar de hacerlo en mis cuentas de Twitter y Facebook?
¿Cerrar mis blogs LA ENVOLVENCIA y EL CUICLO? Las costumbres son difíciles de
quitárselas de encima: cuando al fin logras hacerlo con una que te ocasionaba
problemas te sientes como si te faltara alguna pieza en el vestuario que llevas
puesto y en algunos casos puede que padezcas una especie de estado depresivo no
muy fácil de superar. Mientras, continúo al pie de la pantallita (y que cada
día son más grandes) a ver en qué para la cosa. Porque todas las cosas siempre
paran en algo, no son dimensionales que permanecen indemnes y perpetuas hasta
que La Pelona decida terminar con ellas... y con quien las tenga o padezca.
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Cuestión, que oigan lo que me dijo un día una
ejecutiva de una editorial más o menos aceptable, en confianza, y con mi promesa de no revelar su nombre, tras una
discusión amigable del por qué no publicaban mi novela: en España, para darte a conocer
tienes que publicar, pero para publicar tienes que ser un conocido... y mire usted, como dicen
algunos políticos, con estos truenos... de verdad que hay que pensárselo muy
detenidamente para seguir tecleando...
Augusto Lázaro
@augustodelatorr
www.facebook.com/augusto.delatorrecasas
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