¡a las urnas, que
ahora sí!
Cada vez que se
convocan elecciones, millones de personas acuden a depositar sus votos en las
urnas. La actual coyuntura política de España no es nada alentadora para que se
piense que esta vez los elegidos van a ser distintos y van a resolver los
problemas de este país tan pisoteado por la corrupción, sobre todo en los
políticos. Se sabe, porque en todos los medios han aparecido pruebas, que en
todos los partidos hay corrupción y hay candidatos que no ofrecen la más mínima
confianza en que su gestión futura, de ser elegidos, pudiera ser honrada,
honesta, limpia, y su dedicación a servir al pueblo pudiera ser ejemplar. Ante
este panorama, me pregunto: entonces ¿por qué va tanta gente a votar a esos
políticos si sabe (tiene que saberlo) que no van a responder a los reclamos de
sus electores?
la nueva casta
La letra de La
Internacional dice cosas dignas de una antología de Tomás Moro, como ésta: “no
más salvadores supremos, / ni césar, ni burgués, ni dios”... Sin embargo, los
“salvadores supremos” son en realidad aquellos que permanecen eternamente al
frente de países donde no existen los césares clásicos ni los dioses de las
religiones imperantes, porque esos líderes “amados” por sus pueblos se han
convertido en dioses que todo lo dirigen, todo lo controlan, todo lo orientan,
y todo lo dominan. Como Dios, según la biblia católica. Y en los países
llamados democráticos, que escogen a sus gobernantes mediante elecciones
libres, cuando la situación se torna insoportable por alguna crisis eventual
(las crisis económicas no son nada nuevas, existen desde siempre en todas
partes), siempre surgen nuevos líderes que se autoproclaman “salvadores
supremos” siendo en realidad una nueva casta que sólo aspira a sustituir la ya
establecida para colocarse ella en su lugar, como magistralmente se plantea en
la novela de George Orwell REBELION EN LA GRANJA (Animal farm).
la hora de los
mameyes
En España ha
surgido una nueva casta que acusa de casta a los demás políticos (con bastante
razón por cierto) y promete el paraíso encarnado en una sociedad comunista que
ha demostrado en la historia que no sirve para nada que no sea esclavizar y
oprimir, además de arruinar las economías que controlan totalmente una vez
tomado el poder (que por cierto, nunca los comunistas han llegado al poder en
ningún país vía elecciones democráticas y libres. ¡Nunca, en ningún país!).
Pero los pueblos no escarmientan, ni siquiera por cabeza propia, y eso pudiera
suceder en este país. Todavía está caliente el espejo de Grecia, donde un nuevo
salvador supremo prometió y juró, y una vez en el poder, ha tenido que rendirse
a la evidencia de que sus promesas han caído en saco roto y tiene que morder el
cordobán colectivo del capitalismo, gústele o no, para mantenerse y más o menos
sacar a Grecia del abismo en el que está a punto de caer
vae victis
Pero lo triste de
todo esto es que los sinvergüenzas que han gobernado, gobiernan y gobernarán,
no pagan por sus barbaridades: el pobre pueblo de a pie es quien fue, es y será
el que tenga que sufrir las consecuencias de una casta política (vieja o nueva)
que se reirá de él mientras sus arcas crecen y se reproducen con la rapidez de
la luz...
Augusto Lázaro
@augustodelatorr
http://elcuiclo.blogspot.com.es
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