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lunes, 27 de marzo de 2017

CONTRACORRIENTE

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¿Los comentaristas de fútbol gritan por emoción o por idiotismo?

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Según mis cálculos, y como aquí nadie respeta nada, el tiempo dedicado a publicidad está alcanzando al tiempo dedicado a la programación en todos los canales privados de TV. El caso es que para ver una película (un ejemplo), que dura 90 minutos, usted necesita 150 minutos, contando el tiempo de anuncios publicitarios, y si hace zapping perderá su tiempo, pues los canales (casi todos) se ponen de acuerdo para emitir anuncios al mismo tiempo, de manera que cuando usted sintonice otro canal verá los mismos anuncios que le han interrumpido su película. ¿Qué puede hacer ante esa sinvergüencería admitida por las autoridades? Pues algo muy fácil: no ver televisión... hay cosas en la vida mucho más importantes que pueden hacerse...

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Sin dudas, la existencia del llamado Estado Islámico (que tantas muertes y atrocidades ha ejecutado) se mantiene porque hay (alguien o) alguna potencia a la que le conviene que exista y se mantenga. No me explico cómo es posible que contando con armas tan destructivas e inteligentes capaces de borrar de una vez a esos islamistas (al igual que al Boko Haram) de un plumazo, no lo hayan hecho todavía y permitan que, lo mismo que en Siria, continúen asesinando, degollando, cometiendo barbaridades que harían llorar hasta a King Kong. De verdad que los políticos de todas las tendencias e ideologías creen que la población es idiota. Pues no, señores políticos, al menos aquí hay uno que no lo es y no se traga las excusas que ustedes siempre están anteponiendo a los problemas que son incapaces de resolver. O que no quieren resolver...

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Ignoro quién lo dijo, pero estaba más claro que una botella de Lanjarón: “los políticos, entre otros atributos, tienen el de ser especialistas en crear problemas donde no los hay”, y lo peor –añadiría el Menda- es que son incapaces de resolverlos, haciendo con su incapacidad padecer inútilmente a esta pobre humanidad que no sólo los soporta, sino que es la culpable de sus propios males porque ha ido a votarlos en las elecciones...

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No sé de qué se queja la izquierda, si aquí se hace todo lo que ella decide que se haga: no hay una sola mención a ningún personaje digamos de la falsa derecha (pues aquí no existe la derecha), ninguna calle, ninguna plaza, ningún homenaje, ninguna película, ningún documental, ninguna placa conmemorativa... al contrario, sólo se exaltan los llamados “valores de la izquierda” que tiene en su haber la mayor cantidad de crímenes de la historia, de los que aquí apenas se mencionan en algún cuadrito pequeño en uno de los periódicos erróneamente llamados conservadores. Este es el único país del mundo en el que la historia la escriben, a su modo y punto de vista, los perdedores, porque los vencedores no tienen ni vergüenza ni valor para hacerlo. ¿De qué se quejan entonces los que realmente MANDAN? No entiendo nada. O sí, lo entiendo todo... Muy claro...

Augusto Lázaro



http://elcuiclo.blogspot.com.es

lunes, 20 de marzo de 2017

¿SE EQUIVOCO?

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El compositor y músico argentino Carlos Guastavino convirtió un poema en una canción aparentemente simple pero que cruzó los 7 mares y sigue siendo parte del repertorio de quienes todavía prefieren la verdadera música y no el ruido que se hace ahora por esos grupos que vuelven histéricos a los jóvenes en sus conciertos, cuyas entradas a veces les cuestan una noche entera al sereno y en espera resignada... Me refiero a SE EQUIVOCO LA PALOMA (sobre el poema de Rafael Alberti, escrito por el bardo español en 1941)... Repito: aparentemente simple, porque todo lo profundo merece una meditación más larga para darse cuenta de lo que realmente aporta al conocimiento humano... La música es muy agradable al oído  y ha sido grabada por decenas de grandes cantantes, pero si analizamos su letra, de momento nos parecerá una tontería. ¡Ay!, ¡qué ligeros somos al juzgar lo que no entendemos! La canción es toda poesía, hasta el punto de que una amiga me escribe desde Taiwán que “¡cuánto diera yo por equivocarme como esa paloma del canto!”... tal vez para escaparse de lo absurdo e injusto de una existencia “normal” donde nadie confunde el norte con el sur como la “promesa alada” en esos versos que me recuerdan a la Ananké de Rubén Darío, y porque así como dice el poema convertido en canción, es la vida:

Creyó que el mar era el cielo,
que la noche la mañana...
¡Se equivocaba!... ¡Se equivocaba!...
Que tu falda era tu blusa,
que tu corazón su casa...
¡se equivocaba!...

Y termina con una imagen en verdad sugerente:

Ella se durmió en la orilla,
tú en la cumbre de una rama...

Esa imagen de la paloma equivocada durmiéndose a la orilla del mar mientras que la otra, la humana que es la razón de sus equivocaciones tan llenas de amor, se duerme en lo alto de un árbol para dar el fin sin fin a tan dulce regocijo con el arte poético...

Quizás Carlos Guastavino no pensó que su canción pudiera adquirir esa fuerza que permanece a tantos años de su conversión (de letra a música). Al menos yo le agradezco que nos haya regalado algo de su excelente sentido del buen gusto y de hacer de algo simple y fácil algo bello si se mira, como El Principito,, con los ojos del corazón...

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A veces queremos escaparnos de esta realidad absurda e injusta de la que quería escapar mi amiga de Taiwán, y la poesía nos sirve de catapulta para lanzarnos en esos confines donde la realidad se confunde con la fantasía: vivir lo que se sueña, o lo que se desea vivir, nos hace más fuertes y esperanzados en poder lograr algún día lo que el chileno Vicente Huidobro dejó inmortalizado en su sentencia: sabemos que es imposible ver una golondrina anidando en un arcoíris... pero poder verlo sería tan maravilloso que valdría la pena cualquier sacrificio para inclinarnos ante algo tan espectacular y bello. Y con su paloma “equivocada”, Guastavino ha logrado ponernos al alcance de ese sueño, tan irrealizable como hermoso...

Augusto Lázaro



http://elcuiclo.blogspot.com.es

lunes, 13 de marzo de 2017

LA RECTA FINAL

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La casi totalidad de los políticos que son o están investigados, acusados, imputados, etc., o han renunciado al partido o grupo al que pertenecen, se aferran a sus escaños. Como al macao, hay que darles candela para lograr que lo suelten. Pero esto no es exacto: no es que se aferren a sus escaños, se aferran realmente al dinero que cobran por ocupar esos escaños, además de que en la mayoría de los casos cobran más de un salario (y bastante alto por cierto), añadiéndoseles los viáticos y otras adiciones por ser de otra región (aunque vivan donde radica el Congreso o el Senado en cada caso), y así se forran y viven la dolce vita mientras millones de sus conciudadanos, en los que jamás piensan, las pasan canutas y muchas veces hasta se enferman o mueren de pobreza, miseria y abandono. Y no me hablen de las excepciones: son tan pocas como los granos negros en un kilogramo de arroz...

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Los políticos nos han enseñado a desconfiar. De todo y de todos. Porque ese poder tienen las mentiras, que nos hacen, una vez asumidas, desconfiar hasta de nuestra sombra (si hay sol). Y esa desconfianza tiene su peor rama en la sociedad humana: cuando la llevamos a desconfiar de las personas que tenemos por amigas o incluso que queremos, el mensaje negativo de la política hace estragos en las relaciones humanas. Reproduzco el final de un soneto pesimista/realista que resume lo que acabo de citar:

El extraño te pide, y agradece

lo que tu mano en su dolor le ofrece
porque nada con ello le has pagado.

En cambio, del amigo que más quieras,
tonto serás si gratitud esperas.
¿Le hiciste un bien? ¡Estabas obligado!

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Enric Puig Punyet acaba de publicar un libro titulado LA GRAN ADICCION o (cómo sobrevivir sin Internet y no aislarse del mundo). Vale la pena leerlo y meditar sobre lo que dice este autor para mí desconocido que descubro con agradable sorpresa. Porque al paso que vamos cada día dependemos más de la Internet y de sus “confluencias” y redes sociales, alejándonos sin darnos cuenta de lo que es la vida real y de la relación humana y normal con nuestros semejantes, al punto de que (sobre todo los jóvenes) prefieren comunicarse vía móvil (celular) que en persona con sus grupos de amistades, estudios o trabajos. Hasta los ninis. De seguir a este paso, pronto dejaremos de ser homo sapiens y nos convertiremos en pre-máquinas que sólo responden a una falsa necesidad de tener en las manos ese aparatico que ya controla nuestras vidas. Basta oír a una muchacha que hizo famoso su grito dependiente de la informática: SIN MI MOVIL NO SALGO NI A LA ESQUINA... ¿Nos vencerán esos aparatos? ¿Lograremos librarnos de su dictadura?
¿Seguiremos siendo humanos toda la vida?

Augusto Lázaro




(aclaración: el post publicado ayer en El Cuiclo tiene por título ESCRIBIR EN CUBA, no el que aparece como tal)

lunes, 6 de marzo de 2017

MOTIVOS SIN SON

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Hace algún tiempo leí una entrevista que le hicieron a Julia Roberts en la que ella confesaba que no estaba en ninguna red social ni en nada de Internet que la hiciera apartarse de su principal tarea en la vida: ser feliz. Desde ese mismo momento estoy pensando en serio en esas aparentemente simples declaraciones: primero me desconecté de Twitter, entré en Facebook y allí me mantuve por un tiempo quizás demasiado largo, hasta que decidí desactivarme también de esa red y quedarme sólo con mi correo electrónico y el blog La Envolvencia, sabiendo que a ambos nadie les presta atención, por lo que no sería de sorpresa que cualquier día mandara todo a la mierda e intentara ocuparme de cosas que me dieran más felicidad. Y eso fue lo que escribí en el cuestionario que hace Facebook a quien desea irse de sus páginas: Al final de los motivos hay un punto que dice OTROS y ahí escribí lo siguiente:

(Quiero salir de Facebook) porque hice una encuesta entre unas 100 personas y resultó que quienes no estaban en ninguna red social eran más felices.

Y eso es todo: con eso me convenceré de algo de lo que siempre dudé: quienes realmente tengan interés en comunicarse conmigo y compartir opiniones y puntos de vista, tienen la vía confiable del correo electrónico, el blog, o cualquiera otra forma de contactar fuera de las redes donde tanta tontería se distribuye (los sms de los móviles que han caído en desuso son casi idénticos a ese whatsapps tan utilizado por quienes creen que es la novena maravilla del mundo informático).

. Al final, lo sé y no me engaño, serán los famosos 4 gatos que siempre me han seguido de verdad los que me contactarán. Pero a todos les digo: con eso me basta. Con eso seré más feliz que con tanta hipocresía y tanta farsa de escribir una cosa que se está muy lejos de sentir. Ahora me siento mejor, con menos complicaciones, sin tener que ocuparme de responder a cosas que no me interesan y de inventar comentarios sobre otras que ídem, y dedicar más tiempo a lo que verdaderamente creo que tiene importancia. Agradezco a quienes atendieron lo que publiqué y les deseo que, aunque sigan en Facebook o en cualquier otra red social, sean más felices todavía, sobre todo con muy buena salud, que para mí es lo más importante que puede tenerse en la vida para lograr esa felicidad tan añorada y tan difícil de conseguir...

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Como la situación del mundo en general está para salir corriendo a sacar un billete de ida a Marte, y cuando la humanidad estaba la muy tonta esperanzada en que, como dijo Luis María Ansón, éste sería “el siglo de la razon” (y cada día comprobamos que será todo lo contrario), lo mejor sería irse acostumbrando a vivir para uno mismo y olvidarse de problemas ajenos que sólo pueden traernos más dificultades e ingratitudes, pues ya desde los tiempos de Martí lo sabemos, cuando en su carta a Máximo Gómez para que se uniera a la guerra de independencia cubana, le dijo: “sólo puedo ofrecerle el placer del sacrificio (¿?) y la probada ingratitud de los hombres”. Y Martí siempre estuvo muy claro en lo que se podía esperar de la humanidad...

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Yo no espero nada. Y he descubierto (quizás demasiado tarde) que lo mejor es no esperar nada. De nada ni de nadie. Así no me sorprenderán acciones que no espero de quienes considero mis amigos, conocidos, o personas con las que tengo que contactar, aunque no lo desee, día a día. No quisiera que fuera así, pero el mundo en que vivo (vivimos) no nos brinda otras opciones en nuestro comportamiento. Dicen algunos filósofos de café cortado que para que el mundo sea mundo, tiene que haber de todo. ¿Será cierto?

Augusto Lázaro



http://elcuiclo.blogspot.com.es