Reproduzco el post que publiqué cuando inicié este
blog en 2010, que por su contenido mantiene su total actualidad, agregándole un
comentario resumen concordante con lo que está sucediendo hoy, no sólo en
nuestro país, sino en todo el mundo:
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Los islamistas se manifiestan en las calles contra
Estados Unidos y contra Occidente, queman banderas norteamericanas y de otros
países, gritan "¡muerte a América!", "¡guerra santa contra
Occidente!", etc. Quieren imponer su cultura en nuestros países y los que
residen en ellos no están dispuestos a asimilar la nuestra. No permiten que
nuestras chicas entren en minifalda a sus instituciones, pero tratan de que sean
aceptadas sus mujeres con el velo discriminador y humillante (no olvidemos que
en muchos países islámicos las mujeres son "perras") y muchas cosas
más que no vienen al caso. Tienen amplia libertad para hacer todo eso y mucho
más en nuestros territorios, lo que jamás un occidental podría ni siquiera
soñar en hacer en algunos de ellos. Nos consideran "infieles" a los
que debería eliminarse, pues no tenemos a Alá por Dios ni a Mahoma por su
(nuestro) profeta...
En cambio, nosotros, los occidentales, no podemos
manifestar la más mínima crítica contra el islam ni contra quienes claman
contra nosotros (cuidado, peligroso), ni por supuesto quemar una bandera de
algún país islámico ni un muñeco que simbolice o represente a alguno de los
muchos dictadores que rigen en esos países. Nos aventajan, y cada día más.
Pueden hacer y deshacer a su antojo, algunas veces, como en nuestro país, con
la anuencia o la tolerancia de nuestro gobierno y de la izquierda más rancia.
Nosotros tenemos que tragarnos lo que pensamos y sentimos, porque... "no
podemos ser como ellos"... ¡Qué bonito! ¿Qué dirán nuestros hijos cuando
les entreguemos al primer país islámico de la Unión Europea dentro de... menos
años de los que muchos piensan?
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Los atentados ocurridos en París sólo merecen una
respuesta, y esa respuesta es la única que entienden estos malditos criminales:
la fuerza. No se trata de castigarlos, ni amedrentarlos, ni asustarlos (nada de
eso serviría para nada). De lo que se trata es de destruir totalmente al Estado
Islámico, sin dejar ni la sombra de sus crímenes. Que no quede ni el recuerdo
de tantas salvajadas. Solamente con esa acción conjunta y contundente podremos
nuevamente vivir en paz y poder salir a la calle sin temor a que en la esquina
esté esperándonos la muerte en un suicida idiota o en un coche-bomba que
explote cuando pasemos por su lado paseando a nuestros hijos. Quien no lo vea
así, no sólo es un equivocado, me atrevería a decir que hay que tener cuidado
con él (o con ella), pues de esa actitud pudiera surgir un terrorista más. Al
pan hay que llamarle pan. Basta ya de disfrazar las cosas. Hemos estado
haciéndolo durante demasiado tiempo y muy caro hemos pagado llamar casabe a lo
que es pan...
Augusto Lázaro
@augustodelatorr
www.facebook.com/augusto.delatorrecasas
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