Escribí un tweet que decía: lo peor que puede pasarle a un
ser humano es tener que vivir forzosamente fuera de su patria. Mi amiga Odette
A. completó la idea en otro tweet: “o vivir forzosamente dentro de su patria”.
Idea exacta que comparto en su total dimensión, pues el exilio es equivalente a
una vida dentro de otro exilio del que no te dejan salir, quizás peor que el
exilio natural de vivir fuera de tu patria. Todo esto se complementa con otros
dos puntos referidos al exilio interno: qué jodido es que no te dejen hacer lo
que quieres hacer, o... que te obliguen a hacer lo que no quieres hacer. En
ambos casos esta realidad sólo es posible con un régimen totalitario comunista
que se empeña en doblegar a sus súbditos (que no logran irse del país) convirtiéndolos
en 1) borregos pacíficos que aceptan en silencio su esclavitud, y 2) impostores
de oficio que aparentan aceptar la situación y simulan mientras por dentro se
los come la rabia de no tener valor para enfrentarse a esa situación... (Hay un
tercer grupo que no encaja en ninguno de los citados, pero es minoritario)...
Algunos de estos súbditos son “voluntarios”, pues llegan a
la conclusión de que si no pueden irse del país lo mejor y más práctico es
aparentar, o sea, la impostura que prevalece en una gran parte de la población
que reacciona tranquilamente a la intención del régimen de querer que los
ciudadanos miren la vida y el mundo a través del cristal propagandístico de su
único punto de vista oficial y soberbio: nada de opiniones en contra ni de oposición,
por pacífica que sea: serán reprimidas con distintas acciones según la
envergadura de cada opinión u oposición (o protesta algunas veces
manifiesta)...
El por qué algunos pueblos se adaptan a situaciones extremas
es algo que a pesar de haberse estudiado a fondo por muchos sociólogos no se ha
logrado descubrir certeramente. Quizás la costumbre de haber soportado
situaciones similares haga que se sigan soportando situaciones similares por
mucho, por demasiado tiempo. Cuando no se combate un régimen opresor desde los
primeros tiempos resulta muy difícil hacerlo después, cuando ese régimen se ha
consolidado y emplea, como en varios casos en la Historia, un método infalible
que rinde resultados exitosos contra truenos y tormentas: “divide y vencerás”.
Ese método lo ha empleado la dictadura cubana con gran éxito durante más de
medio siglo, logrando que el pueblo se haya acostumbrado a la idea de la
imposibilidad de cambiar la situación, a no ser que ese cambio parta del mismo
régimen (como puede estar sucediendo actualmente)
que llegue a la sabia conclusión de que es preferible
algunas concesiones no de fondo, para que sus dirigentes puedan morir en sus
camas tranquilamente sin ninguna acción de venganza popular que les quite el
sueño...
En España sucedió algo parecido con el régimen de Francisco
Franco. Una vez vencida la resistencia de los republicanos y sus
internacionalistas, la sociedad española se mantuvo absolutamente en un marasmo
de tranquilidad total con cero acción y a la espera de que algo sucediera que
los llevara a una transición que al fin llegó tras la muerte del dictador. Es
curioso cómo ahora en esa sociedad resulta que hay más antifranquistas en
activo que los que hubo durante el mandato del “generalísimo”, que cierto
periodista reflejó agudamente cuando publicó que “caramba, si en el franquismo
hubiéramos tenido tantos antifranquistas comecandelas, el Caudillo no hubiera
durado 3 meses”. Máxima aplicable a los Castro, en Cuba, y a muchos ex -
dirigentes comunistas de la Europa del Este...
Pero por desgracia, salvo en contadas ocasiones, “los malos”
siempre triunfan, aunque decir esto suene a pesimismo (en realidad lo es) y los
dictadores, sobre todo los comunistas, mueren en sus camas (con escasas
excepciones) plácidamente mientras los pueblos que han sometido esperan
respirar aliviados al fin, tras soportar mucho tiempo agonizando diariamente su
mala suerte o quizás su incapacidad para labrarse su propio destino...
Augusto Lázaro
http://twitter.com/@augustodelatorr
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