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La casi totalidad de los políticos que son o están
investigados, acusados, imputados, etc., o han renunciado al partido o grupo al
que pertenecen, se aferran a sus escaños. Como al macao, hay que darles candela
para lograr que lo suelten. Pero esto no es exacto: no es que se aferren a sus
escaños, se aferran realmente al dinero que cobran por ocupar esos escaños,
además de que en la mayoría de los casos cobran más de un salario (y bastante
alto por cierto), añadiéndoseles los viáticos y otras adiciones por ser de otra
región (aunque vivan donde radica el Congreso o el Senado en cada caso), y así
se forran y viven la dolce vita mientras millones de sus conciudadanos, en los
que jamás piensan, las pasan canutas y muchas veces hasta se enferman o mueren
de pobreza, miseria y abandono. Y no me hablen de las excepciones: son tan
pocas como los granos negros en un kilogramo de arroz...
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Los políticos nos han enseñado a desconfiar. De todo y de
todos. Porque ese poder tienen las mentiras, que nos hacen, una vez asumidas,
desconfiar hasta de nuestra sombra (si hay sol). Y esa desconfianza tiene su
peor rama en la sociedad humana: cuando la llevamos a desconfiar de las
personas que tenemos por amigas o incluso que queremos, el mensaje negativo de
la política hace estragos en las relaciones humanas. Reproduzco el final de un
soneto pesimista/realista que resume lo que acabo de citar:
El extraño te pide, y agradece
lo que tu mano en su dolor le ofrece
porque nada con ello le has pagado.
En cambio, del amigo que más quieras,
tonto serás si gratitud esperas.
¿Le hiciste un bien? ¡Estabas obligado!
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Enric Puig Punyet acaba de publicar un libro titulado LA
GRAN ADICCION o (cómo sobrevivir sin Internet y no aislarse del mundo). Vale la
pena leerlo y meditar sobre lo que dice este autor para mí desconocido que
descubro con agradable sorpresa. Porque al paso que vamos cada día dependemos
más de la Internet y de sus “confluencias” y redes sociales, alejándonos sin
darnos cuenta de lo que es la vida real y de la relación humana y normal con
nuestros semejantes, al punto de que (sobre todo los jóvenes) prefieren
comunicarse vía móvil (celular) que en persona con sus grupos de amistades,
estudios o trabajos. Hasta los ninis. De seguir a este paso, pronto dejaremos
de ser homo sapiens y nos convertiremos en pre-máquinas que sólo
responden a una falsa necesidad de tener en las manos ese aparatico que ya
controla nuestras vidas. Basta oír a una muchacha que hizo famoso su grito
dependiente de la informática: SIN MI MOVIL NO SALGO NI A LA ESQUINA... ¿Nos
vencerán esos aparatos? ¿Lograremos librarnos de su dictadura?
¿Seguiremos siendo humanos toda la vida?
Augusto Lázaro
(aclaración: el post publicado ayer en El Cuiclo tiene por
título ESCRIBIR EN CUBA, no el que aparece como tal)
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