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Usted que está leyendo esta entrada y viendo esta imagen con
el texto que parece broma pero no lo es, posiblemente crea que yo le estoy
tomando el pelo (si es que usted tiene pelo). Pero no, la foto es tan auténtica
como el periódico que la publicó, y lo único que le faltó al reportero que dio
la noticia del choque fue agregarle al pie algo así como Y ES LA PRIMERA VEZ
QUE MUERE, lo que daría mucha más emoción a la reseña y satisfaría mucho más el
morbo de la gente que, en general (y que me perdone Santa Tecla) “goza” con las
desgracias del prójimo, aunque éste jamás le haya hecho ni siquiera una mala
acción al no contestarle los buenos días cuando al pasar por su lado...
--Buenos días, prójimo. ¡Qué mañana tan linda, eh!
Y el prójimo no se da por enterado... O sea, contertulios,
que la muerte se ha convertido en un suceso curioso e hilarante, aunque parezca
cosa del teatro del absurdo de Samuel Beckett...
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Dicen por ahí que quienes se ríen de la muerte viven más (y
mejor) que quienes están que no duermen pensando que en cualquier momento toc
toc toc, ahí está la muy que ya viene con su encargo y se acabó lo que se daba.
Adiós, mundo cruel, y a salir de viaje hacia un lugar que nadie puede
describir, porque ya se sabe que la muerte ha guardado el secreto tan
esmeradamente que nadie ha logrado regresar siquiera para contarnos a los que
todavía quedamos vivos cómo es aquello y si allá hay mucho viento o grandes
atascos (si es que nos vamos con nuestro coche porque lo queremos tanto que no
soportaríamos separarnos de él). Eso tiene la muerte, que nadie ha podido
contarla.
Por eso hay tantos que tan preocupados viven pensando cómo
será la cosa cuando dejen de vivir porque el reloj nos dé la hora del final de
trayecto. Y qué final, caramba, único, porque es lo único que no puede
repetirse. Sólo se muere una vez. ¿O no?
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Pues eso, que para qué preocuparse si aunque nos
preocupemos, aunque pasemos noches enteras sin dormir pensando tonterías como
solemos hacer los mortales, nada, que
no vamos a escaparnos de abandonar la superficie que tanto nos gusta y donde
tantas cosas buenas (y malas) nos han ocurrido en nuestras vidas en las cuales
no hemos hecho nada que realmente valga la pena trasladar al papel para
inmortalizarnos. En fin, queridos míos,
que como ni ustedes ni yo nos vamos a escapar de la pelona, lo mejor es vivir
lo que nos queda, que quizás no sea tanto como quisiéramos, y a reír, que son
dos telediarios con noticias escalofriantes... porque eso es otra cosa, que no
se ve nada alentador por ningún lugar, y menos ahora que con la huelga de
barrenderos esto está como el Rastro cuando termina su horario y los vendedores
lo dejan como no lo encontraron... Y a otra cosa, que tengo que salir a dar mi
paseíto matutino y disfrutar del paisaje urbano, tan limpio, agradable, oloroso
y tranquilo. Sobre todo eso...
Augusto Lázaro
@augustodelatorr
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