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sábado, 29 de mayo de 2010

ATTILA JOZSEF: DOLOR Y LUCHA

Mi primer contacto con la poesía de Attila József fue a través de un texto que sólamente después de conocer toda su obra llegaría a comprender que era algo de eso que suele llamarse un "poema terrible": Corazón puro es un tiro de borda que lanza con toda su fuerza hasta la última esperanza:

No tengo ni padre ni madre,
no tengo ni patria ni dios,
no tengo ni cuna ni sudario,
no tengo ni sombra de amor.

En este fragmento del poema, cada palabra apoya la absoluta negación: "padre" y "madre" como los autores de la vida, "patria" como el lugar donde se vive, "dios" como la "fuerza superior" que "gobierna" la vida, "cuna" como el origen, y "sudario" como el fin. Y por si todo lo anterior no fuera suficiente, el remate de la negación en la palabra "amor": ni sombra de amor donde aferrarse para aliviar -si no afrontar- la carencia infinita. Pero el poema no termina todavía. El escepticismo y las más negativas ideas se insertan en sus cuartetas y no se alejan de su aliento ni en uno solo de sus versos. El mismo autor confesaría, años después, en su composición Para mi aniversario, ya con 32 años de edad y con una visión muy distinta y superior de la vida y del mundo, que por ese poema un profesor había exigido su expulsión de la Universidad de Szeged. Se trata, sin dudas, de su poema más amargo, más desconsolado. Pero al mismo tiempo, del menos representativo de la obra del gran húngaro.

Otro texto suyo titulado Aron József me engendró, más o menos con el mismo derrotero, tiene un tono moderado. Y otro más, La balada del pobre, canta a la pasividad de soportar el abuso, aunque con ella expresa una crudeza tal que por su acendrado realismo resulta una censura a aquella sociedad injusta. Sin embargo, en estos primeros poemas, el hombre está negado. Y al negar el hombre, el poeta se negaba a sí mismo. Pero para comprender por qué salieron de sus cuartillas rotas tantas brumas y hojarascas, sobre todo en sus primeros años de creador en andas, hay que hurgar, muy minuciosamente, en las tribulaciones que atormentaron su adolescencia y su primera juventud. Estas fueron tales, que lo ensimismaron en esa negación total que le impedía vislumbrar una salida del laberinto en que en aquella etapa de su vida estaba sumergido, y que, por supuesto, dista mucho de ser el modelo por el que se pueda juzgar su obra literaria.

Varios poemas de esos años tienen un pesimismo que va haciéndose más débil en la medida en que se avanza en su quehacer literario y vital:

No tengo nada que llevarme a la boca
y voy a vivir largo tiempo.


Aparece aquí también algo desgarrador, pero ahora, al menos, con la fe de vivir. De vivir a pesar de lo adverso de esa vida que le toca. Nos enfrentamos entonces a unos versos descarnados, amargos, pero temblorosos de voluntad y de vida. Esa voluntad lo acerca a una visión más acertada. Tal vez por eso en el poema Amargo -cuyo título por sí solo desconcierta-dice:

y sé infaliblemente
que el mundo sólo se transforma en nosotros.

Hay quien ha encontrado en este concepto de la transformación del mundo -carga demasiado pesada para su espalda débil- una aproximación al solipsismo berkeliano. Pero, ¿por qué pensar que la idea de nosotros (del hombre) se sustenta porque el poeta piensa que no somos "nosotros" (el hombre) los que podemos transformar el mundo?

Más tarde aparecen los lamentos por la ausencia del padre y la muerte de la madre, que aun en las horas de la evocación nos retrotraerán a la tristeza (tal vez la decepción) de la primera parte de su vida. Mas, después de estos intentos expresivos, toma conciencia como creador de su papel en esa sociedad, de su destino histórico como hombre colocado al cien por ciento de sus energías junto a los oprimidos de la tierra. Y pasados estos capítulos de balbuceos y debilidades, nos enfrentamos a una poesía de lucha en el dolor que nos subyugará definitivamente.

Attila József nació en Budapest el 11 de abril de 1905. Su madre, abandonada por su esposo cuando el niño tenía tres años, tuvo que lavar y lavar y lavar para criar sus hijos, y murió de cáncer uterino. Murió joven, porque, como decía el poeta, "las lavanderas mueren pronto". El drama paterno se reflejaría en su obra, una y otra vez, indeclinablemente. Desde muy pequeño comenzó a luchar por ganarse la vida, y pasó por una larga sucesión de tareas y oficios como guardia rural, vendedor de agua en un cine, dependiente de pastelería, fabricante de juguetes de papel, periodiquero, mandadero, obrero agrícola en Kiszomber, contable de un banco en Budapest, y mozo de una embarcación en el río Danubio (cuyas aguas nunca fueron azules para el muchacho inquieto). Realizó sus estudios secundarios en Makó, y era ya un poeta célebre cuando matriculó en la susodicha Universidad de Szeged, donde no se graduaría de maestro por su "poema terrible".

Con los años, que pasaban rápidos por sus días cansados, pero que le hacían perder, paradójicamente, con cada nuevo golpe su debilidad, fue convirtiéndose en un proletario conciente y en una dolorosa pero firme voz de los desheredados. Precisamente por su composición Corazón puro y por algunas otras que se juzgaron como antipatrióticas (término tan de moda últimamente en la esfera política española) y hasta subversivas por la clase dominante de entonces, abandonó sus estudios universitarios a pesar de conocer el griego y el latín, el alemán y el francés. Vivió en uno de los períodos más convulsos de la historia de su patria: entre las dos guerras mundiales. El crítico Miklos Szabolsci dice que "vivió una vida difícil y creó una gran poesía".

Y así, empujado por el viento de su propia fuerza, el poeta viajó errante y proscrito (algo parecido al cubano José María Heredia) y corrió por la nieve estampada en Budapest, paseó por los atardeceres prolongados de Viena, y desanduvo por los rayos de sol de París. Sus poemas fueron haciéndose más combativos y polémicos, porque, como todo hombre que está lleno de humanidad, József estaba ya ganado por la causa de los trabajadores y de todos aquellos que sufren la desigualdad de una sociedad injusta.

En 1927 regresó a Budapest y allí matriculó otra vez en la Universidad, a la par que trataba de "vivir" de la literatura. En 1936 (año en que comienza la guerra civil española) su poesìa alcanza su más alta cima. El poeta es entonces el genuino portavoz de la nación oprimida, hasta que es golpeado por un nuevo martillazo, esta vez demoledor: una crisis nerviosa que degenera en una enfermedad síquica que progresa muy rápidamente y lo aniquila. Un año después se tiró bajo un tren, en un pueblito de veraneantes, junto al balneario del lago Balaton.

A los diez y siete años escribió El mendigo de la belleza, su primer poemario, publicado en 1922. Dos años después publicó No soy yo quien grita y en 1930 No tengo padre ni madre. Estos tres títulos pertenecen a su perìodo de formación. Su obra madura aparece en sus últimos años en El leñador, Noche de arrabal, Danza del oso y Duele mucho (entre los años 1931-36). En los tres últimos se reúnen casi todos sus llamados "poemas políticos".

Attila József va dejando atrás, en el itinerario de su vida, aquel escepticismo del principio. Ahora llegamos a sus fuentes de pasividad, de reflexión, de protesta. El más típico ejemplo de esta "progresión" son estos versos:

Entre los malos hombres nunca estará su niño.
¡En el lago, caray, mejor está su niño!

Este pobre padre (que es en todo caso un padre pobre) prefiere el sacrificio de la vida de su hijo a un futuro desprovisto de la digna condición humana. Y esta acción se traduce en protesta. Martí terminó su poema Mi reyecillo con versos aleccionadores: "Vivir impuro? / No vivas, hijo". El poeta crece y con él crece su poesía, arrollando a su paso como tronco de ceiba empujado por la fuerza del huracán. Entonces el "nosotros" sustituye al "yo" y la idea de lo general, de lo colectivo, se introduce para siempre en su modo de expresión:

En vano hundes tu rostro en ti mismo,
sólo podrás lavarlo en otro rostro.

Desde estas palabras el poeta se plantea su proyección del hombre como generador y acepta como única posibilidad de triunfo la unión a "otro rostro" (a otro hombre), a ese otro rostro que comparte su lucha y aumenta su fuerza.

Los trabajadores siempre son protagonistas de su mejor poesía. Su temática, a partir de la profundización de su conciencia y de su convicción de que el arte puede ser muy útil sin dejar de ser arte (en su caso ha sido muy cuestionada esta sentencia) al servicio de un fin social justo y común. El poeta piensa en sus amigos y sus amigos son trabajadores. En las horas de risas y lágrimas, los trabajadores, que con

las camisas sudorosas y sucias
sólo comen, comen, no hablan: comen
un almuerzo de pan y pepinos.

Y al igual que ese hombre embrutecido por el trabajo agotador, es capaz de estremecerlo la mujer, fiel compañera que también, como aquél (y junto a aquél), frente a las máquinas, produce, lucha, vive:

y hasta la mañana, mientras recesa su labor,
las máquinas tejen a disgusto
los sueños fugaces de las tejedoras.

Hasta qué punto calaron los trabajadores su obra podemos captarlo en un solo verso:

como los panaderos, se levanta al amanecer.

Es la mujer amada la que se levanta al amanecer, como los panaderos, sustitutos en sus versos de gorriones dulcificados por la sensiblería o quimeras edulcoradas por románticos tardíos. Para József la mujer amada aplasta con su realidad a las princesas despertadas de su ociosidad por algún caballero de los cuentos "felices", porque el poeta no compara a su amada con ninfas ni estrellas (como dijera Darío en uno de sus cuentos: "¿ninfas? No, mujeres"), sino con esos panaderos, "parientes de los hornos de pan bueno", los mismos que aparecen, riterándose, en otras composiciones suyas dedicadas al amor. Y así el amor va haciéndose una constante en su obra madura. Y es precisamente en éstos, sus poemas ¿de amor?, donde sus imágenes, su ritmo, su musicalidad, se hacen más sentidos, más suaves, más bellos:

Estoy cansado de tanto trabajar,
también voy a dormirme.
Duerme tranquila, dulcemente.
Seguramente tú estás triste
y por eso también estoy triste.

La añoranza de los momentos juntos, tan escasos como intensos, saca de sus entrañas sencillas notas de ternura: "y si recibe flores, / todas son para ella". El amor es un apoyo que ahora tiene, y no como una sombra. Y más que añorador, se vuelve protector, y su corazón, ya no tan "puro" como en aquel poema "terrible", late rápido y alerta ante cualquier daño imprevisto:

corres
como el viento en el atardecer.
Un coche podría atropellarte.

Sentimiento que se repite en otro poema similar, Judit, donde el tono cariñoso es espontáneo y sincero hasta el punto de que a veces nos parece oírlo hablar, muy bajito, casi susurrando:

Las frías estrellas arden en las ramas desnudas.
Y tú, ¿aún sigues meditando?, ¿tienes frío?
Duerme. Yo también duermo solo. ¡Cúbrete bien!
y no estés enfadada conmigo.

Más que una constante, la madre es para József una obsesión perenne. Marcó su infancia con un sello vital que seguiría por todas sus rutas y brotaría de sus versos sin tiempo, como fuertes arterias en todas sus etapas:

Desde hace una semana, en mi mamá
sólo pienso, abstraído, en mi mamá.

Esa abstracción lo mantiene, incluso, pese a su propia fuerza, alejado por momentos de su vida activa y combativa. Pero el poeta siempre vence, se sacude, se acerca, vuelve a sus andadas. Las heridas que el drama materno dejó abiertas en su infancia, en su adolescencia, no podían cerrarse fácilmente. Su madre estaba siempre. Y estuvo con más peso cuando su desaparición física se hizo realidad.

Hice el viaje en el techo de un tren,
echado boca abajo.
En la mochila traje patatas y mijo,
y hasta te conseguí, perseverante, una gallina.
Pero tú ya no estabas en ninguna parte.

Ya no está en ninguna parte la mujer que motivó sus pensamientos, sus meditaciones, su destino histórico. Y por esa ausencia se suceden versos que recuerdan a la madre viva, ausente, muerta, como amiga, como confidente, como compañera, bastón de apoyo y brazo propulsor que le da fuerzas:

y en este país frío de frágiles aldeas
(mi madre nació allí)
(en el poema Aire)

y tú no me curas, madre mía.
(en Llanto tardío)

De boca de mi madre era dulce la comida
(en Junto al Danubio)

La madre, la mujer, la gran dulzura, la trágica angustia, que entrega sin pedir y acepta sin llorar. Pero que muere pronto. Para József, su madre era un ser limpio. Y la añora, la busca, la regaña, la "odia" cuando no hace las cosas como debiera hacerlas... "Las lavanderas mueren pronto" es un grito que rompe sus tímpanos. Y que escucha todavía, mucho tiempo después, cuand otro amor no alcanza a dar el gran alivio que su corazón reclama:

Como un niño que mira a su madre ya muerta,
así quisiera ver una vez más a aquella
bella mujer de antaño
que se pierde en la luz...

La poesía de Attila József se adhiere, en sus inicios, a la gran revolución de la lírica húngara en los modos poéticos que estaban en aquel país de algún modo impregnados del sentimiento revolucionario. Al igual que los demás poetas jóvenes de su tiempo, aunque con rasgos mucho menos personales, también József se dejó cautivar por Baudelaire, Verlaine, Carducci, Whitman. Después conoció la poesía de vanguardia, principalmente los expresionistas alemanes y sus seguidores húngaros, y en alguna manera los constructivistas y los dadaístas. Lo que vio el joven poeta, cuando esbozaba sus intentos de decir, en Endre Ady y Gyula Juhasz, lo descubrió más tarde en el estilo de Villon y Apollinaire. Estos descubrimientos trazarían, definitivamente, un rasgo permenente que sin embargo no lastró su personalidad poética. József es József en su obra mayor, pese a las influencias, por demás inevitables.


Recogió el paisaje musical de su tierra, modeló la canción campesina que aparece en algunas de sus composiciones sueltas de la década del 30, impregnó su poesía de los más fundamentales logros de la cultura nacional. Leyéndolo, se escuchan las canciones y las baladas que el pueblo entonaba para darle a su vida un matiz de alegría. Pero por encima de cualquier rebuscamiento, su poesia es real, porque los trabajadores saltan de sus versos sin ningún esquema deformante. József es un poeta que no pinta su clase con colores que no le corresponden, los problemas del hombre, desde su vivencia, son tratados por él sin disfraces, de ahí el golpe que sacude al lector cuando se enfrenta a su poesía. Poesía que dice lo que hay que decir y lo dice -y esto es cosa difícil- poéticamente.

Más allá de la buena traducción de que se vale este artículo, intuimos una sonoridad que nos toca suavemente. Y que nos va tocando más cuanto más nos acercamos al final de su vida de creador. Porque sucede con este húngaro temperamental lo que sucede con Vallejo: cada nuevo período de creación adquiere, con la perfección formal, la exacta dimensión textual:

En la clara ventana de la dura helada
tamborilea el irritado tiempo.
(...)
A través del azul cielo que fluye
brilla el islote de coral del tiempo,
zumbando: brilla un corazón,
un abedul, una mujer, un mundo muerto.
(...)
Como el humo que vuela por el triste paisaje
condensándose plenamente bajo el cielo de plomo,
flota mi alma
a ras de tierra.

Attila József es la figura más importante de la poesía húngara de las primeras décadas del siglo XX. Por su poesía podemos entrar en contacto con el alma de su pueblo, a través de anécdotas y situaciones manejadas con un fundamental realismo. Su obra es siempre fiel a la realidad que lo rodea y en las tonalidades de sus versos hay una definida absorción de los motivos más característicos (y a veces más minúsculos) del paisaje, del ambiente, de los hombres húngaros. No se apartan de su poesía la esperanza, la confianza, los proyectos. Y no en todos los proyectos estalla la tristeza. No le falta a esa poesía, que madura aceleradamente, un elemento alegre, un brío mágico. Para József la poesía toma la forma de la vida y del mundo reales, de ahí que en ella estén esa vida y ese mundo real y justamente diseñados. Y real y justamente introduce en su lenguaje lírico el lenguaje de los trabajadores. Y lo embellece.


El poeta gana en experiencia y calidad al tiempo que su canto se va haciendo más combativo. La libertad, la lucha, la vida mejor, en las que cree de todo corazón, se expresan en sus poemas como algo que les pertenece:

Yo, buen compadre de los ojos libres,
me atrofio si no tengo libertad.


La libertad es en verdad atrofiante cuando se la conoce sólo de palabra. Por eso, en la carne del poeta tiembla con fuerza el ansia general de libertad que se repite y se transforma en su batalla permanente:


Si asestas el hachazo en el sitio debido
el señorial desierto crujirá
y el hacha gruesa sonreirá.


Este leñador (que ahora no prefiere que su hijo esté en el lago) es el resumen de los trabajadores, y su hacha es el arma que tiene que hacer la justicia, porque la justicia de los trabajadores tienen que fabricarla ellos mismos, como fabrican el pan o los automóviles para el disfrute de quienes pueden permitirse ese lujo. Pero más, cuando viven bajo un régimen que no sólo los explota, sino que además les niega todos los derechos y los avasalla, los tortura y los mata. Aquí no se oculta la insinuación, la arenga, a la batalla abierta. De cómo esos aspectos de la lucha encajan en la obra de József y resaltan, airosos, en sus cumbres más logradas, es obra sólamente del talento. Salvo en algunas excepciones casuales -que podríamos llamar descuidos apurados- no hay en ellos un abandono facilista de la nota por la nota que destaca los puntos políticos sin preocupación alguna por la calidad ni por los valores formales y estéticos. Nuestro húngaro calibraba en su función tremenda esa necesidad que tiene el mensaje político de llegar enmarcado en los más altos ribetes del arte, para que pueda lograr así su efecto.


Pincha incesantemente, pincha, nuestra arma querida,
para que una y mil veces sepamos que por casualidad
sin combatir
no ganaremos la batalla.

Y al final, la revelación de la inutilidad de colocarse al lado de los opresores, cuya única solución será la muerte:


Franco, el general, me enroló, feroz soldado,
en sus filas.
Temí ser fusilado. No era posible huir.
Temí. Luché con él contra la libertad, contra el derecho,
tras los muros de Irún.
Y así también me halló la muerte.


Este Epitafio de un labriego español es también un "poema terrible". Porque esta vez lo "terrible" se vuelve contra el enemigo y contra los incapaces de decidirse por la "dignidad plena del hombre", que como anheló nuestro Martí, son las palabras que deben estar siempre presentes en cualquier documento constitucional de un país que se respete.


Permítanme recordar a Attila József en sus amplias virtudes que lo hicieron inmortal para su pueblo y para todos los pueblos. Esas manchas del sol que Martí relacionara tan certeramente con los mal agradecidos, al menos con József las dejo pasar. Y prefiero recordarlo deambulando por las avenidas de su ciudad grande, junto al río y bajo el cielo nublado, como deambulara siempre en su constante evocación Jiri Wolker por las calles de la Praga vieja. Attila József era así. vivió así, siempre buscando, siempre hurgando en las profundiadesd del sentido de la vida y de la lucha. Y siempre enamorado de la libertad, con la fe inquebrantable que lo hizo producir una poesía que quedará grabada para siempre en los corazones de aquellos que aman la libertad y el arte, y que están convencidos, como yo, que ambos cariños pueden y deben convivir y generar la más alta calidad en la literatura.

Augusto Lázaro

martes, 25 de mayo de 2010

LAS COSAS COMO SON... O QUIZAS

FACEBOOK: ¿SEGURO?

Leyendo un artículo sobre la creación de FACEBOOK me encuentro con una sentencia de Fernando Aramburu que me pone a pensar:

ya no hace falta abandonar la soledad para disfrutar de compañía. Puedo estar con alguien sin la obligación de su presencia

Y me recuerda una novela que mezcla magistralmente dos (sub)géneros: la ciencia ficción y el policíaco. El sol desnudo, de Isaac Assimov, vaticina que en un futuro quizás próximo los seres humanos se vean envueltos en "burbujas" con las cuales serán "intocables", pero que podrán estar "juntos", verse, oírse, conversar, compartir todo el tiempo que deseen unos frente a otros, pero unos a miles de kilómetros de otros físicamente. Y un avance de este futuro es INTERNET, que en realidad, con todos sus contratiempos, sirve para mucho y es muy útil, sin dudas.

Siguiendo el artículo, me enteré de que el creador de FACEBOOK (Mark Zuckerber) se imaginó por vez primera su "precioso" invento cuando una muchacha lo dejó compuesto y esperando, y tuvo que meterse en su cuarto (como el estudiante del cuento de Oscar Wilde, El ruiseñor y l a rosa), y consolarse pensando qué podía "inventar" para borrar el mal momento. Pues bien: primero ideó, con otros estudiantes de Harvard, algo así como lo que se llamó Hotter persons. De ahí pasó, con el tiempo, al preámbulo que tituló Facemash. Más tarde, sin prisa pero sin pausa, un enlace de nombre genérico Harvard Connection, y al final de la corrida lo que quedó por entonces como The Facebook.com, que a la larga acuñó el nombre que le dio la fama que tiene hoy: FACEBOOK, mediante el cual se comunican millones de personas vía Internet. Estos datos los pongo en pantalla porque creo que pueden ser interesantes y útiles a quienes no los conocen todavía, esperando me perdonen aquellos que ya los dominaban mucho antes que yo...

Pues yo me sentí reconfortado, pues había encontrado algo que me estimulaba para continuar como hasta ahora, metido en una soledad que a cualquiera que no sea un macao puede producirle una especie de escoriosis. Pero que a mí lo que me da es por tomarme un granizado de limón al máximo de frio y seguir con las teclas hasta que mis dedos no respondan, que espero que demore, porque por el momento siento deseos de decir muchas cosas y de registrarlas, casi todas, en este blog no hace tanto creado...

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ALGUNOS ESPAÑOLES ME CONFUNDEN PORQUE...

le perdonan a Samaranch que haya dicho, tras la muerte de Franco: "sin duda alguna, su mandato constituye uno de los más brillantes períodos de la historia de España", y a Carrillo los muertos que pesan sobre sus espaldas que no recogen los entusiastas de la mal llamada "memoria histórica"*, y a la República sus crímenes, tan espantosos y repudiables como los del franquismo. Sin embargo, quieren acabar con el Parido Popular (¿el partido de los tontos?**) que no es franquista y que nunca ha matado a nadie.

*Con esto sucede lo mismo que con la guerra de Iraq: "¡No a la guerra!", gritaban los desaforados de la izquierda, en un momento en que se desarrollaban nada menos que otras 8 guerras en nuestro planeta, pero que a esos gritones sólo les preocupaban los muertos de Iraq.

**Digo de los tontos, porque siempre están a la defensiva -y muy débilmente- y no tienen la menor capacidad de movilización ni de iniciativa para dar el golpe final al gobierno que nos está hundiendo en la ruina total, y no sólo económica.***

***Un solo ejemplo (con ese basta): diariamente salen a la calle y asisten a locales diferentes grupos de personas en apoyo al juez Garzón (poco falta para que lo proclamen HEROE NACIONAL), que etán en su derecho, por supuesto, y yo no los critico por eso. Pero "la derecha" es incapaz de sacar grupos que salgan en contra de Garzón, lo que da a entender ante el pueblo (la "media" de los votantes) que Garzón es buenísimo, "mira cuánta gente lo apoya, y nadie sale a decir ni pío en su contra"...

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VIDAS PARALELAS

Hablando del susodicho: José Bono y Baltasar Garzón: ambos son socialistas, ambos son de izquierda, ambos son del PSOE, ambos son cristianos, ambos son cínicos, ambos son hipócritas, ambos califican a todo el que no piense como ellos de "facha" o de "extrema derecha", y ambos sienten un descomunal amor por el dinero y por la vida de lujo... Nada, que si Cristo viviera y conociera a este par, seguramente exclamaría:

más fácil pasará un camello por el ojo de una aguja, que Bono y Garzón entren al reino de los cielos...

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Recomiendo el libro La inutilidad del sufrimiento, de María Jesús Alava, editado por LA ESFERA DE LOS LIBROS, a aquellas personas que siempre están con cara de "me duele todo el cuerpo y del alma ni te cuento". Seguro que les servirá de algo. O tal vez de mucho.

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ALGUIEN DIJO QUE LA MUSICA ES EL ALMA DE LOS PUEBLOS

Acabo de escuchar una interpretación sin dudas magistral -hasta donde puede abarcar esta palabra tan pisoteada irresponsablemente- de la pieza corta Introducción y rondó caprichoso de Saint Saëns. El violinista es un surcoreano llamado Sung Sic Yang, a quien no conocía (de lo que me lamento) y me ha producido una agradable sorpresa, pues su virtuosismo es casi comparable al de Jascha Heifetz. Sung luce destreza y seguridad en sus movimientos, acentuando las notas en los acordes que requieren resaltarse sobre el fondo temático de la pieza, se muestra con absoluta seguridad de sí mismo y de su capacidad interpretativa para esta joyita del compositor francés, escrita para violín y orquesta, que en este caso es The French Symphonic Orchestra, dirigida por Laurent Petitgirard. La grabación data de 1995 y fue registrada en el Palacio de Versalles (Trianon) con total y diáfana calidad de audio. Enseguida me remonté a mis gustos musicales, donde predomina la música digamos que nostálgica (por no decir tristona), como una de mis favoritas, la Pavana para una infanta difunta, de Maurice Ravel. Me gustan esos músicos impresionistas franceses (Ravel y Debussy) porque me transportan con la magia de sus sonidos a mi remota juventud, cuando yo comenzaba a descubrir las cosas realmente importantes de la vida, en primer lugar el amor. Lo que la música es capaz de conseguir creo que no se ha escrito todavía. La música puede embellecer, deleitar, calmar, transportar a otros momentos a quien la escucha, incluso, me decía mi vecino de edificio, Avelino, que oír buena música (entendiendo por buena la que a cada cual complace más) hace al hombre "mejor persona". Una pieza musical siempre nos lleva a algún momento de nuestra vida que se recuerda porque en ese espacio de tiempo la escuchamos y eso nos causa agrado, aunque ese tiempo no haya sido del todo positivo. Pero no estoy de acuerdo con definir este tipo de música (me rfefiero a la que compusieron Ravel y Debussy) como "clásica". Clásicos fueron Mozart y Haydn, como románticos fueron Beethoven y Tchaikovski, pero clásicos también son Roberto Carlos, los ABBA, Barbra Streissend, y muchos otros del ámbito llamado "popular". Recuerdo una conversación con mi esposa en Santiago de Cuba sobre el tema:

--Pues me gusta esa música de Chopin, me gusta esa música clásica -me dijo la primera vez que visitó mi apartamento.
--Pero esa música no es clásica, sino más bien eterna.
--¿Eterna? ¿Por qué la llamas así?
--Pues muy fácil: porque mira, una canción que ahora está de moda, digamos esa del grupo Los Gritones (nombre ficticio), que hasta en la sopa te la encuentras, dentro de 3 meses ya nadie se acordará de ella... sin embargo, las mazurcas de Chopin, compuestas hace unos 170 años, todavía se interpretan, y cada día más y en más lugares del planeta...

Pero ella sólo hizo una mueca, como pensando "¿qué se creerá este hombre, que va a descubrir el agua tibia?" y seguimos saboreando ese inmenso placer que es oír una música que nos gusta y nos hace olvidar, mientras la oímos, que tenemos problemas que quizás sean difíciles de superar o quizás peor aún, imposibles...

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A Katya: acaba de una vez de colocar tu bello rostro en la figurita oscura de los seguidores.

A cualquiera que desee contactar conmigo: que por favor me envíe un correo a:

augustorre1938@yahoo.com

NOTA: Agradezco cualquier opinión y no riposto, aunque en la opinión me llamen botija verde.

Gracias a todos.

Augusto Lázaro

sábado, 22 de mayo de 2010

LOS PRIVILEGIADOS DE LA SALUD PUBLICA

Diariamente me pongo a mirar esas revistas tan impecablemente impresas en las que aparecen las familias reales, los famosos, las modelos, los empresarios, y todas las personas que han alcanzado la categoría de figuras públicas, en todos los casos adineradas y admiradas por una gran parte de la población, aunque la mayoría de ellas no sepa ni siquiera cuál es la capital de Australia. Las miro largo rato: no hay una sola de esas personas que no muestre la belleza y la perfección de una dentadura que parece de mármol, obra de artista máximo que ha logrado su cumbre en el diseño de unos dientes demasiado hermosos que esas personas nos lanzan a la cara proclamando su triunfo, el triunfo del dinero, del poder, del bienestar. Y siempre, al final de mi contemplación, me pregunto por qué yo no puedo también lucir unos dientes tan espléndidos, si soy, aunque no tenga un céntimo, hijo de Dios y de la sociedad, y no he hecho daño a nadie en el curso de mi vida...

LOS POBRES NO PUEDEN SONREIR

Esta meditación podría estar firmada por miles de ciudadanos que no tienen derecho a reír a boca abierta, por carecer de piezas en sus dentaduras, o por tener sus rostros deformados por falta de dientes. Pero este problema parece no preocupar a nuestras fuerzas vivas, que jamás lo tratan en ningún medio difusor, dedicadas en su tiempo diario a la política, al fútbol, al coche, al famoseo, a las comilonas y a las recepciones oficiales, y si acaso a otros entretenimientos libres de cualquier preocupación por "los de abajo". Porque decididamente esta sociedad no es para los pobres. Y lo peor es que nuestros políticos, que son quienes tienen el poder de cambiar ese estado de cosas, no hacen absolutamente nada por que éste cambie. La sociedad beneficia al que más tiene y perjudica al que menos, curiosa manera de ser solidaria y altruista. Y un ejemplo, uno solo, pues hay cientos, es este asunto de la dentadura.

Es cierto que los pobres pueden acceder al sistema nacional de salud gratuitamente, que incluye, entre otras prestaciones, las de:

oftalmología
otorrinolaringología
cardiología
dermatología
urología
psiquiatría
podología
proctología
sexología
fisioterapia
y hasta operaciones tan delicadas como la del corazón, etc.

Sin embargo, un problema tan crucial como la salud dental para cualquier persona, no está amparado por ese sistema, generando un estado de privilegio injusto y absurdo para los profesionales de la boca, y quien tenga que arreglársela tendrá que acudir a una clínica privada con precios no asequibles para quienes perciben ayudas o pensiones que dan risa por lo exiguas. Y este problema de la dentadura debería estar subvencionado por el Estado, porque tener pocas piezas o carecer totalmente de ellas, expone a quien padece de esta falta a situaciones muy delicadas y desagradables, a la par que peligrosas:

1) Desde el punto de vista estético puede causar estrés, alteraciones nerviosas, sentimiento de inferioridad, inhibiciones sociales y públicas, e incluso llegar a la desesperación en una persona que ve cómo su dentadura se deteriora diariamente y no puede acudir a una clínica dental para salvarla por carecer del dinero requerido.
2) Desde el punto de vista de la salud puede ocasionar problemas en las digestiones, pues masticar los alimentos deficientemente casi siempre trae consecuencias negativas y muy molestas, además de un posible empeoramiento del sistema digestivo, generándose por ello otros males físicos insalvables sin las piezas necesarias. Y por supuesto, esto repercutirá también en el estado mental de quien afronte este problema, en casi todos los casos insolubles sin la mediación del dinero, pues no existe ningún tipo de ayuda para estos casos, salvo alguna pizca, de vez en cuando, a los mayores de 65 años como ayuda a la implantación de prótesis en caso de ser imprescindibles.
3) Desde el punto de vista de la relación personal (digamos, de un amor), imaginémonos cómo nos sentiríamos al intentar un romance o una relación en serio con alguien que tuviera una dentadura perfecta, o casi, que es la mayoría de los habitantes -sobre todo femeninos- de este país, si la nuestra estuviera deteriorada y al abrir nuestra boca la otra persona lo notara, provocando en ella el normal rechazo, o en algunos casos, el repudio y el asco.
4) Y lo peor, que a una persona con la dentadura deteriorada o sin dientes, en todas partes le cerrarían las puertas, al igual que a personas mal vestidas, o con barba de tres días (si no se trata de ridículos famosos que se creen que están así muy elegantes), o con cualquier aspecto que denote falta de cuidado (que en muchos casos se debe a que esas personas no pueden mantener una presencia decorosa, decente, limpia, precisamente por no contar con recursos suficientes para mostrar un aspecto personal aceptable).
Y lo que nadie trata de aclarar es por qué esta sociedad no se preocupa por resolver esta tan humillante situación, y que a mí me parece que no es tan difícil descubrir, aunque puede que sea mi imaginación acelerada la que me lleve a dibujar una hipótesis que cada día me convenzo más de que puede ser la clave del problema:
Porque vamos a ver: usted puede vestir cuello y corbata y presentarse en una gran empresa, en un hotel de lujo, en una recepción de personalidades, y tener problemas en su aparato digestivo, o en el conducto auditivo, o en la vista, o padecer algún trastorno dermatológico, sufrir insomnio, sentirse cansado, etc. Esas cosas no se notan y nadie va a pararlo a la entrada por tener alguno de estos padecimientos. ¿Cuál es la señal infalible, la que no puede ocultarse, la que provoca el rechazo de recepcionistas, empresarios, gerentes, porteros, invitantes, empleadores? ¡Ah! La dentadura. Cuando usted sonría, quien lo ve enseguida notará que usted no tiene dinero ni recursos, o sea, que usted es, ni más ni menos, un pobre diablo, porque no hay un solo rico o poderoso o figura representativa y pública con mala dentadura. Y si usted es un pobre diablo estigmatizado por su carencia de piezas en su boca, no encontrará una sola puerta abierta, a no ser la de acceso a empleos de ínfima categoría, alejados del trato con el público, como destupidor de letrinas, barrendero, peón de la construcción, recogedor de hortalizas, etc., ínfima categoría no por denigrantes (todos los trabajos son dignos), sino por la escasa remuneración que usted recibirá por esas labores.
En fin, que este asunto del cuidado dental es tan importante como cualquier otro que ampara la seguridad social. Sin embargo, quien sólo cuente con una pensión miserable, o con un subsidio tipo RMI, o sin ninguna entrada (como cada día se ven más personas y familias enteras), no tendrá derecho a sonreír espléndidamente como Julia Roberts o Maribel Verdú, y estará condenado a no reír en público, a no abrir mucho la boca, a que poco a poco su cara se vaya deformando por la ausencia de piezas, y a joderse cuando las tripas le reclamen y un dolor espantoso le haga maldecir la vida que le ha tocado.Y lo peor, tendrá que resignaarse a tocar miles de puertas que tan pronto se abran y se note su carencia se cerrarán de golpe, como si usted fuera un apestado.
Y lo fácil que sería resolver este problema tan crucial para muchos, con un poco de interés y otro de presupuesto. Tanto que se dilapida en tonterías que no entusiasman ni siquiera a los idiotas, que por cierto, cada día aumentan.
Y para colmo: esta situación presenta un problema moral: si todos los especialistas en salud pueden brindar servicios gratuitos amparados por el sistema nacional (aparte de los privados), ¿por qué los dentistas tienen que ser los pivilegiados de nuestro país en cuanto a la salud pública se refiere? ¿Por qué quienes necesitan de atención dental no pueden acudir a prestaciones gratuitas como sí las tienen en cualquier otra especialidad? ¿Hay derecho a ese privilegio? ¿Es moral cualquier privilegio en esta sociedad democrática y solidaria?
Augusto Lázaro



miércoles, 19 de mayo de 2010

HEAVY POEMS

No sé dónde leí este término. El idioma inglés, poco a poco, está desplazando al español, que es uno de los más ricos y bellos del mundo. Me resigno a asumir esa suplantación, aunque el inglés es mi segundo idioma. Pero prefiero el mío de origen y trato de no introducir ningún término en inglés donde puedo usar el término en español. Pero hoy no voy a hablar de idiomas. Hoy, que no es domingo, la nostalgia me ha tocado en la puerta. La nostalgia es como la muerte: llega sin avisar, se presenta de repente sin que se haya llamado, y hay que afrontarla o dejarla pasar, esto último si se es capaz de dejarla pasar y perderse esa sensación agridulce que se siente cuando se le abre la puerta... pero estos poemas no tienen precisamente el sello de esa nostalgia suave, quizás con algo de romántico de otros poemas aparecidos aquí. Tal vez algo, tal vez nada. Me parece que son, como diría un escritor inglés, algo heavies, si nos guiamos por las diversas acepciones que le da el idioma a esa palabra, usada sobre todo en la música rock por grupos como los Scorpions (creo que se han desintegrado, pero no estoy seguro), del que me gustan mucho y tengo copias sus 5 golden ballads, especialmente Still loving you, que es la esencia de este primer poema (que tenía cuando lo escribí, hace algunos meses, aunque ya no tanto, porque el tiempo tiene la virtud de curar cualquier herida, por profunda que ésta sea) que les paso para su lectura, ojalá no apresurada. Porque la prisa nunca es elegante. Y la prisa quizás frustró la anécdota del poema...


NADA PERMANECE


Cárol, tu poema.

Pues va a ser que el viejo Heráclito tenía razón:
no hay amor infinito ni amistad al cien por ciento
confiable, segura, duradera.
Todo pasa y a veces no queda sino un pobre
recuerdo de lo que pudo ser
porque no fuimos capaces de hacer que lo fuera
en realidad
y no sólo en los recónditos deseos
de lo hermoso que podía haber sido.
La vida siempre nos juega una mala pasada
y cuando más nos creemos afianzados
a un hallazgo, a una esperanza,
al toque de la varita mágica
que por fin nos regala su halo inconsútil,
suena el despertador que nos sacude
gritándonos, interrumpiendo el sueño embelesado
de la idealización
-siempre hermosa, edificante, alentadora-,
que ya es la hora de que reaccionemos
a tiempo de no caer en el abismo
de la verdad tan cruel que nos aplasta
y nos convierte en un desencontado más...

Y como nada permanece, terminó al fin, por el agotamiento natural, mi itinerario de la búsqueda sin encuentro posible por los recovecos más insospechados de la ciudad donde 6 plagas amedrentan y atenazan a sus habitantes: frío, calor, viento, lluvia, polvo y ruido... Y dentro de ese envoltorio de calamidades de la Naturaleza, mi recorrido tocó fondo, tras un caminar por sendas que no conducían a ningún lugar posible como destino al fin de tal peregrinaje. Entonces el poema, última salvación quizás tan inocente como aliviador, quizás consuelo tonto ante tantos desengaños y tantas travesías que terminaban con la misma vuelta a casa sin haber obtenido aquello que buscaba... y que a veces no sabía realmente lo que era...

¿LLAMAD Y OS ABRIRAN?

He tocado en las puertas de todas
mis posibilidades
buscando -todavía con la esperanza a cuestas-
al menos una voz que no me repitiera
las mismas palabras que aturden mis intentos:
"ya le avisaremos"...
¡Pero nadie me avisa!
Y estoy cansado de tocar en esas puertas
casi invulnerables
que congelan la esperanza de los exiliados.
¿Y ahora qué? El martillazo de la duda
rompe kilogramos de solicitudes
que se amarillean en gavetas de segunda mano
de funcionarios de segunda mano
encargados de tomar la decisión final:
¿es que un exiliado es algo más que un número de orden?
¿Para qué preocuparse en demasía?
¿Para qué alimentar esas miradas impotentes
que jamás van a ver el futuro?
Y entonces en mis ojos se dibuja otra puerta
-quizás la última puerta de entrada a mis sueños-
esta vez entornada
que tal vez se abriría para mí de par en par
(porque yo no me llamo José K),
pero ¡ay!, estoy cansado, estoy muy cansado de tocar y tocar
y no resistiría un nuevo "ya le avisaremos"
a pesar de la sonrisa, del pase y siéntese, y sobre todo
de las buenas intenciones...

Y así las cosas, cuando se han agotado los términos de la búsqueda sin resultados obtenidos a pesar de la perseverancia (que no siempre conduce a la victoria), sólo queda esperar. Esperar ya sin remedio del milagro salvador, porque cuando la realidad aplasta la ficción con su fuerza incontenible de verdad incuestionable, es inútil continuar persiguiendo un happy end que sabemos que nunca alcanzará nuestra esperanza...

FINAL DE PARTIDA

Yo moriré en Madrid de madrugada
(digamos a las cuatro)
cuando las nieves frígidas
se refocilen en mi achacosa, envejecida y torpe
anatomía.
Yo moriré en Madrid sin más, sin previo aviso:
solo como el cadáver de Vallejo,
inédito como un camello,
compartido en un espacio en el que apenas hay lugar
para mi última esperanza...
Mis amigas (Ana quizás, y Leila, y Radhis)
derramarán algunas lágrimas
y es posible que Rhomy se decida a incinerar mis restos
si se acuerda de que me lo prometió
cuando nos conocimos en el VIP de Fuencarral.
Y allá en la isla perdida no faltará quien diga
(si se entera):
"¿Augusto muerto? ¡No lo creo!"
Pero estaré bien muerto para entonces...

Sin dudas, este siglo no me ha ido bien:
me cortaron las alas de las ilusiones
desde mi improbable adolescencia,
me dejaron como única opción unirme al carro
de Saturno,
ayudando al festín de los hambrientos de poder,
traicionando a los míos, envolviendo mis días y mis noches
en esfuerzos inútiles
de alabanza y aplauso, sin aspirar a nada más
que al privilegio de servir, servir, servir,
agradecido como un perro
por tantas y tales viandas que el poder concedía
-la gran dádiva generosísima-
a mi mesa (la mesa de los míos
cuando todavía las envidias y los odios no habían
reducido a mierda lo que fue mi hogar).
¡Ah! Si pudiera olvidarme de los latigazos
propinados a mi inteligencia,
de los consejos a mi desenfrenada lengua (siempre viperina),
de las advertencias a este cerebro mío tan indisciplinado
que se empeñaba en nadar contra la fuerza de las aguas
y no ayudaba con sus torpes efluvios de desorden
a que mis manos aplaudieran sin cansarse.
¡Qué fin de siglo este tan tremendo!...

Ahora sólo espero la primera nevada sobre mi cabeza
para ver amanecer un nuevo siglo
-sin regodearme pensando que se me fue la vida de una vez-
quizás con un nuevo Quijote que desfaga estos entuertos
y prometa ínsulas y libertades
cuando ya no me quede más que el tiempo exacto
para verlas pasar y decirles ¡buen viaje, hermanas mías!,
déjense ver en la otra vida
donde quién sabe si podré encontrar
esa oportunidad que aquí en la tierra prometida
no pude encontrar...

El nuevo Quijote no ha aparecido y ya no pienso en esa imposible aparición, porque si ésta se produjese algún día, yo estaré bien lejos de esta superficie que, o bien no he sabido asimilar, o bien ella ha sabido mantenerme al margen, como uno de los tantos aparecidos por los que nadie mueve un dedo para siquiera interesarse por si tienen algo que contar...

Augusto Lázaro

NOTA: Agradezco a Zemfira su seguimiento de mi blog, pero desearía que saliera de la oscuridad. La luz es siempre mucho más estimulante.

viernes, 14 de mayo de 2010

LA VOZ DE LA POESIA

SINTESIS IMPOSIBLE DE LA IMAGEN DE UN POETA

Renael González representa lo más autóctono y genuino de la generación de escritores que surgió en Cuba en la década de los 60: trabajador incansable y honesto, creador con excepcionales dotes que nunca sucumbió ante la mezquina vanidad del "figurao" ni cedió con la más mínima concesión al facilismo y a la "oportunidad", ha logrado lanzar al mundo circundante una poesía limpia, con una forma expresiva precisa, y sobre todo, bella. Porque si hay un rasgo común en la poesía de Renael es ése: la belleza.

Muy observador de todo cuanto lo rodea (porque todo es importante), el poeta sintetiza en apenas unos toques la esencia de la nacionalidad cubana. En su poesía se dan cita los más altos representantes de la lírica caribeña: Martí, los aborígenes, el Cucalambé, la idiosincrasia y la manera de vivir y sentir del cubano, sus luchas, sus éxitos y sus fracasos como pueblo y como nación. Guarina y el Cucalambé son nombres símbolos que definen el origen de sus décimas, importantísimo filón de su trabajo como creador.

Este hombre sale a pasear por el bosque y entona sus versos con una nueva y original tonalidad, en la que danzan al conjuro de la décima (espinela en España) esos elementos naturales que dan colorido a estas rimas modernas: mariposa, vaca, pájaros, sinsonte, gallo, abeja, luna, tomeguín, pero que tienen el raro poder de embriagarnos, como si los estuviéramos descubriendo por primera vez, porque ninguno de ellos nos salta a la vista envuelto en un lugar común.

Renael comienza su trabajo con un esbozo de pintor (pintor él mismo, y casi tan bueno como poeta), como si quisiera pintar toda la isla, tomando como pincel el octosílabo, y como color nuestro paisaje:


Isla pequeña y estrecha
-canoa, piragua, barco-,
a veces te creo arco
de los indios, o su flecha.


En ti recojo cosecha


de música, luz, color


-palmas, arcoíris, flor,


olas, cañas, sol, arena-


y siembro en tu tierra buena


mis décimas y mi amor.

Los elementos naturales en su poesía no están tomados al vuelo, como simple folclor, ni mucho menos como simple ornamento: forman parte del sentido que el autor quiere dar a sus proposiciones, y los recibimos como nombres imprescindibles para refrendar esta autenticidad de "lo cubano". En Renael no se puede encontrar el tradicionalismo costumbrista. En sus poemas hay una visión muy cubana y muy llena de frescura, que nos es dada con ribetes de arte mayor.

La transformación del paisaje se desglosa en una sucesión de imágenes que pasa veloz, pero que se queda en las pupilas de nuestra memoria, porque al final de todo está el hombre, eje central de toda obra de creación, encargado de embellecer ese engranaje de elementos que cambian de cuajo nuestra vida: las máquinas, los vehículos, los motores, el tren. O sea, el trabajo.



Hoy le buscan el secreto


a la ciencia, los que andaban


a ciegas, porque miraban


con ojos de analfabeto.


Rompe nuestro campo, inquieto,


la vieja calma anterior,


suplanta el ágil tractor


la paciencia de los bueyes


y el mundo va a los bateyes


dentro del televisor.

Y si el trabajo, el esfuerzo, el sudor, en fin, la luminosidad del día nos lanza su sol y su esplendor, la noche ejerce su papel de cómplice en las incursiones amorosas. Y en esa noche cubana, tan apegada a nosotros cuando amamos, la luna ya no es sólamente la amiga nostálgica de los viejos poetas, aunque en ningún momento pierde su sutil encanto. Para Renael la luna es una "novia de los cosmonautas", cuyos secretos parece compartir. Y cuando describe el amor, sus motivos son los mismos del hombre de hoy que entre otras cosas, ama. Y que todo lo hace con amor.



La noche tiene un licor


misterioso que emborracha.


La noche es una muchacha


buscando besos de amor.

En este poeta sorprendente se encuentran, en una formidable mezcla, lo cubano, lo americano, lo universal, la poesía útil y agradable, la poesía joven, siempre joven, y como tónica optimizadora de estas cualidades anteriores, la belleza. La belleza que rechaza la "doctrina" -verdadero lastre de toda obra literaria-, el esquema, el maniqueísmo, la frase gastada por hecha. Y esto se hace más notable cuando el poeta se deja ganar -hombre de gran humanidad al fin- por el dolor de los pueblos latinoamericanos, y en sus composiciones se hace dueño de ese tronco de que hablara nuestro Héroe Nacional, donde están injertadas todas las naciones del sur del río Bravo, con melodías pequeñas que no pierden el ritmo ni truecan los acordes:



Chile, déjame intentar


en estos momentos grandes


llevarle un verso a los Andes


con música de palmar.


Te lo quisiera enviar


en una veloz piragua


-hecha con la tibia yagua


del bohío campesino-


como una flor del Turquino


que siembro en el Aconcagua.

Pero también, quién sabe si para dar un toque pintoresco y artístico, aparecen décimas en que la gracia hace alardes de ese virtuosismo que a veces puede molestar, pero que en este caso sentimos muy adentro, porque sabemos que sólo una mano de oficio de poeta puede estar detrás de esos logros admirables:


Gallo: plumero que canta.


Plumero: nácar al sol.


Sol, enciende tu farol.


Farol, al día levanta.


Levanta tu voz, garganta.


Garganta, traga tu grano.


Grano, desciende temprano.


Temprano, mazorca henchida,


ven, para que tenga vida


este cuadro de Mariano.


Y no es sólamente en la décima donde Renael ha colgado su ángel: el autor se manifiesta en todas las modalidades del quehacer poético, y nos descubre otros mundos que, aunque dejan atrás los elementos de la naturaleza insular -primeros pasos de su creación que no pueden relegarse-, se adentran en los recovecos del hombre. Su problemática moderna, ahora quizás más urbana, lejos de cualquier endulzamiento, aparece entonces como un motivo principal del vivir diario. En este soneto, variedad en la que el poeta es igualmente diestro, el amor hace su entrada con la delicadeza de la sugerencia:




Una muchacha escribe versos, lejos,
y los echa a volar como las plumas,
mariposas de luz rompen las brumas
y un poeta los halla en sus espejos.


Una muchacha escribe y se dibuja
en el aire, morena su silueta,
va tras ella el asombro del poeta
y sólo halla en el viento una burbuja.


Versos escribe una muchacha a solas
sobre las hojas ocres del invierno
y diciembre sonríe, florecido.


Y muy lejos de allí, frente a las olas
que escriben su poema azul, eterno,
se diluye un poeta en el olvido.


La fuerza de la poesía de Renael González no admite ningún límite: en sus poemas de verso libre y blanco, sin otra métrica que el ritmo y sin otra rima que la palabra exacta, está ya la plena madurez del creador que alcanza su sitial de honor en las letras cubanas, a pesar de no ser residente en la capital. En este fragmento del poema largo (no demasiado largo), "Carta desde la ausencia", está la afirmación de una voz genuina y grande, cuya poesía se defiende sola por su calidad y alto valor, sonoro y lírico, que logra instalarse para siempre en los corazones de cuantos tenemos el privilegio de leerla y disfrutarla:




Ahora
que ya no me abandonan
tus pupilas untadas de tristeza,
tu sonrisa de niña abandonada,
mi niña, mi muchachita sola, adentro sola,
la que envía cartas llenas de flores secas,
sobres de los que escapan bandadas de gorriones,
S O S de barcos que naufragan.


Ahora
estamos en la cumbre de un cerro
junto a un estrellerío de vicarias
(...)
y te quejas, sollozas, te mueves
igual que un gusanito
martirizado por hormigas
y luego de tus ojos
va naciendo la aurora..
Y yo diría que la aurora va naciendo de cada nuevo verso que amanece entre las manos del poeta.


Augusto Lázaro

pd: Renael se refiere al pintor expresionista cubano Mariano Rodríguez

lunes, 10 de mayo de 2010

COSAS VEREDES, MIO CID.

La última del señor Rajoy

Clama por que todos acepten lo que dicte el Tribunal Constitucional sobre el estatuto de Cataluña y declara que apoyará a Camps diga lo que diga el tribunal. Qué poco favor se hace a sí mismo, a su partido, y a los posibles votantes que pensarán que un hombre como él no ofrece confianza para gobernar el país. Y tendrán razón. Yo me pregunto: ¿realmente quiere Rajoy ganar las elecciones? Porque hace todo lo posible para perderlas.

Otra desvergüenza y van...

Cada día más desvergüenzas y cada día más grandes (¿a dónde vamos, mi querida España?). Casi 200 millones de euros a los sindicatos UGT y CCOO, o sea, el doble de lo concedido en 2009, con los que Zapatero ha comprado (y los sindicatos se han vendido) la llamada paz social, con la que la calle permanece quieta, tranquila, muda, como si viviéramos en el verdadero paraíso terrenal y no hubiera nada que cuestionar al gobierno dadivosísimo con "los suyos". Es que la palabra vergüenza les suena a esos sindicatos, pero no acaban de averiguar dónde la han oído.

¿No se acuerdan de la calle cuando gobernaba el PP?

Pancartas, gritos de "¡Aznar asesino!", "¡No a la guerra!", "¡Nuestros soldados a casa!", etc. Y eso que en aquellos años no teníamos casi 5 millones de parados ni un millón de familias donde no entra ni un céntimo al mes, ni habían muerto soldados en Iraq, como ahora casi 100 en Afganistán, ni... ¡Ah! Cosas veredes, mío cid.

Adalid de la libertad

Recomiendo leer un artículo de John Muller publicado en la revista MAGAZINE el domingo 2 de mayo sobre el papel de Winston Churchill durante la segunda guerra mundial. Este hombre, a quien tanto debe Europa, fue uno de los grandes del siglo XX, uno de los puntales que cortó las garras del nazismo, ese engendro diabólico, horrible y miserable que amenazaba con apoderarse de la parte occidental del continente. De Churchill se han tomado palabras y frases que son símbolos ante situaciones límite que pueden vivir (y a veces viven) países y pueblos, en sus luchas por la libertad y la democracia. Dijo el Premier en su momento clave: "sólo puedo ofrecerles sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor" (blood, toil, tears and sweat), popularizadas con la síntesis "sangre, sudor y lágrimas" que ha corrido por el mundo como el deber de afrontar situaciones peligrosas para salvar los valores de nuestra civilización. Y años después, en el homenaje a los pilotos de la fuerza aérea inglesa, acuñó otra de sus famosas frases: "nunca en el campo del conflicto humano hubo tantos que debieron tanto a tan pocos". Una lección de este gran hombre que debiéramos aprender, porque han pasado a la historia para quedarse en ella como baluarte de uno de los hombres que, con errores cometidos como todo humano, nunca perdió su fe en la victoria, y amó por sobre todo lo demás, los indestructibles valores de la libertad y la democracia.

La ceguera tardía

Me dice un amigo a quien aprecio mucho y al que considero un hombre inteligente y una persona de nobles sentimientos, que "el comunismo tiene cosas buenas, lo que sucede es que Fidel Castro no ha aplicado su teoría correctamente". Decir que el comunismo tiene cosas buenas es estar a años-luz de la realidad vivida durante esos años en que reinó en Europa del Este, de donde se desplomó con un solo movimiento de Mijaíl Gorbachov, sin provocar que ninguno de los ¡25 millones! de miembros del Partido Comunista de la difunta URSS moviera un dedo para "salvar" el "paraíso" terrenal creado por ese otro engendro, por suerte eliminado, al menos de nuestro continente.

La esencia del comunismo es la eliminación del individuo como ente social único, en función del Estado (o sea, de los JEFES), que es (que son) quien dicta lo que hay que pensar, sentir, decir, y hacer, sin ningún derecho a oposición, a expresión libre, a huelgas, a formar organizaciones no adictas al régimen, a disfrutar de los derechos humanos proclamados en la DECLARACION UNIVERSAL firmada y suscrita actualmente por más de 160 países del planeta.

En el sistema comunista el individuo no tiene otra opción que integrarse a la comparsa oficial que apoya, defiende, corea y canta loas al régimen gobernante y sobre todo a sus dirigentes, mesiánicos, soberbios, omnipotentes e infalibles, que tienen la llave de la verdad, de la única verdad que es admitida en el territorio del país donde ha triunfado semejante abyección. Y aceptar que haya un solo pensamiento, una sola voz, un solo criterio, una sola actitud ante los dictados de quienes gobiernan y socializan la miseria, manteniéndose ellos (el grupo privilegiado que no sufre esa miseria) dominando el panorama nacional sin elecciones libres, desde todos los puntos de vista: ideológico, político, social, cultural, económico, deportivo, etc.

Comunismo significa: un solo partido, una sola prensa, una sola radio, una sola televisión, una sola opinión, la anulación de la individualidad, la colectivización de los grupos humanos sin pedirles opinión a ver si están de acuerdo, sino forzosamente, la obligatoriedad de servir al Estado o de verse sometidos a una vigilancia permanente y humillante, a un control absoluto, a una depauperación general de la personalidad, por el todopoderoro y UNICO Partido, el Comunista. Cero campañas en contra del gobierno y del sistema, y enseñanza en las escuelas de una historia falseada y acomodada al punto de vista del Partido, que llega en ocasiones a prohibir textos y libros como hace con las organizaciones no afines. Y a todo esto hay que agregar que este sistema diabólico sólo ha llevado miseria, hambre, opresión, ruina, destrucción, encarcelamiento a disidentes y "enemigos" por pensar con sus cabezas, y hasta asesinatos en muchos lugares donde ha habido síntomas de micro-rebeliones (Hungría, Polonia, Checoslovaquia), etc.


Ejemplo de lo que sucede en realidad cuando un país se divide en dos mitades, una capitalista y otra comunista: ¿cuál es la que se hunde en la miseria? ¿De cuál de las dos huyen sus habitantes para refugiarse en la otra o en otro país donde no se haya establecido el "paraíso" comuista? ¿Quiénes saltaban el muro (si no eran ametrallados por los sicarios de Honnecker) para huir hacia la Alemania occidental, libre y democrática? Porque ni un solo ciudadano de la Alemania Federal brincó el muro para carenar en la Alemania del Este, aparte de que no hubiera tenido que brincarlo, porque hubiera podido salir libremente de ese país. Y así sucedió con las dos Coreas, los dos Viet Nams, y los demás países divididos en dos sistemas políticos diametralmente opuestos. Porque con todos los problemas y todos los defectos que pueda tener (y que tiene) el capitalismo, no puede compararse con ese otro engendro aniquilador de las libertades y de la personalidad del individuo como tal en cada sociedad.


Decir que el comunismo "no es tan malo", sino la interpretación que hacen de su teoría algunos dirigentes de países donde gobernaron y gobiernan, pasa de ser una ingenuidad o un disparate a una estupidez. Tendríamos que admitir que el comunismo no es el "malo" ni el culpable de los males que genera donde se apodera del poder, sino que... los Castro han interpretado y aplicado mal su teoría, Mao Tse-tung interpretó y aplicó mal su teoría (que costó la vida a más de ¡50 MILLONES DE CHINOS!), que Lenin, Stalin, Jruschov, Brezhnev, interpretaron y aplicaron mal su teoría, que Ulbricht y Honnecker interpretaron y aplicaron mal su teoría en la Alemania del Este, que Gomulka y Jaruselski interpretaron y aplicaron mal su teoría en Polonia, que Janos Kadar interpretó y aplicó mal su teoría en Hungría, que Jorge Dimitrov y Todor Yivkov interpretaron y aplicaron mal su teoría en Bulgaria, que Nicolau Ceausescu interpretó y aplicó mal su teoría en Rumania, que Enver Hoxa interpretó y aplicó mal su teoría en Albania, que Kim Il-sung interpretó y aplicó mal su teoría en Corea del Norte, y... vamos, hombre, que ya estamos muy creciditos para que nos vengan con ese cuento que no creen ni las abuelas enfermas adictas a las telenovelas...


Lo siento por mi amigo, que a pesar de tener los ojos tan grandes como nueces, está ciego. Pero no señor: el nazismo y el comunismo no tienen absolutamente NADA bueno: ningún sistema, ninguna teoría que practique la anulación del individuo como ente libre y personal, que suprima sus derechos, que lo convierta en nuevo esclavo del Estado totalitario con todos los horrores que conocemos quienes queremos conocerlos, puede tener una pizca de algo bueno. Pero en pleno siglo XXI hay quienes (y lo peor, hay muchos que siendo personas honradas, honestas y decentes, piensan todavía así) creen en las bondades de semejante e infernal sistema social. Ya lo dijo Martí: "la ignorancia mata a los pueblos... y es preciso matar la ingorancia". Para no pecar de ingenuos, idiotas o malvados...

Augusto Lázaro

jueves, 6 de mayo de 2010

PINCELADAS IBERICAS

Leo en la página 6 de la edición del lunes 19 de abril de 2010 del periódico gratuito 20 MINUTOS lo siguiente:

CONDENADO POR ABUSAR DE SU HIJA MENOR

La niña tenía 13 años. La Audiencia provincial de Madrid ha condenado a 25 años de cárcel a un hombre que abusó sexualmente de su hija en 2 ocasiones, cuando la niña era menor de edad. Los hechos se remontan al año 2008, cuando la niña tenía sólo 13 años. En ambas ocasiones el progenitor se encontraba a solas con la pequeña en el domicilio de la familia en Las Rozas.

Me parece muy bien la condena. 25 años que deberían ser de cadena perpetua por tan repugnante acción de ese tipejo cuyo nombre no se publica para protegerlo del pueblo que de ese modo no lo reconoce si le pasa por el lado cuando salga libre. Y saldrá libre pronto, muchísimo antes de cumplir los 25 años. Lo que me revienta es que a este tipo le han caído, teóricamente, 25 años por esas 2 ocasiones en que violó a la niña, y a De Juana Chaos, por asesinar a 25 personas, 25 seres humanos inocentes cuyas familias viven todavía el dolor de sus muertes, lo tuvieron entre rejas sólamente ¡18 añitos! y actualmente se pasea como un ciudadano libre con todos sus derechos por algún lugar desconocido que nadie al parecer desea en realidad descubrir. ¿Algún "padre de la patria" o en su lugar algún sobreviviente de los que hicieron semejantes leyes o en su lugar algún magistrado que aplicó e hizo cumplir las sanciones que mantuvieron al monstruo 18 años en la cárcel, pudiera explicarme qué coño es todo esto? Porque lo que es indudable es que JUSTICIA no es. Ni nada que se le parezca.

OHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHO

ORGANIZACIONES TERRORISTAS

Después de la muerte de Franco y hasta hoy, las 4 organizaciones terroristas que han existido en España y que han causado tanto dolor y tanta muerte, han sido organizaciones de izquierda:

ETA, Euskadi ta askatasuna (Euskadi y libertad), en el llamado País Vasco, organización izquierdista, independentista y socialista, cuya historia no es necesario resumir.

GAL, Grupos Antiterroristas de Liberación, organización del gobierno socialista, por supuesto de izquierda, dedicada a luchar contra ETA, que cometió abusos, arbitrariedades, torturas y asesinatos entre la población civil.

GRAPO, Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre, organización de extrema izquierda, marxista-leninista, que cometió actos criminales y asesinó a muchas personas en nombre de esa izquierda "revolucionaria".

TERRA LLIURE, Tierra Libre, organización de extrema izquierda catalana, independentista, creada en 1978, con numerosos atentados y crímenes en su haber.

Cuestión, que los grupos terroristas que han causado llanto, dolor, sufrimiento, luto, etc., en el pueblo español, han sido DE IZQUIERDAS. No ha existido, desde la muerte de Franco, ningún grupo de derecha que haya asesinado a nadie ni haya cometido acciones criminales en este país. Sin embargo, una gran parte de la población española que jamás menciona esas organizaciones (con excepción de ETA), ni por supuesto las condena, se empeña en aferrarse a la mal llamada "memoria histórica" (sólo de la guerra civil) y continúa afincada en esa ideología hace ya tiempo superada que sólo ha conducido a los países gobernados por ella a la ruina, y que ha demostrado que sólo sirve para empobrecer, y a veces destruir, esclavizar y oprimir a los pueblos, porque esa actitud responde a la propia idiosincrasia de sus postulados ideológicos, aunque en muchos países suele disfrazarse de demócrata. ¿Quién entiende ese orgullo que proclaman quienes militan en esa ideologìa? Confieso que yo no.

OHOHOHOHOHOHOHOHOHOH

Y a propósito: parece que aqui muy pocos se han dado cuenta de que los 3 países europeos de la UE que están al borde de la ruina total (uno de ellos ya la alcanzó), están gobernados por la izquierda: Grecia, Portugal y España. ¡Oh casualidad! Y no me hablen del Reino Unido que estaba gobernado por el laborismo liberal, no necesariamente traducido como socialismo. En fin, que ¡viva el socialismo! Ese sistema nos garantizará un futuro luminoso, como hace 50 años están prometiendo los socialistas que gobiernan Cuba. Lo que no dicen es cuándo podrán ver nuestros tataranietos ese tan luminoso futuro... Vamos, es que ellos mismos no lo saben.


OHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOH


¡OH LAS TERTULIAS!


Me dice mi amigo Juan Maguey que él las consume de vez en cuando, pero sólo resiste unos minutos.

--Claro, siempre tratan de hablar dos o más tertulianos al mismo tiempo, dando una imagen de poca credibilidad de lo que exponen, porque figúrate, si son tan mal educados que no pueden respetar el turno de palabra del otro, muy poco podrán enseñarnos con sus disertaciones sobre temas importantes de nuestra sociedad.
--Querrás decir sobre temas importantes de la política, que es casi lo único que tratan.
--Bueno, sí, tienes razón, y esa es otra cosa, a mí le política me revienta.

Juan, que siempre coincide conmigo en un bar para tomarnos dos cafés (otra casualidad que algún día me pondré a investigar), me dice que también hay que notar que siempre son los mismos tertulianos, que parece que hay muchos, muy serios, que jamás acuden a una de esas tertulias radiales o televisivas.

--¿Por qué crees tú que pasa eso?
--Hombre, está clarísimo: porque esas tertulias no se respetan a sí mismas... ¿cómo van a acudir a ellas personas respetables?
--Bueno, Juan, no exageres, que en esas tertulias hay gente muy respetable... también.

Y nos dedicamos a algo mejor que hablar tonterías: a tomarnos nuestros cafés, que esos sí están muy serios, muy respetables, y no nos interrumpen maleducadamente, como los tertulianos...


OHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHO

Hay muchas opiniones en la calle (lugar que desconocen los políticos) que coinciden en que nuestras leyes (y quienes las imponen) favorecen más a los victimarios que a las víctimas. Si leemos los periódicos vemos que es así, por la cantidad de cartas que llegan con quejas al respecto. Dice uno de esos lectores:

"Si aquí hubiera justicia, muchos de esos jueces que dejan en libertad a criminales y delincuentes sin ninguna razón legal, moral, política, social, etc., estarían entre rejas" (sic)

--Si los políticos leyeran esas cartas, quizás se avergonzarían, pero no las leen. No tienen tiempo.
--Bueno, Juan, pero no son los políticos quienes dejan en libertad a esa gentuza.
--Hombre, sé que no son los políticos, pero quienes ponen y quitan jueces y tribunales son ellos, ¿no?
--Bueno... lo que pasa es que la división de poderes no se ajusta a la realidad, porque el llamado Poder Judicial de independiente tiene lo que yo de cultivador de tomates hidropónicos.
--¿Tomates hidropónicos? ¿Qué carajo es eso?

Pues así estamos, y si esto sigue así, lo mejor sería dejar a este país con 2 poderes, por no decir con uno solo, porque la verdad... para lo que hacen y sobre todo, para cómo lo hacen... mejor sería instalar el Poder Judicial como un apéndice del gobierno de turno. Digo yo. No hay más que ver la última garzonada: dejar en libertad a un terrorista sin ningun a razón convincente, en otro país, llevaría directamente a la cárcel a este juez. Pero estamos en España y Garzón, no lo olvidemos, es EL QUINTO VICEPRESIDENTE del gobierno de turno...

OHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOHOH

Conversando con mi amiga Esther (esta niña no falla en los encuentros), le doy una noticia que le va a gustar:

--¿Sabes? Ya Carmen no cree en los horóscopos.

Esther abre su boca... se la tapa con la mano derecha... me señala una cafetería... y nos vamos a darnos un trago de café, que es lo mejor que podemos hacer en estos encuentros, ademàs de conversar, por supuesto.

--¿Cómo lo lograste? Porque estoy segura de que detrás de su decisión está tu empecinamiento.
--¡Ah! -suspiro cuando veo mi vasito con mi descafeinado echando humo-, pues muy sencillo. Le dije: mira, Carmen, compra 20 periódicos y revistas distintos que tengan horóscopo, lee cada uno de los 20, y si encuentras 2 iguales, te doy lo que me pidas...

Carmen se quedó mirando al cielorraso, como buscando la confirmación de lo que ya se imaginaba. A los 30 segundos me dijo:

--¡Pero coño! ¿Cómo no me había dado cuenta?

Y desde ese momento, dice, se dio cuenta del tiempo que había perdido con semejantes tonterías, porque no encontró, entre los 20 horóscopos (eso fue después que nos separamos, lo hizo no porque dudara de mí, sino para reconvencerse de que era cierto) 2 que dijeran lo mismo. ¿Y a cuál creer? Pues claro que a ninguno, porque todos eran cuento. De eso viven quienes los publican, del cuento. De engañar a los bobos que los creen. Faltaba más.

--Suerte que te conozco, porque estás pensando que yo también creo en esas bobadas -me dijo Esther, pagando (le tocaba a ella) el consumo del café. Y antes de que encendiera su acostumbrado pitillo, hice mutis...

OHOHOHOHOHOHOHOHOHOH

Algún día hablaré sobre los signos zodiacales, otro cuento de los muchos que alimentan las publicaciones, sobre todo las dedicadas al famoseo. Por hoy creo que ya he dado demasiado palique...

Augusto Lázaro

martes, 4 de mayo de 2010

ES SANTIAGO DE CUBA

Cuando era niño me gustaba ver a mi mamá sentada frente al radio, extasiándose con las canciones que cantaba Barbarito Diez, sobre todo con las canciones que había compuesto Sindo Garay, que ella después repetía y tarareaba durante muchas horas mientras atendía los quehaceres de la casa. Mi mamá adoraba a esos dos grandes de la música popular cubana, y de tanto oírlos me acostumbré también a ellos, haciéndome asiduo del programa vespertino que nunca, que yo recuerde, dejó de oír mi mamá. Ya en la despedida de mi adolescencia solía asistir a los bailes que se realizaban en el club social de la Colonia Española de Pinar del Río, mi cudad natal, donde entonces vivía. En uno de esos bailes el invitado fue Benny Moré. Recuerdo que un amigo que me acompañaba, cada cual con su novia, me dijo: "vamos a acercarnos a ver si podemos hablar con el Benny". Y cuando, no sin gran esfuerzo por la cantidad de público que quería hacer lo mismo, estuvimos frente a aquel hombre que hacía furor y que era considerado el cantante más completo de nuestra historia musical, mi amigo le dijo a rajatabla:

--Benny, ¿es cierto que usted se da unos tragos cuando va a cantar para ser el mejor cantante de Cuba?

El Benny nos miró, sonriente, con cierta benevolencia, y le contestó:

--No, nada de eso, no soy el mejor cantante de Cuba, el mejor es Barbarito Diez, y no bebe ni fuma.

Y volvió a la plataforma para continuar su recital. Cuando el Benny se ponía a cantar nadie bailaba: todos nos concentrábamos lo más cerca que podíamos para oírlo, porque el Benny, después lo supe ciertamente, era en realidad el músico más grande que había dado mi país, en lo que se refiere a esa música llamada "popular". Era bueno en todo, y no había estudiado música. Sin embargo, para él, lo repetía a menudo, Barbarito era el mejor, a pesar de que sólo cantaba danzones...

Pero mi madre seguía en sus trece: le gustaba la música que ella decía que era la verdadera música cubana, desechando el "ruido" que hacían esos grupos llamados modernos que sólo, según ella, gritaban estentóreamente, se movían como lagartijas, y golpeaban sus instrumentos provocando una especie de histeria colectiva entre los jóvenes, aturdidos por la fama y la moda y no por la calidad de las composiciones y los intérpretes. Para gustos se han hecho los colores, le decía cuando ella apagaba la radio y comenzaba con sus tarareos. Hoy quiero recordar a mi madre, sin dudas la mujer que más me ha querido, que dedicó toda su vida a quererme y estar siempre al tanto de todo lo que yo necesitara o deseara, y a la que no he dejado de recordar ni un solo día de mi vida desde que murió, en 1991, y a su compositor favorito, cuya música además de ser tan bella, tiende, como diría Cortázar, hacia la nostalgia...

CUANDO SINDO HA CERRADO LOS OJOS

Aquí vive todo lo viejo. Las calles estrechas huelen al polvo de los siglos. Cada amanecer quema las tejas un pedazo de historia y la ciudad se ensancha en el recuerdo. Y cada tarde. Voy aprisa. Tropiezo con la gente que deja el ritmo de sus piernas en la ondulacion de las aceras. Atravieso las paradas donde se reúnen el sudor y la impaciencia. Busco a Sindo. ¿Pero es que este hombrecito se ha perdido en Santiago? Hoy está en la ciudad y yo lo busco hasta donde se pierde el humo de las chimeneas. Yo también me pierdo entre las viejas calles santiagueras, entre sus callejones retorcidos, en sus escalerillas empinadas, en sus horcones que salen de la piedra en las paredes legendarias de la villa que fundó Diego Velázquez hace ya tanto tiempo... La Casa de la Trova: me sonríe el color de Virgilio, me sonríen esos viejos que conversan, beben ron, fuman, y se abrazan al siglo con las cuerdas de sus guitarras tan añejas, tan queridas. No está aquí. Pero ¿dónde? Conozco sus lugares y los devoro como el aire mis gotas de sudor. Me canso. No lo encuentro. La ansiedad me pesa tanto como la cámara alemana que cuelga de mi hombro, desde muy temprano. Por fin la Alameda, el último rincón de la ciudad, derramada en el Caribe tempestuoso que se deja acariciar por el sol de este trópico, siempre caluroso, siempre hospitalario. Un banco. Lástima de corre-corre inútil. Pero... no, no es una ilusión ni un espejismo. Aquella figurita que se mueve tanto... tiene que ser Sindo. Sí, lo es: moviendo su bastón, frente a los barcos que reposan su carga, mirándolo todo con curiosidad por encima de sus espejuelitos redondos...

--¡Sindo! -le grito, asustándolo. Se vuelve, me mira, sonríe. Y me dice:
--¡Mande!

Me acerco muy rápido, le doy un abrazo, lo aprieto, y le digo:

--Usted no puede morirse sin tirarse una foto conmigo.

Sonríe. Le gusta eso y a mí también. Nos sentamos en el banco más solo y él comienza a hablarme de su juventud, "que no quiere dejarme todavía", de aquellos tiempos tan lejos de sus manos arrugadas, de cuando tenía que atravesar a nado la bahía en busca de una jaba de comida, de su inspiración tan sensible que produce una música que puede competir con estas palmas y con la sonrisa de nuestras mujeres que, como él afirma, complementan con su donaire el cielo siempre azul de la isla... de Emiliano Blez, de la trova, de esta ciudad increíble y mágica que acepta y abriga al visitante como a uno más de sus hijos. Después un transeúnte con la camarita y "clic". La despedida. Otro abrazo fuerte y sus manos y el sombrero que se mueve entre los bancos y los adoquines del paseo. Y me alejo. Llevo encima mi sueño...

Pasa el tiempo. Las campanas de las iglesias desgastadas por la lluvia y el sol y los años se llevan la tarde. Queda el gris que envuelve los tejados y convierte las casas en siluetas. Queda el Balcón de Velázquez con sus ojos hundidos en la bahía remota. Quedan las rejas y las anchas fachadas de Heredia. Y la escalera de Padre Pico donde se sienta una mujer que despertó con el siglo a fumarse un tabaco hecho a mano. Pienso en Sindo. Pienso en el cementerio de Bayamo donde el gran cubano pequeñito duerme en su historia de notas... la luz en tus ojos arde... y lo oigo sacar de su guitarra estos recuerdos... si los abres amanece... y esta tristeza... y si los cierras parece / que va muriendo la tarde...

La tarde ha muerto cuando Sindo ha cerrado sus ojos. Y cuando yo no cuento con el triunfo de su imagen a mi lado: la foto no salió...

*** *** *** *** *** *** *** ***

Un poema más a la nostalgia, difícil de obviar cuando se vuelve a la patria perdida:
LEJOS DEL TERRUÑO
Lo peor del exilio es el exilio mismo:
ese desgarramiento inevitable que nos lanza
de zopetón a veces a una nueva patria
que nunca será realmente nuestra patria
por mucho que nos acomodemos
a la idea de seguir viviendo
en ella, ¡qué remedio!, mientras la nostalgia
por lo que perdimos,
por lo que sabemos que perdimos para siempre,
continúa machacándonos a cada instante
sin un puente de tregua.
Porque el exilio es la nostalgia, afianzada
en cada espacio nuevo, en cada tiempo nuevo
que desgastamos en cualquier acción intrascendente,
aunque siempre con la vana ilusión del regreso
improbable,
inútil sueño que distrae la espera
no menos inútil, porque eso sí, sabemos,
estamos convencidos de que sólo un milagro
(aunque no creemos en milagros)
nos haría volar por encima del gran charco
para besar y abrazar y apretar mucho
a quienes hace ya siglos nos regalaron su cariño
sin pedirnos ahora otra cosa que el recuerdo
porque nos dijeron, al partir, sin una lágrima,
que la muerte peor era el olvido.
Y el exilio a la larga también es el olvido
que se enseñorea ante nuestra impotencia,
incrustándonos la incertidumbre,
el futuro siempre incierto
y sobre todo la tenaza del miedo
a lo desconocido,
a lo único que en el exilio permanece
por tiempo indefinido e infinito...

Augusto Lázaro