Lo dijo Borges: la espantosa humillación de envejecer, y aunque no se esté de acuerdo con su afirmación, tampoco puede estarse de acuerdo con el panorama de felicidad total que nos quieren hacer ver esas revistas que se encargan de ayudar a los que llaman "personas mayores" a que vivan lo mejor que puedan vivir, a pesar del almanaque, que siempre golpea sin piedad, cada vez más contundente en la medida en que cada cual cumple un nuevo año, pasados los 65, incluso gozando de una salud bastante aceptable para haber vivido tanto.
Examinando a fondo todo lo que tenemos dentro de nuestro organismo, a veces me pregunto cómo puede llegarse a una edad tan avanzada como digamos 80 años. Porque no es fácil escaparse de las afectaciones que pueden cobijarse en nuestros corazones, o en nuestros sistemas digestivos y nerviosos, o en pulmones, hígados, riñones, y tantos otros órganos que tenemos a disposición de cualquier anomalía, molestia, virus, contagio o enfermedad. Y peor aún: me pregunto por qué el cuerpo humano debe tener tantos órganos, músculos, arterias, glándulas, tendones, etc.,
en lugar de estar formado tan simplemente como una saardina, por ejemplo, y así nos evitaríamos miles de trastornos y complicaciones que nos amargan la poca vida que disfrutamos sobre la superficie.
Es tan complicado el cuerpo humano que es casi imposible llegar a 80 años sin haber padecido una o más veces alguna enfermedad que a veces resulta fatal y nos elimina inobjetablemente. Y peor aún, si en lugar de eliminarnos de una vez nos mantiene en agonía brutal durante mucho tiempo, padeciendo y haciendo padecer a nuestros seres queridos que se resienten, al igual que nosotros, a comprender por qué. Por eso muchos se preguntan que si alguna fuerza sobrenatural nos creó, ¿por qué nos creó tan complicadamente formados?
Luego entonces: ¿para qué tantas cosas? Y la respuesta no se hace esperar: para complicarnos la vida, porque vivir tantos años sin que nada se afecte en nuestro organismo es tarea que ni la ciencia ficción ha podido aplicar exitosamente.
Para mí lo peor de la ancianidad no se aviene con lo que dice Sir Henry en la novela de Oscar Wilde El retrato de Dorian Gray: "lo peor de la ancianidad no es ser viejo, sino haber sido joven", sino los múltiples achaques que esa edad nos trae: dejar caer al suelo vasos, cubiertos, gafas, tropezar con las puertas y los muebles, enredarse los pies en los cables de los equipos electrodomésticos, olvidar lo que hemos hecho apenas diez minutos antes, no poder contener algunos ex-abruptos de los que después nos arrepentimos cuando ya no tienen remedio, etc. Eso molesta. Y eso no puede evitarse. En unos más y en otros menos, pero los mayores padecemos de ésos y de otros achaques que a veces nos pone el carácter que hay que querernos mucho para soportarnos.
Pero la imagen más terrible de lo que llega a ser la vejez yo la grabé en mi memoria para toda la vida en una escena de la película italiana El trasplante:
Un anciano millonario que por su edad está impotente, sentado en una cómoda silla plegable, junto a la piscina de su mansión enorme y tan lujosa que impresionaba a quien podía penetrar sus vericuetos, contempla extasiado a varias jóvenes en bikinis que gozan del baño y de las demás atenciones que reciben de la servidumbre del potentado, que las ha invitado a pasar unas horas en su reino. De pronto, sale de la piscina una espectacular mujer joven, con un bikini tan escaso que apenas oculta las zonas más íntimas, y con una anatomía capaz de enervar hasta a un esquimal en pleno mes de enero. La cámara se acerca lentamente al rostro del anciano, contemplando a la joven, y poco a poco comienzan a brotar lágrimas y rodar por sus mejillas, mientras su cara toma la expresión del más cruel desamparo... Nada he visto que retrate tan brillantemente (y tan crudamente) qué cosa es la vejez, por mucho dinero que pueda tenerse, y por mucho poder que pueda ostentarse.
En la película ese anciano intenta que le trasplanten el pene de un hombre joven y fuerte que ha tenido un montón de hijos sanos y goza de una casi perfecta salud. El hombre se resiste y al final cede, aunque a la hora de la verdad vuelve a negarse. Ese es más o menos el argumento del filme en forma de comedia, que esconde una verdad innegable que padecen todos cuantos sienten lo que no es sólo un deseo para el ser humano, sino una necesidad, que en este caso no tiene remedio posible.
Sin dudas que siendo mayor puede vivirse una vida placentera con sus limitaciones. Pero de ahí a decir que la ancianidad está pletórica de ventajas y de jardines de flores, hay un trecho bastante difícil de salvar. Que nos alienten está bien. Pero estaría mejor que nos ayudaran a aceptar nuestros problemas, sin endulzárnoslos, nuestras limitaciones y nuestros achaques, que a veces se tratan de obviar, como si no existieran en la vida de lo que las instituciones llaman "las personas mayores". Quizás así nos harían la vida más soportable aún.
Augusto Lázaro
1 comentario:
Ni Muy Muy ni Tan Tan -
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