lunes
Día pesado, cargante, lento, atacante, inoportuno, cruel,
que se contenta con reírse de quienes tienen, qué remedio, que reincorporarse
al trabajo rutinario y monótono que tanto amor les inspira. Seguro que usted es
uno de ellos, ¿o me va a decir que se gana la vida recogiendo manzanas? Pues
eso, que cuando usted llegue a la oficina donde ha dejado las mejores horas de
su vida, y tenga que soportar una vez más ver la cara tan simpática de su tan
amado jefe, aunque se acuerde de su madre (la del jefe), sin dudas oirá que
--Señor Martínez, ¿cuándo me va a entregar esos planes que
hace 6 días tenía que habérmelos entregado?
Y todo eso dicho en altavoz para que los demás empleados se
enteren de lo haragán e irresponsable que es usted... ¡Ay, el lunes! Qué deseos
de haberse quedado en la cama disfrutando del descanso y del dolce far
niente...
martes
Usted sube al autobús, se sienta junto a la ventanilla de un
asiento vacío, en la siguiente parada sube un señor totalmente redondo que debe
pesar alrededor de 200 kilogramos netos, y aunque en el autobús sólo hay 8
personas... el señor va directamente a su asiento y... ¡CATAPLUM!, se le sienta
al lado, apeñuncándolo contra la carrocería sin piedad ni educación, pues ni
siquiera ha dicho buenos días. Nada, que el martes pinta mal, muy mal...
miércoles
Día atravesado, si tenemos en cuenta que usted sólo trabaja
(si realmente trabaja) 5 días a la semana, aunque se pasa la cabrona jornada
protestando, bajito si el jefe está cerca, y gritando si no vino ese día (porque
eso es otra cosa, que el jefe, como es el jefe, viene cuando le sale de la
entrepierna, y cuidado con hacer comentarios alevosos, que pueden costarle una
calle sin ERE ni finiquito ni la cabeza de un guanajo relleno), sabiendo que
protesta por gusto, porque su situación no va a mejorar ni le van a aumentar el
sueldo (dichoso si se lo mantienen como está, porque lo más probable es que se
lo rebajen en uno de esos raptos de altruismo de la empresa que lo hace, por
amor a sus empleados, en lugar de darle una patada en el trasero y lanzarlo a
la cola del INEM sin previo aviso)... ¿por dónde iba, carajo? Esto es lo malo
de los paréntesis, que uno se distrae con cosas que no vienen al caso y después
ya ven... en fin, que el miércoles: como para desear que llegue el jueves...
jueves
...y cuando llega el jueves usted se da cuenta de que da lo
mismo limoná que chicha, pues el caso es que a usted el trabajo lo tiene de
café en café, de cigarro en cigarro, y de lamento en lamento. Pues lárguese,
hombre, aunque con la crisis y los millones de parados la cosa no está para
tomar decisiones apresuradas... ¿y qué hago entonces?, se preguntará. Pues
fíjese siempre en los que están peor que usted, si eso no le sirve de consuelo,
al menos tendrá en qué pensar, ya que al parecer no es usted muy pensador que
digamos, ¿eh?
viernes
Por fin llega el viernes y usted entra en la oficina y lanza
en voz alta un saludo por primera vez en tono alegre en lo que va de la semana.
Sus compañeros lo miran, algunos sonríen, otros piensan “está como una cabra”,
y siguen en lo suyo, porque usted no tiene remedio... ni ellos tampoco...
sábado
Qué día tan bonito. Como usted es funcionario no trabaja
hoy. Se levanta tarde, da un paseíto por toda su casa, se detiene en la puerta
del baño, se rasca la cabeza, y de pronto se da cuenta de que tiene el fin de
semana libre, pero no ha planeado nada que hacer en todo ese tiempo. ¿Será
posible?, se pregunta, mirando la cama con deseos de volver a acostarse...
domingo
Tras el cansancio de no hacer nada el sábado, salvo darse
una vuelta por las cercanías para disfrutar del hermoso paisaje urbano (a pesar
de los baches) y de paso comprar el periódico y una barra de pan, por si acaso,
lo más lógico es que el domingo el cuerpo lo que le pida es tirarse en la cama
y... a descansar, que mañana será lunes y... mejor no recordarlo. Nada, que la
vida es un vacilón: 7 días vividos con gran intensidad y movimiento lo
confirman. ¿O no?
Augusto Lázaro
@augustodelatorr
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