Por mucha propaganda que se le hace a los llamados e-books, o
sea, a los libros electrónicos, sigo prefiriendo (disfrutar de) los libros en
papel, y no sólo los libros: los periódicos, las revistas culturales que son
las que leo, y cualquier separata donde pueda encontrar algo que me interese,
entre la vorágine de basura que además de la política, la televisión, los
anuncios, el fútbol, etc., atosigan al más pinto. Por eso compro un periódico
alguna que otra vez, sobre todo los fines de semana, que traen suplementos y
demás. ¡Ah!, disfrutar del placer de leer libros y periódicos en papel no puede
compararse con un adminículo que siempre será igual, trate de lo que trate,
carente de variedad en su forma y diseño, y sin emoción, como algo inanimado y
frío.
Claro que leer periódicos es como ver una película que ya se ha
visto una docena de veces, y de la que sabemos hasta en qué lugar del cuerpo
tiene la protagonista un precioso lunar color de chocolate. O sea, que todos
los periódicos dicen lo mismo, con la diferencia de que lo que para unos es
muy bueno, para otros es pésimo: es el
mismo perro, el collar es otro y nada más. Lo que no entienden muchos es tan
sencillo como lamentable: los periódicos publican su versión de los hechos y su
opinión sobre los mismos de acuerdo con las órdenes del dueño y jefe del
diario, que no es más que una vía de las órdenes del dueño y jefe de la empresa
o asociación que patrocina y edita dicho órgano de prensa. Y el salario de los
periodistas depende de lo que publiquen. Eso del periodismo independiente es un
cuento para abuelas enfermas. Independiente como periodista... habría que ser
un periodista sin órgano, sin jefe, para escribir y expresar lo que le saliera
de salva sea la parte. ¿Y dónde va a publicarlo? Si lo publica en un diario o
en una revista, olvídense, sus opiniones nunca estarán en contra de la
dirección del mismo o de la misma.
Pero dentro de toda esta parafernalia mediática (me olvidé citar
que no sólo la prensa se edita en forma de periódicos, también está la radio,
la televisión, Internet, y algún que otro ejemplar que trasmita lo referido
arriba) en las últimas semanas, en España, se ha caído en un peligroso error
mediático que tendremos que lamentar todos algún día: la consulta para conocer
la opinión de los catalanes sobre si se quiere realmente la independencia de
España o si se desea seguir formando parte de este país. Se ha cerrado la
puerta con candado y bloqueo a toda opinión que no esté en contra de dicha
consulta, ignorando (incluso personas de cultura e inteligencia –lo que no me
extraña, pues esas personas también están a favor del salvaje espectáculo de
las corridas/torturas de toros-) que con esa medida ridícula y absurda, sólo se
logrará:
--que España demuestre a ojos extranjeros que tiene una idea muy
rara de la democracia y que desconoce la etimología de ese término
--que el pensamiento único y la falsa unanimidad sólo pueden
conducir a la opresión totalitaria y contraproducente de mantener a alguien en
casa que no quiere estar, volviéndose ese alguien enemigo fuerte y con más odio
y rencor hacia quien no le permite largarse, e inevitablemente surge la
comparación (nada odiosa en este caso) con el método castrista o kimista de no
permitir que el pueblo se exprese libremente, inventando excusas como lo de la
Constitución, que no es más que un papel redactado por varias personas no
perfectas ni infalibles, y que puede en cualquier momento (y debería
urgentemente) ser analizado, desmenuzado y totalmente transformado, por su ya
clara ausencia de actualidad...
Pero ya se sabe que quien manda, manda, y quien no tiene el
mando, obedece, si no le da por otra cosa que mejor no imaginarla...
Augusto Lázaro
@augustodelatorr
http://elcuiclo.blogspot.com.es
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