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lunes, 14 de noviembre de 2016

LOS ADIVINADORES

MALO, MALÍSIMO!!!

Parece que todos los medios de información (¿de qué información?) se han puesto de acuerdo para arremeter contra Donald Trump. En realidad, están arremetiendo contra los millones de norteamericanos que votaron por él, y eso no es muy digno que digamos de un país que se considera democrático y libre: ponerse de acuerdo con aquellos que no aceptan que han perdido es antidemocrático, y más aún salir a la calle a protestar porque la candidata que ellos deseaban perdió las elecciones. ¡Qué bonito! Y mucho más en un país como España que acumula decenas de líos de los que debería preocuparse (y ocuparse) en lugar de estar fijándose en el país más libre y democrático del mundo actualmente, que nos da una lección que nos negamos a aprender: sin dictaduras, sin golpes de estado, sin gobiernos militares, sin pucherazos, sin pretensiones de descomponer el país, donde nadie es capaz de silbar el himno o prender fuego a la bandera que ondea en todas partes, pues no hay dos ni tres ni más banderas que la única que representa a los Estados Unidos. Pero veamos al señor Donald Trump:

Es cierto que cae pesado. No voy a repetir todo lo que se dice de él, a veces real y muchas veces inventado o exagerado. No soy admirador de este hombre, pero si activamos nuestra memoria (que suele apagarse cuando “conviene” o silenciarse para que no se publiquen ciertas cosas) tendremos que aceptar que la señora Clinton es mucho peor y lo peor sería que sería una mala presidenta para EEUU, heredera de posiblemente el peor presidente que ha pasado por La Casa Blanca, cuyas promesas todavía las están esperando sus votantes, comenzando por el desmantelamiento de la base de Guantánamo, en su adorada Cuba Socialista, que a 8 años vista de haberlo prometido, Nananina la billetera. Y no cito las demás porque haría muy largo este post. Gracias a Obama y a su partido, los Castro pudieron sobrevivir a una catástrofe final que todo el mundo ya veía venir, y mientras el Gran Presidente estaba de visita en La Habana, conversando sonriente y feliz con el dictador, en las calles de la capital, en sus propias narices, golpeaban a las Damas de Blanco, detenían a opositores indiscriminadamente, metían en la cárcel a cientos de disidentes, y etc. De todo esto no se enteró Obama, claro. ¡Si se hubiera enterado...! Y estoy seguro de que la señora Clinton seguiría apoyando al régimen cubano sin ningún pudor...

Arremeter contra un gobernante que todavía no ha comenzado a gobernar implica siempre un riesgo y muy poca madurez: ¿cómo saben quienes publican esos artículos
dando una imagen de Trump como si se tratara del autor del Apocalipsis y del horror que nos espera a todos tan pronto inicie su “reinado” sobre todo el planeta? Los políticos, cuando están en campaña, dicen muchas cosas que si llegan al poder no hacen, y Trump no va a ser una excepción. No se puede estigmatizar un presidente porque caiga mal y porque no tenga experiencia política: para lo primero están los gustos personales y para lo segundo están sus colaboradores, comenzando por su vice, que cuenta SI con una gran experiencia y está más que capacitado para guiar al nuevo elegido por millones de votantes de todos los colores del arcoíris, si éste se deja, claro, por el camino que pueda ayudar y beneficiar a todo el mundo y eliminar a quienes verdaderamente amenazan la paz: los terroristas islámicos, que en Europa causan pánico mientras las reacciones de los jefes políticos del viejo continente son tan suaves que parecen consejos en lugar de respuestas contundentes como se merecen esos asesinos...

Dejemos que el tan criticado Trump gobierne y después hablaremos todo lo que nos dé la gana sobre cómo lo haga. Y mientras, apretemos la tuerca aquí en nuestra gran patria europea, antes de que sea demasiado tarde, y millones de inmigrantes camuflados se apoderen del viejo continente y nos hagan inclinarnos ante la majestuosidad de quienes eliminarán a los “infieles” en nombre del grande Alá...

Augusto Lázaro



www.facebook.com/augusto.delatorrecasas

lunes, 7 de noviembre de 2016

¡SOLIDARIDAD?

ESTA BELLA HUMANIDAD

En carta enviada por José Martí al general Máximo Gómez, instándolo a ponerse al frente del ejército mambí en la guerra de liberación cubana del colonialismo español, en 1895, le decía, entre otras cosas: “sólo puedo ofrecerle el placer del sacrificio y la probada ingratitud de los hombres”. En tan lejana época ya Martí estaba consciente de lo que podía esperarse de aquellos a quienes tanto se servía... Winston Churchill, el hombre (entre otros pocos) al que la mitad de Europa agradece vivir en libertad, perdió las elecciones posteriores al fin de la II guerra mundial... En la obra del gran escritor austriaco Hermann Broch LA MUERTE DE VIRGILIO se describe cómo recibieron al poeta, sacrificado por su pueblo, a su regreso a la tierra natal, con gritos e insultos apabullantes... Luis Buñuel hizo una disección del “agradecimiento” en su genial película VIRIDIANA, con Silvia Pinal como protagonista, quien tras invitar a los “muertos de hambre” a un convite en su casa casi es asesinada por la turba enardecida que intentó abusar al máximo de ella y de su generosidad... Y podría enumerar cientos, miles de ejemplos, de lo que pueden esperar quienes se sacrifican por sus semejantes, aunque no lo hagan esperando nada, sólo, al menos, eso que ya casi no existe: agradecimiento por lo que han hecho con dedicación y amor... Soy pesimista, lo confieso porque soy sincero, y este siglo XXI no nos promete ser mejor que el XX. Me dirán algunos que no ha habido (todavía) ninguna guerra mundial, pero en 1916 tampoco había habido ninguna. Habría que esperar, pues las guerras regionales pululan y duran, sin que la generosidad y el servicio a la humanidad haya dado ningún fruto. El clásico ejemplo es Iraq: actualmente se ha convertido en una fábrica de cadáveres, y por muy mal que se viviera con Saddam Hussein, el dictador impío que sumió a su pueblo en un infierno, ahora los iraquíes han conocido un infierno todavía mayor y más espeluznante, donde cada día mueren decenas de personas en atentados y crímenes indiscriminados e incontenibles. Repito: un solo ejemplo, de los muchísimos que podría citar. En fin, que admiro y respeto a quienes viven para hacer el bien, pero el mundo que me rodea me ha obligado a catalogarlos como ingenuos, si piensan que con ello esos que sirven con tanto cariño van a agradecerles lo que hacen por ellos. Hay que ayudar, sí, a quienes necesitan ayuda. Pero ¡cuidado! No se engañen a sí mismos: nadie agradecerá lo que hagan por ellos. Sólo lo disfrutarán. Y si con eso son felices las nuevas “Teresas”, pues mis felicitaciones por la encomiable labor que realizan sin esperar otra cosa que, como decía Martí: “el placer del sacrificio y la probada ingratitud de los hombres”...

LOS BUENOS BUENÍSIMOS

Todos los conocemos: son aquellas personas que dicen de sí mismas que son mejores que Crisanto Buenagente, que piensan más en los demás que en ellas mismas, que sirven sin pedir nada a cambio y que son seres excepcionales que disfrutan haciendo el bien (sin mirar a quién, como dice el refrán). Donde mejor se ven estos seres excepcionales es en la política: se sacrifican por el pueblo (palabra que de tanto uso ya nadie le hace caso), no descansan, viven para los demás, y todos sus pensamientos, sus ideas, sus acciones, sólo tienen un fin: servir al pueblo que algunas veces los eligen y otras los mandan a la oposición, como en las últimas elecciones, aunque siempre los hay que no admiten que pueden perder, a pesar de que los ganadores no son ejemplo de nada mejor, pero los votos son los votos y las elecciones son las elecciones. La vida nos da lecciones a diario, sólo que la mayoría (inmensa o no) no las asimila y casi todos vuelven a caer (porque son personas y no perros que no caerían una segunda vez) y vuelven a elegir para después arrepentirse, aunque no tengan el valor de confesarlo. Pero todo seguirá igual, las mujeres ganarán menos que los hombres por el mismo trabajo y serán maltratadas, golpeadas y asesinadas por sus parejas, sin que al parecer haya una fuerza capaz de impedirlo. ¡Qué hermosa es nuestra vida, verdad que sí? Y ¡qué hermoso porvenir nos espera ahí mismo, al doblar de la esquina! Sólo hay que oír a los políticos que nos ofrecen un paraíso terrenal que sólo existe en su imaginación, porque los paraísos, terrenales o celestes, nunca han existido, ni en la Biblia ni en la realidad, y lo peor: jamás existirán...

Augusto Lázaro




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